Imagino que el martes 23 de noviembre de 1971 el palpitar tachirense amaneció agitado de alegría, pues de sus entrañas nacía una institución de tierra fértil donde se abrirían los surcos para sembrar el desarrollo de este estado. Y este 23 de noviembre de 2009, treinta y ocho años después, se puede decir que se han recogido muchas cosechas que alimentan el torrente sanguíneo de las ideas y el conocimiento que le dan vida al progreso del Táchira.
Como diría Santiago Arconada, treinta y ocho años que no son tres días. De allí que desde estas líneas envío un entrañable saludo a todos los que posibilitaron el nacimiento del Instituto Universitario de Tecnología Agro Industrial (IUT), a nuestros jubilados, a nuestros actuales profesores y profesoras, a los directivos, empleados, obreros y estudiantes que se forman en nuestra casa de estudios. Hoy más que nunca debemos estar motivados para sembrar los nuevos valores que nos hablan de la solidaridad, de la inclusión, la igualdad y el amor a la patria. Atrás deben quedar los antivalores del puntofijismo, de esa falsa democracia pactada que tanto daño le hizo a nuestro país y a nuestra educación.
Si bien es cierto que se han recogido muchas cosechas, también se ha tenido que luchar para limpiar el terreno e impedir que la maleza escuálida siga enmarañando el sembradío y con ello impedir el nacimiento de nuevos frutos. A pesar de los obstáculos y todos los intentos de saboteo, debemos seguir sembrando y marchar en la dirección de los propósitos de nuestra República y los fines de la revolución. Eso lo debemos tener bien claro todos los que hacemos vida universitaria en nuestra institución. Nada de medias tintas sino con el compromiso que se nos exige en esta nueva etapa que vive el IUT.
Hoy más que nunca estamos comprometidos con esa tarea, más todavía si asumimos la educación como la tarea de la vida, como el canal por el cual fluye el río de la cultura y del conocimiento que finalmente desembocará en el océano cristalino de la nueva patria. Volver por los rastrojos de la guanábana podrida sería muy lamentable, pues sabemos dónde y en qué andan las universidades tradicionales hoy en día. En un eterno conspire para derrocar el gobierno y así continuar con el despilfarro y la corrupción.
Estos treinta y ocho años deben servirnos de inspiración para seguir profundizando el debate en torno al proyecto nacional, el proyecto de país que realmente se quiere. Y aquí es donde precisamente debemos precisar y aclarar cuál es nuestra posición como docentes. Realmente queremos una educación liberadora o vamos a seguir el esquema de la educación panfletaria y caduca de la Cuarta República.
Por ejemplo, por los pasillos del IUT abundan los profesores que apuestan al fracaso de los Programas Nacionales de Formación (PNF), que autorizan y acreditan a nuestra institución a formar ingenieros en agroalimentaria, electricidad, informática, mecánica y mantenimiento. Muy pesar de esas voces escuálidas, el gran debate sobre el plan de desarrollo de la nación y la Ley Orgánica de Educación (LOE) continúa dándose en los salones de clase. En estos 38 años es importante saber de dónde venimos, pero también hacia dónde queremos ir. Y nosotros estamos claros.
Politólogo.
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