El postmodernismo penetró nuestra Alma Mater y la dejó con la consistencia de un queso, de los que con tanto gusto horadan los gusanos. El pensamiento de avanzada del que se ufanaban los sesudos académicos, se les está desguasando ante los ojos como un barco que no ha de navegar nunca más, hundido por el peso de su propia chatarra.
Prefirieron seguir siendo la caricatura choreta del modelo de las universidades norteamericanas. La universidad insípida, insabora e incolora, que produce profesionales agudos en pesetorología, se comienza a enfrentar con un nuevo modelo de país, ese que durante mucho tiempo temieron desde sus cátedras y pupitres los que ahora empujan a los muchachos a la calle, soplándoles al oído consignas que ellos aderezan con coreografías propias de su cultura “Ají Picante”.
La oposición catedrática ha echado a las calles a la generación Tvdirigida… Es la última flecha que les quedaba en su carcaj, pero esta flecha boomerang se les puede torcer, cuando los estudiantes chavistas, que durante años se mantuvieron en hibernación, comiencen a abrir la boca y a sacar cuentas: “¿Cuánto vale la matrícula? ¿Es justo lo que pago por mis estudios? ¿Cuánto gana la universidad a mis costillas?” Y lo que les va a doler más a los agiotistas ensotanados de la UCAB y al resto de las privadas – “¡Descuento, descuento, descuento!” Qué van a hacer cuando en las puertas del rectorado les entreguen el pliego con las cuentas del robo.
Hablando de democracia, las autoridades de la UCV van a tener que enfrentar en público la verdad de la tiranía académica de la desigual relación de votos de ¡40 a 1! para los estudiantes y de cero para los obreros. Esta proporción nos recuerda el argumento de la oposición, que dice que ellos son una minoría cualitativamente superior, lo que los hace más. Estamos seguros de la preocupación que debe estar embargando ya a los espíritus en los decanatos, porque van a tener que entregar sus privilegios malditos, como ese que permite que los hijos de los profesores nazcan con un pupitre “debajo del brazo” – Libertad, libertad, libertad…
Y las universidades que piden autonomía, que sepan que la van a tener que compartir con los estudiantes, pero no con los eunucos mentales que fabricaron en sus ferias de Mc Donald, sino con las sorpresas que siempre depara la inteligencia, que es el digno diferenciador de nuestra especie.
Le dieron bastante cuerda a su Frankestein franquista, ya lo vimos lanzarle monedas a un estudiante chavista en la UCAB; ya el San Ignacio se vistió con su franela amarilla de Primero Justicia y el fantasma de Escribá se puso al frente de sus falanges.
La raza superior por la boca de su Rector dice generan el “15% del conocimiento que se produce en el país” (sic), despreciando los saberes que genera el pueblo, más aún en un país que construye ahora un modelo inédito.
Están atizando el odio, jorungando al pueblo, y se les va a voltear el juego.
Una cosa es llamar al diablo y otra verlo llegar…
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