La UCV no es el pueblo

La victoria de la derecha en las elecciones estudiantiles de la UCV no sorprende a nadie. Desde hace décadas, la composición social del alumnado en esa y otras universidades nacionales dejó de ser popular, para convertirse en coto de las clases media y alta, mientras muchos de sus profesores de origen humilde, padecen la fatuidad de considerarse “académicos”, no en el buen sentido de practicar la ciencia para resolver problemas teóricos o prácticos y alimentar la calidad docente, con lo cual se honra a la institución, sino por el banal placer de pertenencia a una “elite intelectual”, que hoy como nunca antes, tiene cabida en los espacios mediáticos de opinión y farándula. Por eso vemos tantos figurones pavoneándose con ínfulas de sabios en programas de TV, estirando el cuello para que las cámaras los capten mejor, incluyendo a veces ejemplares que tienen años de atraso en su ascenso en el escalafón docente, y cuya permanencia laboral sólo se explica por un compadrazgo gremial contrario a la excelencia académica. En gran medida, esos sujetos tratan de evadir su pasado de pobreza, y más aún, cuando el gobierno de Chávez centra su acción precisamente en ese sector, cuya importancia creció al amparo de la desidia en cuarenta años de democracia representativa.

Está claro que ante la contundente penetración del chavismo en las clases populares, gracias al mantenimiento sostenido de programas de redistribución social del ingreso, y ante el fracaso sistemático de los políticos de oficio contrarios al gobierno, la oposición y sus financistas nacionales y extranjeros debieron depositar sus esperanzas en una vanguardia estudiantil de “dirigentes preconstruidos” por agencias publicitarias, que de manera espuria es bautizada como “el movimiento estudiantil” por los medios escuálidos. Pero una cosa es tener la intención de impedir el referendo y derrocar nuevamente a Chávez, usando a los estudiantes de derecha como punta de lanza, y otra muy distinta es lograrlo. Que la derecha estudiantil o profesoral arrase en una institución cada vez más alejada del pueblo no es extraño, pero de allí a que tales resultados puedan influenciar el referendo por la reforma constitucional del 02-12, hay una distancia sideral, que sólo cabe en las mentes de los creativos publicitarios. Definitivamente, la arrogancia de la derecha le impide el aprendizaje y por eso sigue subestimando la capacidad de crecer y de organizarse, que tiene el pueblo mayoritariamente chavista.

En la que antes fue nuestra máxima casa de estudios ahora reina el terror de la inquisición política, contra quienes apoyan la única gestión gubernamental que ha respetado cabalmente la autonomía universitaria, que ha cancelado deudas mil millonarias dejadas por los gobiernos adecos y copeyanos, y que contrata proyectos con profesores universitarios sin preguntarles su filiación política, como una manera de propiciar el acercamiento de los centros de educación superior con la realidad. Recientemente, en la Escuela Vargas, algunos profesores que hacían proselitismo por el SI, fueron conminados a ofrecer disculpas a los estudiantes por manifestar sus convicciones, y a otros docentes de variadas facultades se les discrimina por ser afectos al gobierno. Lo peor es que en un recinto donde debe prevalecer la búsqueda de la verdad, la campaña oposicionista se nutre exclusivamente de la mentira, la manipulación y la intimidación.

¿Por qué los reaccionarios de la UCV le temen tanto a la reforma? ¿Será que les molesta que a partir de enero el horario laboral se reduzca a seis horas diarias? ¿Será que no les conviene la prohibición del latifundio y del monopolio? ¿Son contrarios a la promoción de la agroecología como base para el desarrollo rural? ¿Preferirían que PDVSA fuera privatizada? ¿Les afecta la creación de un fondo para la seguridad social de los trabajadores independientes? ¿Será que no se sienten capaces de enfrentar el reto de participar en la creación de una sociedad socialista democrática, humanista, productiva, antiimperialista, que respete al ambiente y valore la solidaridad? ¿Si las universidades nacionales son propiedad de todos, por qué se oponen al reconocimiento constitucional de variadas formas de propiedad? ¿Defienden a la UCV o sus intereses particulares? ¿O es que básicamente los temores radican en artículo 109 y 230?

palmacam7@yahoo.es


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Camilo Palmares

Profesor universitario.

 camilopalmares@yahoo.com

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