Contar para creer (8)

SOS para la Biblioteca Febres Cordero en Mérida

Salven el patrimonio documental de Mérida a la intemperie.

"¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil leguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!"

Santa Catalina de Siena

Quienes visitaron Mérida durante la feria y el asueto de carnaval, ante tanto derroche publicitario en fiestas y saraos con los reales del pueblo… seguramente pensaran que el gobernador y el alcalde tienen a Mérida como una tacita de oro. ¿Que son unas estrellas como las del parque Las Heroínas? Aunque sí, pero del desastre. ¿Que el alcalde está tan entregado a Mérida hasta el punto que en su pecho lleva la bandera, tal como ocurrió en la cabalgata ferial? Nada más falso que eso. Lamentablemente esa es la pura verdad. La Mérida que entrañan es de pura brocha y pintura, de fachada y arcos, de mucha publicidad y poco corazón. Para querer a Mérida más que maquilladores de tortas y portadas, hay que ser defensores del Patrimonio Cultural del Estado y constructores de ciudadanía. Mérida merece ser la Metrópolis de los Andes y no la Acrópolis de Venezuela convertida en cementerio de su Historia.

Pienso, escribo y digo esto ante el estado de abandono en que se encuentran las instalaciones de la Biblioteca Febres Cordero, que alberga la colección del patrimonio documental más importante de Venezuela después de la Biblioteca Nacional, aunque por algunas de sus rarezas coleccionadas por el Patriarca de las Letras Merideñas Don Tulio Febres Cordero, en especial la parte hemerográfica la hacen única e insuperable. Las autoridades no tienen ni la menor idea del tesoro documental que Mérida heredó gracias a la familia Febres Cordero y que ellos deben ser los garantes de su conservación, resguardo y promoción. De su pérdida la historia no los absolverá.

Inaugurada el 4 de noviembre de 1978, la Biblioteca tiene un origen generacional, fundamentada en lo recopilado por el hermano de Don Tulio, Antonio Febres Cordero y por León Febres Cordero Oberto, que luego Don Tulio acrecentó con paciencia salmantina, buscando en las pulperías, carnicerías y cuanto archivo pudo consultar para recoger "libros, folletos, manuscritos, hojas sueltas, fotografías y periódicos".

De no ser por la acuciosidad de Don Tulio Febres Cordero la historia de Mérida estaría incompleta. Por él los pueblos del interior pueden saber de su existencia al menos en un periódico, en una fotografía o en un dato suelto de su vastísima obra escrita. Tras la muerte de Don Tulio el 3 de junio de 1938 su hijo Rafael Febres Cordero asumió el resguardo de lo atesorado por sus antepasados y lo terminó de enriquecer entre 1930 - 1960, para finalmente donar todo ese legado -que ahora ustedes desprecian- a Mérida bajo "la expresa condición de que esa biblioteca no salga de Mérida".

Bien la pudo vender a cualquier Museo del mundo, pero la dejó como legado para el disfrute de los merideños. Así la conocí y la consulté como Sala Febres Cordero en el parque La Isla a finales de los 80 y a partir de 1994 como Biblioteca Febres Cordero en el sitio donde actualmente se encuentra en el edificio El Fortín frente a la plaza de Bolívar. Me cuento entre sus asiduos consultantes antes más que ahora y hoy puedo decir que parte de mi formación se lo debo a la riqueza documental que alberga. Por eso me duele su futuro y reclamo el vergonzoso presente en que se encuentra.

De acuerdo a la información publicada por el Lcdo. Samuel Hurtado convertido en guardián y albacea solitario del patrimonio cultural merideño, recorriendo calle arriba y calle abajo la ciudad, son cuatro las secciones que integran el fondo documental de la Biblioteca Febres Cordero, a saber: La sección bibliográfica compuesta por "3726 empastados y más de 12 682 títulos" con una curiosidad única el L-Anneis Senecae, impreso en Basilea (Suiza) en 1529. La sección hemerográfica con "3076 títulos y 61.710 ejemplares" con periódicos, revistas y boletines procedentes de casi todos los estados del país, "algunos caribeños, sudamericanos, europeos (Francia, España, Bélgica, Holanda) y norteamericanos". Con la ventaja que casi la mayoría de la colección está en microfilmes. La sección de manuscritos conformada "por más de 30 000 piezas, originales y copias" que van desde la Colonia hasta 1950. Además "esta sección se encuentra clasificada a su vez en cuatro subsecciones: documentos históricos, compuesta por manuscritos relacionados con Mérida, Coro, Apure, Barinas, Carabobo, Zulia, Trujillo y Táchira". Allí "la documentación más antigua son los libros de actas del Cabildo de Mérida de 1569 sobre mercedes de tierras; el archivo de Tulio Febres Cordero (1860-1938) y otros personajes de la familia, se compone de las correspondencias (enviadas y recibidas) y los diversos manuscritos de don Tulio Febres Cordero, Antonio Febres Cordero Oberto (1763-1853), León Febres Cordero Oberto (1797-1892), Foción Febres Cordero Díaz Viana (1831-1911), Fabio Febres Cordero Díaz Viana, Bartolomé Febres Cordero Díaz Viana, Foción Febres Cordero Troconis, Tulio Febres Cordero, Antonio Febres Cordero Troconis (1872-1947), José Rafael Febres Cordero Carnevali (1898-1974), Georgina Febres Cordero (1861-1925) y Sofía Febres Cordero Quirós; el archivo de Julio César Salas y el archivo de Casa Burguera de Tovar" y la sección audiovisual, con las fotografías de Mérida, impresas y digitales, desde finales del XIX hasta mediados del XX. Además de los "carteles, plegables, tarjetas postales, obras pictóricas, libros en formatos de CD, CDs de música incorporados por cumplimiento de la Ley de Depósito Legal, y la colección de imagotipos realizados por Tulio Febres Cordero y José Rafael Febres Cordero Carnevali".

Ante tamaña riqueza documental uno se pregunta ¿por qué tanta indiferencia, decidía y desinterés?, a pesar que el 14 de mayo de 2016 el Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela (IPC) en reconocimiento al invalorable fondo documental incluyó la colección en el Registro General del Patrimonio Cultural Venezolano convirtiéndola en "bien de interés cultural de la nación". Por ello, no tiene justificación que llueva más dentro que fuera de la biblioteca, que ahora su mayor exhibición sean potes por todos lados para recibir el agua del techo, motivado al vencimiento de la capa asfáltica, que se empezó a sustituir y se quedó en parada, lo cual conllevó que las colecciones estén a la intemperie y al acecho por la inclemencia de las lluvias. Una verdadera vergüenza para Mérida. (ver: https://iamvenezuela.com/2018/11/biblioteca-febres-cordero-de-merida-patrimonio-documental-de-venezuela/)

Las autoridades vienen de promocionar el derroque de feria, fiestas a todo dar, mientras el municipio ni la gobernación tienen recursos para paliar la situación de la Biblioteca Febres Cordero o al menos terminar de reparar su techo. Así se encuentra también la Casa Bolivariana de Bailadores devenida en un rancho y la mayoría de Centros Culturales del Estado. Aunque de manera contradictoria y con bombos y platillos se anunció que: "la entidad territorial cuenta con la plaza monumental más ecológica de América" (https://www.vtv.gob.ve/merida-plaza-monumental-ecologica-america/). En lo personal, me parece fabuloso que la Plaza de Toros tenga lámparas ahorradoras Led y su iluminación sea "…comparable a los estadios de fútbol y béisbol más importantes del mundo", lo que no comparto es que a su vez la Biblioteca Febres Cordero este en la oscuridad y mientras la Monumental "es la más ecológica" la Biblioteca sea la más contaminada por los hongos que generan la humedad.

Respetables autoridades: Mérida espera de ustedes algo más que la feria, que la colección de la Biblioteca Febres Cordero, uno de los pocos tesoros documentales que nos enorgullecen cómo merideños y venezolanos, sea puesta a la altura que se merece. Señor gobernador de qué sirve crear un Centro de Historia de Mérida y otro auspiciado por el alcalde de campo Elías en Ejido, sino somos capaces de salvaguardar nuestro patrimonio documental, ¿de qué se van a nutrir esos Centros o los queremos desnutridos? o ¿de qué van a escribir sus doctos integrantes, algunos Tulioferarios de ocasión? Ante tan vergonzosa situación de la biblioteca, sus miembros si de verdad son investigadores y estudiosos de la merideñidad deberían renunciar o al menos pronunciarse, sigan el ejemplo del Museo Arqueológico de Mérida que sacó un comunicado (https://www.facebook.com/museoarqueologicoula) que lo dignifica ante el silencio cómplice de otras tantas instituciones, que prefieren callar por mendigar un presupuesto o el pago de la nómina. Al igual que las autoridades llevan a Mérida en sus bolsillos. ¿Dónde quedan los grupos de investigación de la ULA, cuya fuente principal para ascender ha sido la Biblioteca? Ahora desciendan del olimpo y dejen ver su protesta plasmada en el papel.

Como cosa curiosa, el secretario general de gobierno de Mérida es el representante de la Sociedad Amigos de la Historia en el Estado, admiro su complacencia para con esta lamentable situación de la Biblioteca Febres Cordero, con "amigos" así para que enemigos de la historia. Parafraseando a Bolívar, podemos decir: "Llamarse representante para no hacer nada es el colmo de la miseria" que dirán los demás integrantes de la directiva nacional por estar tan bien mal representados en Mérida. Usted Don Emir Lara tiene la palabra. También la tienen el señor gobernador y el alcalde de Mérida, demuestren que si tienen con qué... Mérida se lo merece, no desprecien tanto la Cultura. Recuerden que hoy son los todopoderosos del Estado y mañana saldrán para con su mirada ver el piso y no ser capaces de mirar a nadie a los ojos. Vean a su alrededor como desandan sus antecesores, dando pena ajena. El poder es efímero y la cortedad es eterna.

A quienes seguramente ahora me bloquearan en sus celulares por no aceptar crudezas amargas, gracias. Con la verdad no temo ni ofendo.



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Néstor Abad Sanchez


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