El TSJ, el Gobierno, las universidades autónomas y experimentales: la historia sin fin

Una resolución reciente del TSJ manda que la UCV, la casa de luces y sombras o no sé qué más cuestiones líricas junto a otras instituciones similares con logotipos y consignas no menos rimbombantes y hasta en latín que exaltan por ejemplo las ciencias, las luces y las virtudes, (que es lo menos que en esas estancias se hace en verdad como puede leerse en la novela Magister rictus de José Sant Roz sino que son un campo de batallas políticas y hasta cabría decir que constituye un referente de lo que José Antonio Marina denomina La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez); realicen elecciones al fin.

Elecciones universitarias, si. Pero a tenor de un polémico artículo de la Ley Orgánica de Educación (2009); todo lo cual ha puesto sobre el tapete otra vez el asunto de la democracia universitaria que, para ambos sectores, es decir gobierno y oposición, es como “Nombrar la soga en la casa de ahorcado” o también aquello de que “En casa de herrero cuchillo de palo”.

Al parecer la decisión del alto tribunal de la república, valga el lugar común, responde a una demanda de hace ya varios lustros cuando fue suspendido el proceso de elección de autoridades rectorales. Porque de acuerdo a la Ley de Universidades (1970) vota sólo el Claustro y éste lo conforma el personal académico y de investigación que en el escalafón parte desde la categoría de Profesor Asistente, Agregado, Asociado hasta el Titular.

Los de reciente ingreso en la carrera académica o los que son parte del personal especial, Instructores y Contratados, pues; el personal con cargos administrativos o de servicios (obreros) si bien cooperan tanto en el proceso docente, investigación y extensión tradicionalmente no hacen parte del claustro. La universidad es una institución que se fundamenta en el conocimiento y la cualificación, al respecto han escrito largo y profundo autores como Francisco Cañizalez Verde, Orlando Albornoz, Luis Fuenmayor Toro al menos, tanto en el pasado como en presente y sus opiniones son unánimes: allí no aplica el criterio igualitarista típico de la sociedad civil.

Ah, tampoco votan los egresados universitarios cuya permanencia es muy temporal en el campus universitario, 5 o 6 años, y luego se desvinculan de su alma mater; aunque personalmente conocemos que algunos fueron estudiantes por más de 20 años; por ejemplo, un conocido estudió Historia en la ULA Mérida desde 1984 y se mantuvo de manera intermitente cursando materias hasta que por fin en 2007 se graduó; conozco también profesores que estuvieron más de 10 años en la categoría de Instructores o se jubilaron como Asistentes; en cambio, otros ascienden mediante mecanismos extraordinarios y al poco ya son titulares, de todo hay en esa viña del Señor.

Como no estamos en la lista de quienes se ofrecen como asesores, representantes y viceministros a César Trompis o al mismo Maduro “por nuestra amplia experiencia universitaria”, reconocemos que en esa precaria relación gobierno bolivariano-universidades durante estos 20 años la soga como siempre ha reventado por lo más delgado: el talento humano de las universidades, autónomas y experimentales, en la que no son pocos los que han agarrado la de San Diego, se han marchado demasiado.

Entre dimes y diretes esto de las universidades se ha convertido, como en la ya vieja película de ciencia ficción, en una Historia sin fin.

¿Será diferente ahora? ¿Si observaremos las elecciones uno a uno en la UCV, un ciudadano un voto? ¿También habrá elecciones aplicando el numeral 8 del artículo 34 de la LOE (2009) en la UBV y en las UPT?

¿O estaré siendo un insidioso? Porque en la UPEL, a la que amo sobre todas las cosas, ¿habrá elecciones rectorales y decanales también? Si los consejos universitarios no acatan la decisión del TSJ y se ponen como la AN en desacato, muy en coherencia con los planteamientos de Juan Guaidó, que sabe muchos de autonomía universitaria porque dizque estudió en la UCAB (¿…?), los corajudos del MPPEU o el gabinete de Maduro, ¿darán el zarpazo que pide mi amigo Simón e intervendrá todas las universidades venezolanas designando nuevas autoridades? ¿Cómo se estarán midiendo las fuerzas políticas a lo interno de tales instituciones?

Porque ya hemos visto a las manitas blancas salir en defensa de la autonomía universitaria e invocando la añeja Ley de Universidades, reformada hacia 1969-70, que es el tiempo cuando nacieron los padres de esas nuevas juventudes, como nuevos cruzados del perennialismo filosófico.

Los teóricos de la epistemología del sur (Buenaventura de Sousa et all) y el simarronismo sintetizado por Carlos Lanz, por ejemplo, con eso de los consejos estudiantiles y de los trabajadores no tiene precedentes y como siempre hemos repetido el mismo comandante Chávez en 2010 echó para atrás la nueva ley de universidades. Se quedó en Proyecto de Ley Orgánica de Universidades. ¿Qué es diferente el contexto de hoy? Por su puesto, ya no son ni la sombra de lo que un día fueron, como tampoco el país mismo, es hora de relanzar la universidad democrática y popular, ¿quién me contradice?



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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