Una de los profesores invitados del Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, del que participamos como alumnos regulares en la UPEL IPB; Ingeniero Veterinario, egresado, profesor de la UCLA y productor agropecuario al parecer él mismo por las feraces tierras de Sarare, municipio Simón Planas, estado Lara; en el marco de una socialización en el salón de clases, donde dictó una conferencia sobre cultura e historia agropecuaria en Venezuela, poco más o menos, nos decía que mantiene profundas diferencias con la gestión educativa de la revolución bolivariana y, en particular, la política educativa universitaria, ya que declara una cosa y hace otra; por ejemplo, mantiene abandonadas haciendas y centros de aplicación de algunas universidades pero habla acerca de que éstas deben ser productivas, ¿cómo se explica semejante contradicción?
Una de las hipótesis viene a ser que tanto autoridades como la comunidad universitaria misma es del criterio que todo se supedita a las cuestiones presupuestarias, no desarrollan a escala mayor los aportes que en ciencia y tecnología o las humanidades realizan sus investigadores, la falta de vinculación entre universidad y los empresarios, también llamado el sector productivo; el gobierno bolivariano a través del Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología, MPPEUCT, tampoco ha logrado desarrollar un diálogo respetuoso y eficaz con las universidades y las nuevas casas de estudio no han entendido para nada su naturaleza, más allá de la docencia carecen de centros de investigación o institutos de investigación competentes; no han estado a la altura del encargo social que se les ha dado, aunque mantengan programas de formación en ingeniería agroalimentaria y se engañen con supuestas asesorías que hacen en los municipios aledaños, creen se la están comiendo pero no hay indicadores de tan maravillosa gestión de acuerdo al Plan de la Patria.
Como cosa por demás común entre los académicos de nuestras universidades autónomas y experimentales tradicionales, es la autosuficiencia confundiendo la autonomía con la autarquía; así, desde al menos 1958 en adelante hegemonizaron las dinámicas de la educación escolar y la cultura política, las bellas artes, ciencia y tecnología en la contemporaneidad de nuestro país y cuyo rasgo fundamental es la proclamación de la autonomía universitaria y la más absoluta libertad académica, aunque siempre ha tenido sus bemoles. Típicos del sistema democrático de la llamada democracia formal, porque siempre se adhieren al rentismo del Estado Nación, el “Estado Mágico”, de acuerdo al criterio de Fernando Coronil Imber, en su libro así titulado y que leímos más o menos de prisa por sugerencia de nuestro profesor formal de un seminario avanzado doctoral.
La anécdota es que el especialista en ciencias médicas aplicadas a semovientes e higiene de los alimentos, con especial referencia a los cárnicos, según las preguntas que respondió allí con particular soltura; Magister y Doctor en Historia (convenio UCLA-UPEL-UNEXPO y UCV), con una tesis sobre las historia de haciendas; en cuyo informe final la voz cantante la llevan los sectores inversionistas modernistas, que introdujeron en esos ámbitos parte de la racionalidad científica-técnica positivista en el manejo de rebaños y en la administración de esas unidades de producción; en coyunta con las familias y grupos sociales “principales”, (hacendados, terratenientes y políticos de vieja data y seguramente de raigambre colonial y migrantes de otros lares, en particular venidos del viejo continente); decíamos, pues, que el referido investigador considera que el gobierno bolivariano ha equivocado sus políticas públicas en educación universitaria, al cercenar o distorsionar, precisamente, la productividad de las casas de estudio.
Nos lo manifestó con particular amabilidad y sin afectación ninguna, a propósito de un comentario que emitiéramos desde la perspectiva de la historia insurgente y la subalternidad, ya que en su informe de investigación sólo aparecen las personas egregias, como capitanes de empresas. Y el pueblo llano, compuesto de campesinos en calidad de peones de hacienda no figura; como si ellos no contribuyeran también al desarrollo de la producción agropecuaria en Venezuela y no sé cuál otras pesadeces que dije allí; entonces fue cuando nos dijo que la UCLA mantenía una hacienda abandonada, cuando muy bien podía llegar a ser una unidad de producción modelo. E igual dizque pasa con un centro de aplicación del Instituto Pedagógico de Barquisimeto en Boca de Monte, también en una zona campesina de Sarare o que al menos no está usado en su máxima capacidad, dicen.
Entendimos que ellos (UCLA) como corporación universitaria con unidades medias altamente especializadas en los negocios y la gestión de unidades agropecuarias de producción, habían dirigido infinidad de comunicaciones al INTI y no sé qué otras instancias gubernamentales pero no han obtenido respuestas, con fines de reactivar y poner a producir ese predio; pero la clase siguió su desarrollo, aburrido como todas donde apenas hay conatos de debate.
Después volvimos a ver al referido académico en la Biblioteca Universitaria Prof. González Camejo, que mantiene el Dr. Reinaldo Rojas en el villorrio de El Eneal, pero no pudimos retomar la conversa y apenas lo saludamos cuando regresábamos en el autobús, cuando hizo fue consideraciones sobre los perros y su conducta social (etología), que se reconocen por su olor, etc.
Antes, en fechas anteriores a la referida, ya habíamos compartido una sopa de res con varios de los contertulios habituales del Seminario Matriz Doctoral que gratuitamente dirige el Dr. Rojas y el consenso que se obtuvo (no exprofeso) de la ideas expuestas en aquella ocasión fue la de que el gobierno bolivariano debe hacer una cosa muy sencilla, a saber: permitir que las universidades desarrollen sus funciones clásicas (docencia, investigación y extensión pero con procesos de calidad, relevancia y pertinencia científica-técnica); a la que bien se le puede añadir una cuarta: la función productiva. Pero ello a condición, primero, que debe realizar otra cosa extremadamente básica, a saber, respetar la autonomía universitaria y romper el nudo gordiano del financiamiento de la universidad pública.
Así, podrá la universidad desarrollar, sin cortapisas, sus investigaciones en centros e institutos de investigación, cuyas líneas y áreas de aplicación los definirán sus académicos mismos, si bien no se niegan que estén en relación a los ejes de interés del Ejecutivo, aunque no necesariamente subordinados. Así se entiende la autonomía académica y de cátedra, dijeron ahí todos esos doctorantes y profesores que uno, para qué decir, no así sino callar y escuchar; aprendices de académicos como somos, aún a nuestra edad, y sin experiencia en centros universitarios tradicionales de Venezuela y menos de Europa o USA. Realmente un docente de educación primaria y de provincia rural que nunca ha escrito un “Papper”.
La universidad productiva lo será también, distinguido ministro Hugbel Roa, nos atrevimos a decir, cuando pueda diseñar, desarrollar y concluir proyectos de investigación en áreas de las humanidades, el pensamiento y las bellas artes también; decimos esto porque se suele caer en un reduccionismo absurdo. Así, se sugiere en muchas ocasiones que las llamadas entidades universitarias pudieran ser “productivas” sólo cuando dispongan de unidades de negocios, centros de aplicación para las prácticas profesionales de alto desempeño y dotación científico-técnico de punta.
O cuando pueda contar con haciendas o hatos de ganado de gran producción o a escala.
El apoyo a la investigación básica, histórica, literaria y filosófica, en este sentido no debiera quedarse atrás (es lo que queremos decir), ya que comparativamente en lo personal nos sentimos sorprendidos gratamente cuando leemos que en Europa y Estado Unidos (Arturo Uslar Pietri: “Educar para Venezuela”) los investigadores cuentan con unas condiciones privilegiadas y financiamiento necesario para desarrollar sus proyectos (José Sanz Ros). En fin, quisiéramos “ver” con qué se come eso de la universidad productiva de que habla bellamente el ministro nuestro Hugbel Roa, más allá de los buenos propósitos, que como se sabe empiedran el camino del infierno, dicen.
Postdata:
¿Será que Roa rescata para la UCLA su hacienda abandonada y repotencia el centro de aplicación del Instituto Pedagógico de Barquisimeto?