En un detallado e interesante relato sobre un cotidiano Consejo Universitario de la UCV, podemos leer cómo el Profesor Miguel Alfonzo ejerce su voz en defensa de la universidad autónoma, gratuita y del pueblo, que debería ser la UCV ("Denuncia: Las graduaciones millonarias en la UCV"; Aporrea.org, 12-03-17). El resto de los integrantes de ese episodio en el CU -por lo que se destaca entre líneas- resultan ser débiles emblemas de la cultura representativa: medio zapatean para defender al pueblo universitario, para ser luego dominados por la Rectora, quien actúa como representante de la empresa de togas y birretes ante el Consejo Universitario.
Sin entrar en detalladas razones históricas sobre el uso de la toga, sólo es necesario recordar brevemente que el magister de la edad medieval, además de denotar su estatus, también requería protegerse del intenso frío en aquellas memorables estructuras europeas; por otra parte, el color negro simboliza la humildad que otorga el conocimiento. Si Usted me argumenta en este instante, que ya no es necesario vestir ese ropaje en las aulas de ninguna universidad venezolana ni del mundo, al menos hay que admitir que es el vestido ceremonial por excelencia para la academia; por lo que, llegados a este punto, fuerza admitir que su uso es "de oficio" entre los académicos. También los abogados están obligados a llevar la toga en ciertos actos del Tribunal Supremo de Justicia (Casación, juicios laborales, etc.), y no vemos empresas de alquiler de togas en las entradas del TSJ. ¿Por qué los académicos deben alquilar togas a una empresa permanentemente? En 24 años pagando a una empresa de alquiler de trajes de oficio, alguien debió pensar que este oficio de graduar que tiene la UCV bien podía generar un banco de togas, que sólo debe requerir mantenimiento, para lo cual basta una partida presupuestaria que en efecto otorga el estado venezolano.
Es tanta la importancia histórica y emocional del acto de graduación, que la OPSU otorga una buena partida para estos gastos a las universidades nacionales. Lo que pasa es que la foto y el video es otra cosa: lo que ha hecho famosos a los comité pro graduación, de organizar por cuenta propia la fiesta y otros detalles de celebración, no entran en estas partidas. Del episodio narrado, para ser breve, quisiera destacar algunos detalles:
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las empresas tienen voz y voto decisivo en el Consejo Universitario de la UCV, a través de la Rectora, quien ejerce su defensa con argumentos cualesquiera;
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Si Usted quiere ver las Nubes de Calder en su graduación, no puede ser pobre, porque algunas empresas deciden quiénes pueden verlas y quiénes no, y, además, con apoyo rectoral (son guapas y apoyadas);
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Lo que indica la Resolución del Consejo Nacional de Universidades del año 2001, es que en las universidades privadas usted gasta menos en su graduación (6 unidades tributarias como máximo), que en una de gestión pública (183 UT), porque ésta tiene sus propios gestores privados: las autoridades;
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La UCV no tiene capacidad jurídica ni de gestión para decidir el fin de un contrato con una empresa que organiza piñatas, frente a la cual no ejerce la famosa Autonomía;
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Los miembros del Consejo Universitario de la Casa que Vence las Sombras, no han vencido sus propias sombras de debilidad de carácter, necesarios para dirigir semejante Alma Mater;
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No sabemos qué relación guardan un video, un portatítulo y seis fotos, con la "calidad y la majestuosidad académica";
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La representación estudiantil de la UCV tiene una gran debilidad de carácter (pobres muchachos estudiantes si creen que allí hay fortaleza y defensa de sus intereses);
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4000 estudiantes x Bs. 55.000,00 c/u, hacen Bs. 220.000.000,00 que arrojan un porcentaje a las autoridades de la UCV, no conocido pero sí referenciado, cuya administración debería conocer el pueblo universitario (eso sí sería autonomía participativa y protagónica);
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La definición de autonomía es relativa: parece ser, simplemente, la libertad de contratar con empresas, pero no la responsabilidad de cumplir deberes y rendir cuentas sobre su gestión (recordemos que los rectores se dedicaron a incumplir el pago a los jubilados, y por eso el estado tuvo que asumir estos gastos -Petrorinocos-).
Dicho todo lo anterior, cabe preguntarse si de verdad existe un concepto de Autonomía universitaria. El episodio destaca lo que, en esencia, defienden los rectores de las universidades tradicionales: el poder empresarial en la educación universitaria de gestión pública. Y a eso se le llama privatización.
Investigadora. Especialista en educación universitaria
saracolinavilleg@gmail.com