El texto escolar

Recientemente he visto que se ha estado planteando, sobre todo de parte del Ministerio del Poder Popular para la Educación, lo relativo al texto escolar. Incluso, se ha hablado que el organismo arriba mencionado, elabore los textos que deben manejar los alumnos, particularmente en el sector público de la educación. Esto con la finalidad de adaptarles a las nuevas realidades y hacer posible, mediante la repartición gratuita, que cada alumno disponga de ellos. Por estas cosas, he creído conveniente publicar estas notas para de alguna forma, y de manera modesta contribuir con la discusión de un asunto que me interesa e incumbe como venezolano y docente. Y al mismo tiempo, resaltar como eso se ha venido discutiendo por años, sin que todavía no hayamos podido tomar una decisión necesaria. Siempre hemos dicho, desde el sector progresista de la educación venezolana, que es necesario hacer de nuestros alumnos libres y críticos. Y esta aspiración, ahora más que nunca, es una demanda inaplazable.

 Pero hacer alumnos con esas características, implica entre otras cosas, desde el momento mismo que se inicia el aprendizaje formal, ponerlos en condiciones de elaborar sus conocimientos y respuestas a cuanta interrogante le asalte. No se trata de darles respuestas, conforme a una expectativa u otra, sino que sean ellos, confrontando con la realidad, los hechos, objetos, y hasta las pruebas documentales y las opiniones del colectivo, quienes arriben a sus conclusiones.

  La escuela burguesa, o mejor la escuela de las clases dominantes, ha puesto y pone énfasis, para ellos se vale de distintos mecanismos, para sembrar a los descendientes de aquellas y a los dominados, sus conceptos, apreciaciones, evaluaciones y en fin de cuenta, todos sus valores. Por eso, la escuela ha sido repetitiva, caletrera y alienante. Las prácticas del comprender están destinadas a intentar racionalizar en la cabeza de los estudiantes, hasta lo que le es ajeno. Y para eso, pese a que en algunos casos encontremos en los programas objetivos inteligentes, bien diseñados y que hasta permiten trabajar críticamente, los textos se encargan de poner límites al docente y alumno.

 Unos años atrás, el diario "El Nacional" recogió algunas  de  las conclusiones  del Centro de Investigaciones "Tebas", de  la  UCV, sobre un estudio hecho acerca de los textos que más se  utilizaban  en la escuela venezolana.

 En  esas  conclusiones  se  hicieron  graves afirmaciones contra  los  textos,  relativas a deficiencias  en  el  lenguaje, frecuentes   disparates gramaticales,  pobreza   conceptual   y pedagógica. Incluso  se señaló, con sobrada razón,  que  aportaban conocimientos  sin  ninguna  utilidad y "más bien abstractos  y desconectados de la realidad". "Tebas" habló de un texto deseable y  le  asignó perfil que incluye, entre   otras  características, "una elevada calidad de impresión que facilite la comprensión  de los contenidos expresados".

 Además,  el grupo investigador de la UCV, mencionó  la entrega sensual y placentera del docente al texto escolar.  Dijo "Tebas", que aquel asume la personalidad del libro. Es decir,  se desdobla  y  somete a la dictadura del texto,  a  sus  formas  y contenidos y, por su intermedio, domestica y aliena al educando.

 La  verdad es que "Tebas", después de  analizar  - según dijo  - mil 620 textos escolares de Educación Básica,  no  aportó nada  nuevo, si juzgamos por lo expuesto en la prensa. Es  decir, nada  es diferente a lo que muchos educadores ya sabíamos y se ha dicho repetidamente.

 Y eso permanece intacto en la educación venezolana y forma parte de las cosas que el actual gobierno y su política educativa intenta modificar.

 Habría que agregar, para una cabal comprensión del problema y su magnitud, que hasta ahora, las editoriales que imprimen los textos pertenecen al capital privado. Los redactores, partiendo de las definiciones generales de los programas, elaboran aquellos con los contenidos específicos y las estrategias inherentes a su percepción de los intereses del aprendizaje. Unos y otros, autores y editoriales, generalmente salidos del viejo mundo, bien se entienden y saben cuánto se necesitan.

 Pero "Tebas" se excedió en sus acusaciones contra  los docentes; pues si bien es verdad parte de lo que afirma, lo  central  del problema  que estudió está en la existencia de unos  instrumentos estereotipados  y obsoletos  que  de  ñapa  tienen  el  aval  del ministerio respectivo. Las deficiencias del docente es harina  de otro costal. Y eso, dicho antes, fue verdad y sigue siéndolo en gran medida.

 Hace  años ya, en un encuentro nacional de docentes  de Ciencias Sociales, planteamos mediante ponencia  escrita  esta cuestión y propusimos una revisión a fondo de los textos y  hasta el desecho de los mismos. En este caso nos referíamos a los que estaban en uso.

 En el caso de la Escuela Básica y específicamente en el campo  de las Ciencias Sociales, los textos que el Ministerio  de Educación ha aprobado están diseñados más para el embrutecimiento que para el aprendizaje. Por eso, le declaramos la guerra al texto vigente,  entendiendo como  tal, al libro que  por años se  ha utilizado  en las escuelas y que de una vez le presenta  al  niño respuestas  y  soluciones a problemas que nunca llega  a  conocer cabalmente. Este texto tiene la curiosa idea, según la cual,  las soluciones   existen pero  el  problema  no.   Hay   causas   y consecuencias que  los  niños y adolescentes  deben  conocer  de problemas inexistentes  o  por  lo  menos,  cuyas esencias le presenta  inaccesibles. Es un libro que habla por  todos  y  más parece un oráculo. Habla por el maestro y por el alumno. Todo  lo responde  dentro de la conceptualización del autor;  no  estimula la libre intervención del niño. No le deja espacio ni oportunidad para  reflexionar, elaborar respuestas y verterlas en sus formas expresivas.

 Por  eso,  las  sugerencias de  "Tebas"  no  agotaron  el asunto. Es verdad que sería ideal disponer de textos con gráficas de calidad, pero más importante es que ellos sean pertinentes.  Y esto  significa que más que presentar  contenidos  comprensibles, como dijo "Tebas", lo esencial es un libro que aporte  contenidos y estrategias  metodológicas para que el educando  elabore sus propias respuestas. No se puede olvidar la sentencia de Confucio, según la cual, lo sano no es darle un pescado a un indigente, si no enseñarlo a pescar.

 Aprender es aprehender; alcanzar la aptitud de dar respuestas a los asuntos a los cuales abordamos. Intentar instalar respuestas previamente elaboradas y por otros, en la cabeza del educando, hágalo quien lo haga, eso es alienar.

 Finalmente, como "Tebas" insistió mucho en conocimiento, es bueno afirmar que se le olvidó que el texto  deseable  debe contribuir  al desarrollo de habilidades y  destrezas  necesarias para el crecimiento individual y progreso  colectivo.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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