Que lo diga Ledezma es comprensible, su cerebro no da para más. Que cabeza de motor lo grite, es perfectamente previsible, por ello es cabeza de motor. Que Urosa Savino lo diga en el púlpito y ante las cámaras, no es más que la repetición de la historia, ¿cuándo ha estado a favor del pueblo la cúpula ecleciática? Que en Globovisión lo repitan día y noche...no podía ser de otra manera ¿no son acaso sus dueños Ravel, Mazharane y Zuluaga?
Nadie debería extrañarse de la campaña que este grupo y algunos otros han desatado contra la recién aprobada Ley Orgánica de Educación. Ella era perfectamente previsible, incluso en su contenido. Lo que sí aún nos causa asombro, es que en pleno siglo XXI existan pendejos que crean que Chávez va a quitarle la patria potestad de sus muchachos; que Dios va salir de las aulas de clases por órdenes del Presidente; que darle participación a toda la comunidad universitaria, para que elijan sus autoridades es antidemocrático y atenta contra la autonomía y que es una aberración exigir a las universidades que rindan cuenta de los millonarios presupuestos que se les asignan.
Asumimos la responsabilidad de afirmar que hay que ser pendejo para creer en argumentos tan banales como los anteriormente expuestos, pero al mismo tiempo reconocemos que en Venezuela hay el pendejo que juega garrote.
¿Cómo no llamar pendejos a un ser humano al que no se le antojen ridículas las afirmaciones de fósiles como Ramos Allup, Oswaldo Álvarez Paz o Cesar Pérez Vivas en cuanto a que están preocupados por el destino de la educación venezolana?
Cómo pueden hablar de preocupación los que fueron gobierno o cómplices silenciosos del cierre de todos los comedores escolares; del asesinato de cientos de jóvenes estudiantes; de que el número de analfabetas crecía año tras año hasta llegar a representar casi el diez por ciento de la población; del cierre de las escuelas técnicas; del allanamiento de las universidades; del deterioro alarmante de la infraestructura escolar; de que los muchachos no consiguieran cupo en las universidades; de que la deserción escolar llegara a niveles espeluznantes; de la especulación en los colegios privados; de la pésima calidad de educación impartida en colegios y liceos públicos; del salario miserable que ganaban los maestros y profesores; de que miles de educadores se murieran sin cobrar su pensión de retiro... Sí, hay que ser bien pendejo para creerle a estos personajes.
Note usted amigo lector, que no estamos dedicando tiempo y espacio a exponer las bondades de la nueva ley. No creemos que sea necesario, pues a lo largo y ancho del país se generó un debate que debería haber permitido que cada quien se formara una opinión. Lo que sí queremos, con esta nota, es dejar evidencia de la existencia de una masa considerable de ciudadanos que se opone a la ley como consecuencia de una idiotización colectiva que los lleva a atentar contra sus propios intereses.
Es tan delicado el estado de salud mental de esos compatriotas que Chávez ha creado 5759 Escuelas Bolivarianas, (1,5 por cada día de gobierno), pero es quien quiere acabar con la educación. Se han construido 6300 Simoncitos ( 1,6 por cada día de gobierno) pero es a ellos a quienes les importa la educación de nuestros hijos. Cuatro millones y medio de niños reciben tres comidas al día en las escuelas, pero ellos están preocupados porque le impartan religión católica. 458.000 jóvenes estudian la Misión Sucre y algunos añoran el tiempo aquel de los "sin cupo". De 640.000 estudiantes universitarios que había en 1998 se ha crecido hasta 2.225.000 pero hay que salir de Chávez y rechazar su ley. La UNEFA que tenía en 1998 dos núcleos universitarios hoy tiene 23 pero con los adecos la educación era mejor. La Universidad Bolivariana, que no existía en 2008, alberga 85.000 estudiantes (dos veces la UCV) pero Ravel tiene razón. En el país hay 270.000 becarios, pero Chávez es enemigo nuestros muchachos.
Repito, amigo lector, con el perdón de los pendejos... son pendejos