Ir a la universidad y no construir sueños
es perder un tiempo irrecuperable para
el saber comprometido y popular
Pensamiento del Autor
Resulta un lugar común decir que "la universidad es la casa que vence las sombras", sin embargo, traigo a colación esa expresión, por cuanto a la luz de los acontecimientos, algunas universidades en la Venezuela Bolivariana, se han dado la tarea de cultivar las sombras y negar la luz con el pretexto de una libertad que raya en la anarquía y sin razón, ni contenido orgánico o pensamiento sincero y sustantivo, sustituye el debate por el excremento con el que atacan a la revolución con impunidad.
Es el caso de las universidades autónomas y la mayoría de las universidades privadas, las cuales sin mediar ninguna posición racional en el debate político nacional, se lanza por el despeñadero de la sinrazón al declararse socialmente distinta al pueblo y rabiosamente opositora al Estado y el Gobierno. Motivo por el cual, es conveniente recordarle que sus derechos terminan donde comienzan sus deberes, con el Gobierno como administrador de las finanzas publica y custodio del orden institucional y con el Estado de justicia y derecho que expresa la Constitución y las leyes de la República que le da pertinencia académica, política y social.
Afortunadamente, gracias a la Revolución Bolivariana atrás quedo los tiempos cuando en Venezuela la oferta para el ingreso a la universidad era de 5% de satisfacción de la demanda. Pues en estos 18 años de revolución la condición del sector universitario es radicalmente opuesta. De igual forma y en honor a la verdad verificable, se ha incrementado el ingreso de personal docente y de investigación a la carrera universitaria, a lo que se suma, un sustancial incremento en la oferta de estudios de Maestría y Doctorado cuyo costo en comparación a otras universidades públicas y privadas es extremadamente inferior.
Toda comparación es odiosa pero sirve a los fines juzgar con justicia y de cara a los valores concretos que reporta la realidad.
En caso que nos compete y ocupa, en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos (UNERG), la diversidad de opiniones se hace presente, pero lamentablemente algunos confundidos por la crispación del discurso oposicionista, sustituyen el debate, por el grito y sabotaje a todo cuanto no le corresponda en sus patéticas ideas y en vez de exponer su proyecto de país, si es que lo tienen o si no les da vergüenza mostrarlo, se suman a los actos fascista de persecución y amenazas a los bolivarianos socialistas que hacemos vida en el claustro unergista.
Ahora bien, para nadie es un secreto que la UNERG pasó de ser una universidad de 3500 alumnos y una planta profesoral mayoritariamente contratada por hora, a una institución que atiende más de 50000 usuarios directos y otro tanto en las aulas territoriales a nivel nacional, con profesores de planta (cuyo concursos de ingresos se hicieron en esto tiempos revolucionario) que además en estos 18 años, han podido desarrollar sus carreras docentes y de investigación con los programas de especialización, maestrías y doctorados que nuestra alma mater proporciona sin costo o con muy bajo costo.
Quiero advertir, que los valores de lealtad, compromiso y agradecimiento, son de particular asunción por parte de las personas que disfruta o disfruto de la vindicación que nos trajo la revolución. Por ello solo les recuerdo a quienes se le olvido los detalle de su posicionamiento profesional, que tienen todo el derecho de contradecir al gobierno que les cobijo, pero nunca podrán desconocer lo recibido y vivido gracias a la revolución. Quien escupe el cántaro de agua donde sacio su sed, escupe sobre sí mismo.
La universidad es hija del debate, profundicemos en él y bajemos el tono a la violencia. No crean que por gritar más, sus razones serán mejores. Vamos a Constituyente, tengamos la seguridad que allí nos escucharemos todos.