Los profesores JRZ y JLM son miembros del Consejo de Apelaciones actual de una universidad en elecciones. Ese consejo es la última instancia administrativa en decisiones disciplinarias y electorales de la universidad en cuestión. Ambos profesores se presentan como candidatos a representantes de los profesores en el Consejo Universitario (CU) de la misma universidad. JRZ y JLM han debido renunciar o separarse transitoriamente de sus posiciones en el Consejo de Apelaciones y dejar a los suplentes asumir las mismas, pues no pueden estar en la situación de ser jueces y partes. Han debido evitar lo que en venezolano se llama “despacharse y darse el vuelto”. La Comisión Electoral ha debido obligar a que esto ocurriera.
Pero, lejos de asumir la conducta correcta, ocurre un hecho que claramente demuestra lo perverso de este tipo de situaciones y que habla en forma evidente de la falta de ética de estos profesores. Otro profesor de la misma banda, IC, quien acompaña a JRZ y a JLM en la misma plancha de candidatos a representantes de los profesores ante el CU, pide al Consejo de Apelaciones que se deje votar a los profesores jubilados en esa elección, pues ello los favorecería en relación a la votación. El Consejo de Apelaciones, donde JRZ y JLM constituyen dos de los tres integrantes totales, aprueba la solicitud del profesor IC, que los favorece a ellos también de acuerdo a los numeritos manejados, pero que es contraria a lo establecido en la Ley de Universidades y a una práctica de años.
El CU de esa universidad interviene para tratar de poner orden y desautoriza al Consejo de Apelaciones, lo cual no puede hacer legalmente pues no tiene las atribuciones necesarias para ello. Ante esta decisión ilegal del CU otro profesor, de la misma mafia, opone un amparo ante el TSJ, organismo que suspende las elecciones de representantes profesorales ante el CU precautelarmente hasta decidir sobre el fondo de lo solicitado. El conflicto de intereses bastardos entre los miembros del Consejo de Apelaciones JRZ y JLM y su interés en ser representantes profesorales en el CU ha originado todo este cuadro de confusiones.
¿Son éstos los dirigentes idóneos de la universidad o serán sus futuros sepultureros?
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