Para alguien hechura de la IV República (que en realidad somos todos quienes hoy contamos ya 57 años, 60, 65, más o aun cuarenta y hemos vivido en los años de 1970, 80 o 90 procesos de formación académica universitarios obligatorios), nos puede resultar familiar este asunto de la ilustración como pensamiento dominante en eso del currículo con pertinencia en sociedades capitalistas dependientes. También hablar de ciencia como categoría universal que sigue el modelo empírico analítico, o el racionalismo cartesiano y sospechoso todo aquello que llaman despectivamente "saberes ancestrales", pero sin preguntarnos si padecemos de un cierto inductivismo ingenuo y tampoco aplicamos el falsacionismo. Esto es, negar y contrastar tesis dominantes, sino aceptar todo lo europeo acríticamente, aunque parezcamos muy listos por nuestros estudios de tercer, cuarto o quinto nivel.
Además, poco entendemos la epistemología del sur. A pesar de haber cursado por lo menos dos o tres veces signaturas vinculadas a la historia de la ciencia o del substrato filosófico de las teorías científicas, porque discípulos de maestros de la "ciencia normal", nos podemos preguntar asombrados: ¿cómo es eso de que exista una filosofía latinoamericana de la liberación o demás aspectos de las ideas alternativas a la hegemonía eurocéntrica u occidental en el campo de la cultura y el saber?
La formación de grado hecho en Venezuela, por su puesto en alguna de las pocas universidades autónomas y experimentales históricas de entonces, en general con libros y autores de los países centrales o muy pocos latinoamericanos y de la teoría de la dependencia en ciencias sociales, más inri si se es de los poquísimos privilegiados que llegaron a completar postgrados en el exterior, Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho mediante; son como iluminados. Regresaron en general obnubilados o desubicados, pensando y actuando como si estuvieran aun en Paris de Francia, que decía el profesor Manuel Bermúdez o bajo el encapotado cielo de Londres y no en Guárico, sector Lomo de Perro o el Hato de Baragua del estado Lara. Solo algunos pocos volvieron a resocializarse y emplearse productivamente en su área de especialización.
Súmese a ello los sesgos ideológicos que han venido floreciendo como la flora del agua corrida bajo el puente, porque en 20 o 30 años se han seguido diversos meandros, se ha ido y venido o, como se dice, saltado talanqueras políticas y se tendrá por estos días un panfleto que destila hiel. Por ejemplo, uno de alto vuelo "científico" o de la "razón pura" titulado algo así como "Chavecismo universitario". Luego es natural que uno, cuasi-autodidacta, que no pretende ni mucho menos polemizar con hiperexpertos en temas universitarios y de las ciencias o las humanidades, pueda preguntarse ¿cómo gente así, de pensamiento tan científico y dialéctico, escriba hoy denunciando prejuicios, precisamente recurriendo a los más abyectos prejuicios? ¿Por qué esa paradoja? Como fuere: ¿se podrá crear un nuevo modelo de universidad insurgente? ¿Apoyado en la epistemología del sur, que valora otra forma de producir conocimiento con suficiente relevancia científica-técnica y pertinencia social?
Tareas de este tipo suponen un esfuerzo ingente y al respecto es probable que existan experiencias exitosas. Así, alguna vez leímos que en Cuba durante el proceso revolucionario ha logrado impulsar las ciencias y las humanidades, atendiendo las políticas generales formuladas desde la dirección política del Estado-Nación, aun con las limitaciones derivadas del bloqueo de Estados Unidos. Que según testimonio de médicos-investigadores de esa isla ha afectado los posibles intercambios científicos con trabajos cooperativos, conferencias, acceso a revistas especializadas, medicinas y demás. Muy similar a lo que hoy está ocurriendo en Venezuela.
Sin embargo, parece haber en ese asunto dos aspectos diferenciados pero que guardan relación estrecha. A saber, asumir un nuevo paradigma científico va unido a un nuevo modelo de gestión universitaria sustentado en un corpus legal, teórico-científico y de filosofía política de nuevo tipo. En ese sentido, la revolución bolivariana tiene una ya abultada deuda social. Contrario a como hizo Cuba, de acuerdo al libro que recordamos la revolución llamada de Castro y su pueblo, por procesos propios de su especificidad histórica, se le impuso renovar los cuadros universitarios.
Al contrario, el Gobierno Revolucionario venezolano que llegó por la vía electoral en 1998 y ha seguido esa vía de la legalidad burguesa trató de alcanzar consensos creando una masa crítica a lo interno del campus que, hasta ahora no ha dado muchos indicadores de renovación, sino que como se dice en la plaza pública no ha tomado el toro por los cachos. Ha dejado que estas viejas casas de estudios se cocinen en su propia salsa y paralelamente ha venido construyendo modalidades con disposiciones y dispositivos de nuevo tipo, lo último ha sido la universidad virtual de la tecnología y la Samuel Robinson para la formación científica-técnica y del magisterio venezolano, escuelas de medicina comunitaria con la Universidad Alma Mater, Misión Sucre, universidades tecnológicas territoriales, pero ¿bajo cual modelo de gestión se desarrollan?
La más exitosa hasta ahora parece ser la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora, que incorporó a gran escala el componente de la producción y los estudios de cuarto y quinto nivel bajo la perspectiva crítica, historia insurgente y emancipadora; testimonios a que se ha tenido acceso comentan que varias de las tecnológicas territoriales a pequeña escala también van construyendo ese modelo alternativo aunque han encontrado gran resistencia a lo interno, primero por el predominio de los viejos modelos de pensamiento y luego porque la crisis presupuestaria, problemática social y humana derivada de la hiperinflación.
Claro, cerremos provisionalmente que las nuevas invectivas han resurgido por parte de antiguos dizque revolucionario cuando semanas atrás algún sector del chavismo, (¿o será más bien del chavecismo?) lograra ganar elecciones estudiantiles en la Universidad de Carabobo, igualmente, la polémica sobre la universidad en tiempos de la Revolución Bolivariana se ha planteado para culparle de todos los desmanes previos. Eso es un tópico ya. Sin embargo, la educación universitaria como indicador del desarrollo avanza o retrograda al mismo ritmo de la sociedad, que es su entorno al que sirve y/o satisface sus demandas, parafraseando aviesamente al Libertador, centro de las propuestas de modelos sociales y pensamiento alternativo, insurgentes y del sur. ¿Se tendrá la suficiente fortaleza para semejante tarea?
Algo se ha ido construyendo, esta mañana del martes 20 de noviembre oímos la sustentación de una tesis doctoral sobre el imaginario del negro en Venezuela a partir de relatos sobre la negritud y piezas de artes plásticas en la UPEL-IPB y mientras pergeño estas líneas veo en VTV a mi buen amigo el Dr. Omar Hurtado Rayugsen mientras el presidente Maduro entrega el Premio Nacional de Historia Insurgente y presenta la revista Memorias de Venezuela, acompañan ahí también en primera fila del evento los historiadores Abrahán Toro, Manuel Carrero, Iraida Vargas, Mario Sanoja Obediente, Pedro E. Calzadilla, entre otros miembros de las nuevas generaciones de historiadores e intelectuales. Luego uno concluye que se ha venido formando nuevas corrientes de pensamiento emancipador e instituciones académicas. Pienso o siento que en algo se ha avanzado. Por ahí se va andando.