No solo cuando Chávez hizo referencia fugazmente en sus propuestas acerca del nuevo liderazgo estudiantil, lanzando al boleo “el poder joven estudiantil” se vino a mi memorias aquellos días febriles de, ¡El sistema se hunde haz peso!, y de aquella consigna lapidaria que se tragaba los pasillos de ingeniería de la UCV, ¡Me avisan cuando aquí se acaben los problemas, para irme a joder a otra parte!... No, y no se equivoquen con estos “contestarios” y “propocisionistas” muchachos del este. Por primera vez, después del golpe de estado, el paro petrolero y la obstinación perpetua de cometer errores, la oposición ha comenzado a ver una lucecita en su infinito túnel de desaciertos. Así es la cosa, y no es por querer magnificar su gesta allá en el parlamento; pero ellos asistieron con el propósito de no decir nada, y también de estas conductas está llena la historia parlamentaria mundial, sino, pregúntele a Churchi porque es mas recordado, por sus zapatazos en el podio de oradores, o por su significativo discurso.
Después de la derrota política y militar, sufrida por el movimiento revolucionario a finales de los sesenta, precisamente fuimos aquellos muchachos, los que en la Luís Caballero Mejia, el Andrés Bello y en los pasillos de la Central, salimos a combatir las políticas reaccionarias del inefable Ministro Fernando Carabaño y del propio gobierno asesino de estudiantes de Rafael Caldera, marcando con estos hechos la recuperación de un movimiento popular y de la misma izquierda, casi desaparecida.
Marcando distancia y propósitos, estos hechos históricos, tienen algunas similitudes, y por esto no debemos caer en simplismo como, “perdieron la oportunidad de debatir” o “no tenia nada que decir”; en consecuencia, estamos obligado a leer mas allá de las letras y las palabras, porque pudiéramos estar en presencia del inicio de un proceso de recuperación de ese liderazgo ansiado por los sectores mas interesados en hacer fracasar este proyecto , y no precisamente por la errada via golpista y guarimbera.
Así las cosas, debemos esforzarnos más en la construcción, que en la “victorias inmediatas”; de allí, lo pertinente de impulsar a fondo, no solo el anunciado poderoso movimiento estudiantil, sino, una verdadera revolución universitaria, que nos acerque más al proceso de transformación político y cultural que aspira este pueblo; porque de lo contrario, correríamos el peligro de que estos “niños ricos” nos metan el contrabando que de verdad no son liberales ,si no hombres libres, y que no hacen oposición ,sino proposición.
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