La vuelta a clases

El final de las vacaciones anuncia la llegada de nuevas temporadas de protestas. Previsible y anotado en agenda como tarea pendiente desde julio pasado, la muchachada opositora se apresta a reiniciar con renovados bríos su heroica lucha. Este debe ser, con toda certeza, el único país del mundo en el cual uno de los sectores enfrascados en una pugna casi fratricida, hace un repentino alto, recoge su morral y se va de rumba.

¿Conoce usted, apreciado lector o lectora, de algún lugar en el cual la lucha por la libertad de expresión, los derechos civiles, la democracia, la vida, se postergue un tiempito porque los soldados se van para la playa, o a jugar Nintendo o Wii? Eso sucede en esta singular república donde se libran guerras mediáticas, con libretos desgastados de tanto manosearlos, y donde sigue sin vislumbrarse alguien que haga un mínimo esfuerzo por presentar algo diferente; una persona u organización que logre reagrupar, aunque sea una respetable porción de 25 por ciento de esa oposición desperdigada, y que ofrezca propuestas coherentes, constructivas e iniciativas distintas y no reacciones, automáticamente negativas, ante cada proyecto gubernamental.

La modestísima Plaza Brión de Chacaíto es el nuevo escenario en el que discuten sus ideas los estudiantes opositores. ¿Cuánto mide esa plaza?, ¿mil metros cuadrados?, ¿dos mil?, ¿cuántas personas caben en ese reducido espacio?, ¿tres mil?, ¿cuatro mil bien apretaditas? Con bastante generosidad me atrevería a decir que en ningún momento esas manifestaciones han logrado sumar ni siquiera diez mil muchachos.

¿Con qué autoridad se permiten hablar del "movimiento estudiantil venezolano"? ¿Quién les dio esa representación? En un país donde la matrícula en educación superior supera holgadamente el millón de estudiantes, arrogarse la representatividad de ese universo es, cuando menos, un acto de suprema pedantería.

Ya vendrán otra vez los cánticos a la libertad entonados por rostros algo bronceados y algunos tal vez un poco subidos de peso. Volverán las manitas pintadas de blanco, las concentraciones en el Sambil, las pancartas espectaculares, las franelas negras, las caminatas de la Católica a la Central (¿cuándo se había visto esto?) y viceversa, y un sin fin de "originales" expresiones de protesta, ahora contra la reforma constitucional o contra lo que los asesores mediáticos pauten en el momento.

Lo que esos muchachos no terminan de entender es que han tenido en sus manos la oportunidad de tomar las riendas de la descarriada oposición, porque se presume que ellos son frescos, no contaminados, la flor de la vida pues, y la han desperdiciado porque se han dejado manipular por los mismos de siempre. Se dejaron ver el tramojo y decepcionaron a un montón.

Antes de iniciar "la agenda política" del nuevo año escolar, los jóvenes de Chacaíto deberían sentarse a debatir entre ellos sobre qué es lo que buscan y hacia dónde va su movimiento. El hombre que se sienta en Miraflores necesita un contendor. El cargo está vacante y lo seguirá estando mientras del otro lado existan líderes o instituciones que se permitan creer que pueden pensar por nosotros. Eso funciona para un comercial, no para un país.


mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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