Nuestro pueblo no tiene cultura de la lectura. Hemos roto la barrera del analfabetismo, señalando con ello un mega avance en la proyección de nuestros compañeros, paisanos más desaventajados, puesto que no había sino labores serviles para ellas y ellos, mientras no supieran leer y escribir. Aquellos días de culturización se perdieron en el facilismo del snob, sin investigar nada alrededor del tamaño paso que se ejecutaba. A todos sorprendió el número de iletrados, el número ejecutado de alfabetizados. El escalón más primario NO FUE aprovechado por quienes estaban en la coordinación o, al mando de la hazaña. Casi convengo que se hizo por gente QUE NO LEE. Una cosa es el desideratum del Presidente al proponer la Misión Robinson, otra: Aprovechar el paso para transformar al iletrado, en ADICTO a la lectura. Si no la tiene quien ejecuta el plan, menos se podrá esperar del iletrado. Cuando observé las cajas de libros, que si Quijote, o la vida de Bolívar por Liévano Aguirre, por cierto, biografía muy carente de datos importantes, como proveedora de otros muy fantasiosos, me dije, ¿qué lector de Robinson iba a leer semejantes mamotretos, cuando apenas está empezando a deletrear los avisos que encuentra en la calle. Textos que además de proveer términos, acepciones, construcciones gramaticales totalmente desconocidas por los “noveles lectores”, más bien lo iban, lo colocaron mejor dicho, nuevamente el primer peldaño de la cultura humanística, al ver que no solo leer y escribir, sino tener guáramos para investigar cada párrafo de lo que aventuraba terminar, porque nada de lo leído lo comprendería. ¿QUÉ LECTOR ROBINSONIANO HA LEÍDO EL QUIJOTE? La misión tuvo y tiene aún esta pata coja que raya en la cursilería prosaica.
¿Qué les costaba INVESTIGAR, CONSTRUIR, textos adecuados al aprendizaje, que se sintieran estimulados al terminar una obra leída, satisfacción que poseemos cuando acabamos un libro? Por ejemplo: Manuales de salud, de higiene, consejos para la siembra, para la vida pecuaria, cuentos, (¿Pocaterra?), selección de poesía, no en mamotretos, sino en colecciones de bolsillo, de no más de 100 páginas, etc. Y de paso, QUE TUVIERA CONTINUIDAD, sólo para los robinsonianos.
Siempre estuve y estoy en descuerdo por la forma como se ejerce la cultura en este proceso, nada que ver con lo revolucionario, dado que estos compatriotas robinsonianos, no le tienen un vínculo que haya sido creado por la cultura de este país. El hecho no es que entren al Teresa Carreño, esa es la autopista del facilismo, pero CREAR textos que comulguen con el interés que lleva el “pretendiente” a ser incluido, ni por asomo. OJO, no es que quiera decir que ese ministerio no trabaje, simplemente lo que hace NO ES PARA LOS EXCLUIDOS. Conozco de gente que trabaja en los copos de barrios donde no llegan ni afiches de Chávez, jamás verán a esa gente en bienales de libros, qué bienales nada, en ninguna de las manifestaciones que haga la cultura que se derrocha en ferias de esto, encuentros internacionales de lo otro. Y hablamos del primer peldaño de la cultura: LEER Y ESCRIBIR.
Aún estamos a tiempo. Propongo en este día internacional que se proyecta, la creación de una biblioteca manejada sólo para ese fin, PARA ROBINSONIANOS, que sea un gotero de estímulo, mitos, cuentos, poesía, diccionarios de sinónimos, cuadernos para dibujar, escribir, con sentencias de los hacedores de esta república, de administración doméstica, ahorro, planificación, de salud. Aún no veo por ejemplo, algo que se haya hecho sobre las rutas de Miranda. Qué Miranda, ni que Miranda, ni las de Bolívar. Acabo de publicar un librito de mi autoría sobre Boves, a quien agradezco muy muy sinceramente a los de aporrea su exhibición cyber, pero cuya edición debo cancelar, y cuya aceptación creí iba a ser muy fácil. Pues me he caído de una mata, puesto que a excepción de algunos fascinados que han mostrado su interés por el mismo, NINGUNA institución, ha mostrado el interés por el. Tengo el portafolio lleno de cartas llevadas, esto no funciona con cartas definitivamente.
Sólo tengo una respuesta a ello y es que simplemente no somos un público lector. Sirvan estas líneas no como prevención, pues aún estamos a tiempo. Ninguna imagen televisiva proporciona o invita a la creatividad, como la aportada por la lectura. Nadie comenzó a estudiar matemáticas con ecuaciones de segundo grado, sino con ábacos. La cartilla lleva al principiante a indagar en las palabras. El recién letrado adulto le interesa más aprender de planteamientos y soluciones para su vida diaria que Don Miguel de Cervantes, por Dios.
Propuesta: Biblioteca para Robinsonianos. Que dentro de poco tengamos nuevos oferentes en cuanto a lo humanístico y científico, pero propuesto y llevado a cabo por estos hermanos, muchos de ellos con más vasta experiencia para divulgar sobre sí, que nosotros, los provenientes de los aburridos salones de clases.
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