Cuando observamos las arremetidas de Urosa Sabino y su pandilla, seguidos por los mercantilistas de la educación y enemigos del pueblo, como el de la vocecita atiplada que se rasga las vestiduras exigiendo respeto a los derechos de la Cámara de la Educación Privada y llamando airadamente a la desobediencia de la LOE (Ley Orgánica de Educación) así como otra sarta de politiqueros, que jamás se preocuparon ni siquiera por la educación de sus muchachos, no podemos menos que exclamar ¡Resucitaron las jaurías del 45 !. Porque son los mismos de hace 64 años, cuando pedían la cabeza del maestro de maestros, Luis Beltrán Prieto Figueroa, a la postre Ministro de Educación y que pretendió desde allí irradiar el sueño de cuando fundó la Asociación de Maestros de Instrucción Primaria,un 15 de enero de 1932. Cuatro años mas tarde en la Primera Convención del Magisterio nace la Federación Venezolana de Maestros, en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, un movimiento que no solo reivindicaba la profesión docente, sino que abogaba por la defensa de la educación de calidad y de los derechos del niño y de las niñas.
Aquel insigne maestro junto a otro grupo de educadores alzó la voz rebelde del pueblo y poco tiempo después esa asociación pasó a la clandestinidad, hasta el 13 de enero de 1945, cuando el único presidente verdaderamente democrático que tuvo Venezuela en el siglo pasado, Isaias Medina Angarita, por decreto ejecutivo oficializó el 15 de enero como Dia del Maestro. Ya en esos tiempos el maestro Prieto Figueroa y sus seguidores invocaban al Estado Docente, como garante del pleno derecho a una educación integral, permanente, continua y con equidad de género y en igualdad de condiciones.
A través de un proyecto de Ley, en su condición de Ministro de Instrucción Pública, LBPF, quiso darle rango constitucional a ese sueño dorado de los docentes que habían luchado contra el oscurantismo gomecista, pero surgieron las Jaurías de la oscuridad encabezadas por curas, monjas y viejas beatas, que sacaron a los niños y niñas de los colegios católicos a la calle para que al grito de “Abajo el comunismo” satanizar las intenciones de aquellos hacedores de sueños y sembradores de esperanza y lograr que los genuflexos parlamentarios de la época engavetaran la ley. Luego vendría otro largo período de tiranía la de Marcos Pérez Jiménez, gracias a la complicidad adeco copeyana,que valga decir, la pagaron bien caro. Una vez más se puso de manifiesto aquella sentencia del maestro Joaquín Trincado: “En todo pueblo hay un ángel que enciende la luz, el maestro, y un vampiro que la apaga, el cura”.
Luego vendrían nuevamente los albores de la democracia con la llegada del Comandante Hugo Chávez a la primera magistratura y con ella el renacer del sueño de una educación liberadora y se dio todo aquel proceso de la Constituyente Educativa, que recordamos con sumo agrado, porque nos tocó acompañar a nuestros camaradas docentes desde la Zona Educativa del Estado Bolívar, donde elaborábamos el periódico “Cátedra Educativa”, que buena divulgación dio a ese proceso y de alguna manera estuvimos inmersos en estas brillante tarea y que hoy vemos sus frutos gracias a la Revolución Bolivariana.
Ahora, nuevamente vuelven con el mismo grito y la misma gente, pero esta vez, no pudieron y solo pudiéramos decirle,como el presidente llanero Luis Herrera Campins: “Tarde píaste pajarito”. Se quedaron con las ganas.
Ahora nos toca a todos defender en el terreno que sea esa Ley,que no requiere ningún referendo, porque a través de la discusión nacional, con el parlamentarismo de calle, el pueblo dijo que sí y cuadró con el Estado Docente..La jaurías resucitadas tendrán que volver a sus gélidas y fétidas madrigueras.
(*)Periodista
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