"Leer es un acto más activo, creativo y autosatisfactorio que mirar una película"
(Ana M.ª Marchado)
La lectura es una práctica necesaria placentera en la vida del hombre. Y cuando digo hombre me refiero tanto a hombre como a mujer. Desde la postura mecanicista, aún dominante, es un proceso de decodificación de signos gráficos; en la cual, es necesario emplear una serie destrezas cognitivas que ayudan al lector a descifrar lo que el escritor quiere transmitir a través del texto. Desde este punto de vista, solo hay "significado objetivo, independientemente del lector" (Daniel Cassany). En otras palabras, desde esta concepción, solo hay lectores universales.
Y, ¿qué significa lectores universales? Esto quiere decir, que todos los seres humanos tienen un estándar de lectura; es decir, que todos leen de la misma manera para extraer información "precisa y ecuánime". También se les conoce como lectores genéricos.
No obstante, María Eugenia Dubois dice que: "…no existe un lector genérico, ni una obra literaria genérica, sino millones de lectores individuales, que leen millones de obras individuales..."
Ahora bien, los últimos años del siglo pasado y los primeros de este, estudiosos interesados en el tema, han profundizado en investigaciones sobre el proceso de la lectura, encontrando y dando a conocer hallazgos muy relevantes que explican que esta práctica es mucho más que un "análisis gráfico"; iniciando así, una nueva forma de ver y comprender el proceso de la lectura en la praxis humana; destacándola como un proceso integral, en el que lector, texto y contexto son interdependiente el uno del otro.
Cabe aclarar, que interdependencia se define como el "conjunto de relaciones recíprocas que se establecen entre diferentes personas, elementos, entidades o variables".
Para Rosenblett Louise, investigadora estadounidense, especialista en el tema y autora de la teoría transaccional de la lectura, "todo acto de lectura es un acontecimiento, o una transacción que implica a un lector en particular y un patrón de signos en particular, un texto, que ocurre en un momento particular y dentro de un contexto particular". Es decir, es un proceso que genera un intercambio de conocimientos entre el texto escrito y el lector del mismo, puesto que cada uno (lector y escritor del texto) tiene su propio "reservorio lingüístico", influenciados ambos por los conocimientos previos y el entorno en el que se desenvuelven.
Todo este proceso de saberes recíprocos es lo que Rosenblett Louise llama la lectura transaccional; la cual es un proceso donde el lector y el texto escrito entablan una relación circundante de sapiencias, experiencias y situaciones particulares que, en este caso, el escritor del texto y el lector del mismo tienen en torno a una temática específica que al lector le interesa y le atrae; transformándose este proceso en un todo integrado y no separado como tradicionalmente se le ha conocido. En ese sentido, afirma que "en lugar de dos entidades fijas que actúan una sobre la otra, el lector y el texto son dos aspectos de una situación dinámica total".
La lectura desde esta óptica no es un proceso vacío, unidireccional, fragmentado y de objetiva interpretación, ya que el lector se relaciona y construye significados en base a esa transacción que se genera entre el texto y los conocimientos y el bagaje formativo que este tiene en su experiencia de vida. En concordancia a esto, dice que "el significado no existe de antemano en el texto o en el lector, sino que se despierta o adquiere entidad durante la transacción entre el lector y el texto". Es un dar y recibir que se inicia entre ambos elementos.
De manera que, el significado en la lectura transaccional está determinado por la intención, el entorno y el conocimiento previo que el lector posee. "Normalmente, factores que ingresan en la transacción total, tales como el contexto y el propósito del lector, son los que determinarán la elección de significado del lector". Es entonces, un significado dialogado e intrínseco, ya que parte de la interpretación que el lector da teniendo en cuenta todos los factores implicados en este proceso antes mencionado.
La lectura desde esta óptica transaccional, es un proceso que pone de manifiesto y en evidencia el lado humano de la práctica lectora, puesto que expone el dinamismo relacional que todo individuo ejerce cuando interactúa con sus semejantes, por ejemplo, a través de una conversación personal, pero en este caso se da es con el texto escrito; es decir, al leer un texto se transige los saberes propios que tiene cada persona, influenciados contextualmente; con el objetivo de que el lector construya significados de acuerdo a su propósito lectoral y en concordancia con lo transado. En otras palabras, no es un proceso pasivo, inerte, paciente.
Con respecto a lo humano de la lectura, Gimeno Sacristán, citado por Pedro César Cerrillo Torremocha en "Los nuevos lectores: la formación del lector literario", dice lo siguiente:
La formación humana que tiene la lectura como instrumento de penetración en el legado cultural, si bien en un principio tuvo un carácter iniciático y minoritario, hoy se considera un bien digno para extender a todos los individuos, bien sea a través de las escuelas o por otros medios.
Es entonces la lectura transaccional, un proceso profundamente significativo para los lectores que lo practican desde esta postura, y la cual, se debe estimular desde las aulas de clases de las instituciones educativas tantos de nivel secundario como universitario, así lo instruye María Eugenia Dubois; porque contribuye a una formación de lectores activos, críticos, autocríticos y reflexivos de los procesos lectorales que estos realicen en su cotidianidad, siendo una práctica muy beneficioso para la emancipación del hombre en esta sociedad global dominada por corporaciones.