La condición de pensar y el hacer con eficiencia por supuesto que es atribuible a cualquier ser humano u organización pública o privada. Pero es una condición indiscutible de las universidades y de cada uno de los universitarios, pues manejamos información científico y técnica que deberían hacer de los procesos en los cuales estamos inmersos, eventos impactantes para la transformación de las realidades sociales y económicas con resultados medibles no solamente en riqueza material sino también en felicidad alcanzada por los diferentes sectores involucrados. Este planteamiento genérico tiene concreción en las universidades en tanto que asumamos la educación y el trabajo como los fines esenciales para la formación humanística, científica y tecnológica no solamente de nuestros estudiantes sino también de las comunidades a las cuales estemos vinculadas.
La educación y el trabajo como premisa fundamental para la producción material y espiritual pasa por asumir proyectos productivos como cimiento y correa conductora de la formación e investigación. La producción se convierte así no solamente en un fin sino en un medio, haciendo de la universidad en un centro de verdadera creación. Para lograr este propósito es necesario que los universitarios tengamos presente un alto sentido de responsabilidad social, manteniendo los espacios académicos abiertos al saber y la producción de conocimientos; no cerrada a la esperanza viva de los estudiantes y a la vocación pedagógica de los docentes comprometidos con la universidad productiva.
La universidad productiva requiere del apoyo incondicional del Estado. Los proyectos nacionales que impulsan el desarrollo del país también tienen que ser asunto de la universidad. La producción de alimentos, la salud del pueblo, la vivienda, el transporte, las telecomunicaciones, la infraestructura, la convivencia y la paz, entre otros aspectos, constituyen desafíos para la universidad que tiene que producir respuestas a las demandas sociales. La universidad productiva es una institución que trabaja eficientemente, no cierra sus puertas sino que las abre para luchar por mejores condiciones para lograr sus objetivos institucionales.
La universidad productiva en respuesta a su labor recibirá no solamente el reconocimiento del país y particularmente de la comunidad a la cual pertenece sino que recibirá importantes recursos que le darán sustentabilidad a los diferentes proyectos. En estos tiempos más que nunca y como se ha dicho desde hace tiempo, las funciones de docencia, investigación y extensión deberían tener como plataforma sólida la producción de conocimientos y de bienes tangibles que hagan de la universidad una institución capaz de dar luz y verdad o que sea capaz verdaderamente de vencer las sombras.