El presidente Nicolás Maduro a su regreso de su viaje de alto nivel a China, de gran éxito con fines de fortalecer el programa de recuperación, reimpulso y rectificación de la economía venezolana y alocución por el inicio del nuevo año escolar 20018-2019; también muy promisorio por los nuevos programas de apoyo a los estudiantes y la familia, anuncia que la Micro Misión Simón Rodríguez, cuyo fin al perecer es la de especializar en ciencias naturales y sociales en un tiempo perentorio a egresados como docentes generales u otras carreras universitarias, pasaría a ser universidad: la universidad del magisterio venezolano.
El presidente de la República, Nicolás Maduro, informó este lunes que la Micromisión Simón Rodríguez será transformada en una universidad para los trabajadores del magisterio educativo.
"He decidido convertir, transformar, la Micromisión Simón Rodríguez en una nueva universidad del magisterio (...) para los cursos de postgrado. Transformar esa idea de la micromisión Simón Rodríguez", expresó el jefe de Estado desde el Palacio de Miraflores, en Caracas.
La Micromisión Simón Rodríguez busca fortalecer el proceso de formación estudiantil en el país, al ayudar a los docentes a mejorar sus métodos y conocimientos a través de especializaciones que les permiten impartir educación de manera dinámica y con mejor comunicación.
Cabe preguntarse, sobre todo uno que es egresado y ha hecho toda la vida en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, al oír ese anuncio: ¿otra universidad? ¿No es una mejor opción apoyar y fortalecer a las ya existentes y con buen ganado prestigio por la calidad y pertinencia en sus procesos de formación? ¿Qué no es la UPEL el ente asesor del Estado venezolano en cuestión de educación y pedagogía? ¿No se está contento ni conteste con la formación y el perfil de los egresados y “todo lo que ahí se hace” por el país con las especializaciones, maestrías y doctorados, en tanto que formación de alto nivel según el estado del arte de la ciencia y las humanidades? ¿Tienen éstas otro proyecto de país? O siguen o no los lineamientos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), aplican o no el Plan de la Patria 2013-2019, son fuente de moralidad pública o por el contrario motivo de escándalo.
Igualmente se puede inquirir: ¿Quién ha hecho la evaluación de la calidad de los egresados de la Micro Misión Simón Rodríguez y bajo cuál modalidad se ha realizado? Cuántas promociones y/o egresados tienen ya, porque que se recuerde no tiene mucho tiempo ¿Qué tipo de investigación han realizado esos estudiantes de postgrado y cuáles son sus líneas de investigación? ¿Cuál es el equipo de formación y cuál es su dotación en cuanto a biblioteca, laboratorios y plataformas tecnológicas, donde interactúan esos cursantes de postgrado? ¿Comparte el presidente Maduro entonces la tesis de su amigo y ex Ministro del Poder Popular para la Educación, camarada Rodulfo Pérez, con quien al parecer surgió ese mencionado programa alternativo, acerca de que “la UPEL es un veneno” y no está formando el tipo de educador que necesita la Revolución Bolivariana, sino que es una especie de reducto de la oposición? ¿Son todas las nuevas universidades politécnicas territoriales, del arte, medicina, el deporte y otras que han surgido al fragor de las nuevas políticas públicas actuales buenas referencias de calidad, relevancia científica-técnicas, valores, ideas y prácticas revolucionarias o son meros remedos y reproducciones burdas de los viejos modelos viciosos de formación universitaria tradicional en Venezuela? ¿Quién ha hecho los estudios de factibilidad para la creación de otra universidad del magisterio venezolano?
Qué rápido han olvidado algunos colegas hoy en puestos relevantes del Gobierno Bolivariano, alcaldes, ministros y viceministros, entre otros funcionarios de línea media que lo ellos son como ciudadanos integrales, nobles personas, buenos padres y hasta amantísimos esposos o esposas, lo debe en mucho a las experiencias vividas en los espacios de los diferentes Institutos Pedagógicos que repartidos por toda la geografía nacional forman la estructura matricial de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador; si hasta el mismo Aristóbulo Istúriz, Rodulfo Pérez y muchos de los viceministros, asesores, directores son flamantes egresados de algún Pedagógico, aunque parece que siempre han tenido una relación de amor-odio con la UPEL, nunca han estado contentos del todo con “Alma Mater”, tienen el feo vicio de ser malagradecidos y estarían de plácemes si ésta fuera eliminada de cuajo como universidad; pero si uno hace eso que en gerencia dan en llamar Benchmarking o proceso de comparación de modelos organizacionales exitosos puede observar que en Colombia, México o Chile las casas de formación pedagógica siguen siendo las famosas escuelas normales y los pedagógicos y, cada cual en su contexto, son exitosas.
¿Sabrá el presidente Maduro que la universidad venezolana lo que necesita es apoyo decidido, respaldo y confianza? La UPEL, al igual que otras universidades actualmente nacionales públicas o privadas, padecen de grandes limitaciones pero hacen un esfuerzo ingente y requieren de un apoyo financiero, infraestructura y dotación bibliográfica, laboratorios urgente porque la crisis sistémica de la nación, como parte de los mismos errores nuestros como lo reconoció el mismo camarada Diosdado Cabello en Barquisimeto, los errores de la oposición, los empresarios y la misma ciudadanía, junto a las innegables agresiones imperialistas, las ha puesto al borde la quiebra; es así como hace falta desarrollar mucho estímulo a su población estudiantil, profesoral y personal de apoyo en lo administrativo y obrero; una de cuyas soluciones más sencillas y elementales vienen a ser, por ejemplo: implementar clap universitario, plan de viviendas, asistencia médica, dotación de uniformes, planes sencillos y prácticos de recreación, apoyar al investigador con viajes al exterior con fines de actualización, financiar aquellos proyectos de investigación pertinentes en ciencias y humanidades; presidente, que la cosa no es sólo decretar universidades porque supuestamente son más afines ideológicamente, la cosa es más compleja.
Pero como quiera que estas son reflexiones que uno hace sólo para conversar, y más bien uno debería ser un disciplinado militante y como un conocido nuestro sólo retwitear lo que dicen los jefes del partido o de los ministerios a que se esté adscrito, ello, aunque sea flamante diputado regional y que tampoco hace vida política en calidad de constituyente, son obedientes como los monjes: “El que obedece no se equivoca”, solía decir mi buen maestro de formación de aspirante religioso hace ya tantos años; ah, perdón, a menos que la sede de esta nueva universidad pedagógica sea el Centro de Formación Pedagógica Simón Rodríguez, ubicada en San Antonio de los Altos, una bella edificación cómoda y funcional, donde fuimos la otra vez por casualidad, que fue donde el Prof. Rodulfo Pérez soltó aquello de que “La UPEL es un veneno” y tenía ahí mismo en la otra silla a una profesora de la UPEL-IPC que, al parecer carece de todo sentido de identidad y pertinencia porque no dijo ni pío.