Las luchas históricas del pueblo venezolano por su propia liberación han delineado el horizonte socialista que los trabajadores, explotados y excluidos, hoy vislumbran como la utopía realizable, aquella que resume sus esperanzas por un mundo de dignidad y justicia.
La universidad venezolana ha estado presente en esas luchas, y a ellas se debe. Cabe recordar que la fundación de la Universidad de Mérida fue el primer decreto de la Junta Patriótica de Gobierno por la Provincia de Mérida, en pleno trance independentista, y que el propio Bolívar, junto con Vargas, realiza la reforma universitaria de la Universidad Central, para ponerla a tono con la nueva realidad republicana.
La construcción de una sociedad socialista, sin explotadores ni explotados, requiere de una universidad democrática, incluyente, que no sea un medio para el ascenso social individual y la justificación de los privilegios, sino más bien un espacio para la formación del sujeto crítico, solidario, integral, que corresponde a un nuevo orden social de justicia e igualdad.
Si bien esta siempre fue la mayor reivindicación por la que luchó el movimiento estudiantil, en estos momentos la universidad lamentablemente reproduce en gran medida los esquemas de dominación propios del capitalismo, tanto en sus estructuras políticas, en la orientación de una parte importante de los pensa de estudios y la investigación, como en la gestión de los recursos económicos que el pueblo, a través del Estado, le asigna. A pesar de esto, hay otra universidad comprometida que los fascistas han querido silenciar, y ella es el germen de lo nuevo, lo que vendrá.
Los defensores de la vieja sociedad, quienes hoy se atrincheran en la universidad y secuestran su autonomía, pervirtiéndola a favor de los programas políticos del fascismo, serán barridos definitivamente por la democracia popular. El pueblo, incluyendo a estudiantes, profesores, empleados y obreros comprometidos, rescatará el auténtico sentido de la autonomía universitaria; continuará y desarrollará los preceptos de la educación popular, en una tradición que viene desde Simón Rodríguez y pasa por Paulo Freire, entre tantos apóstoles nuestroamericanos de una educación liberadora y humana.
Este momento de parto creador está amenazado por el imperio asesino, la oligarquía antinacional, y sus agentes mercenarios. Pero el fascismo no pasará. Este pueblo ha asumido su destino: ¡Patria, Socialismo, o Muerte!