1920 – 2020: Fin del siglo petrolero hacia la estructuración de una nueva economía y una nueva política

En el siglo pasado, al comienzo de los años veinte, ya los ingresos que obtenía el país por concepto de venta de petróleo comenzaban a volverse importantes para ir desplazando poco a poco a los que se obtenían por la vía de la exportación de bienes agropecuarios. Esta tendencia se mantuvo a lo largo de todo el siglo hasta que Venezuela pasó a ser una economía dependiente de los ingresos petroleros principalmente y las actividades asociadas a la agricultura y la cría fueron ocupando un lugar cada vez menos importante como fuentes generadoras de ingresos para sustentar la economía nacional.

Este cambio configuró un complejo sistema socio económico en el que una de las consecuencias más palpables fue el abandono del campo por sus pobladores quienes se trasladaron hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades laborales, servicios, escolaridad y todo aquello que, en teoría, iba a mejorar sus vidas. De esta manera, empezaron a configurarse alrededor de las principales ciudades los barrios y sectores periféricos conformados mayormente por muchas personas que antes estuvieron haciendo su vida en los campos venezolanos.

Todo este panorama, a su vez, estuvo acompañado de una dinámica política caracterizada tanto por la presencia de gobiernos militaristas, de mano fuerte y otros, solapada o abiertamente, demócratas. Pero lo que pudiera señalarse de este período es que, independientemente del gobierno que estuviera llevando a cabo las riendas del país, la población en general – unas veces más y otras veces menos – en todo momento estuvo pendiente de conquistar reivindicaciones diversas que contribuyeran a una mejor calidad de vida de los habitantes de la república.

Han pasado cien años desde entonces. Hoy el modelo rentista petrolero parece cada vez más agotado y sumido en una crisis que comenzó ya hace varias décadas y que se ha ido agudizando sin que pareciera tener salida a corto plazo. Es momento de repensar la economía venezolana en función de reconfigurarla y reestructurarla.

Esto significa una revisión de lo que debe ser la productividad de las actividades agrícolas y pecuarias. En otras palabras, ya es momento de enfocar los esfuerzos económicos hacia estas actividades bastante marginadas en la actualidad. Indudablemente, esto traería consigo una serie de cambios sociales que deberían revertir en la puesta en desarrollo de un nuevo modelo de vida sustentable y ecológica en el que la existencia fructífera de los campos no sea una utopía. Se cuenta con la experiencia de todo lo que no se hizo o no se supo aprovechar durante los años transcurridos y a partir de allí se pueden evitar incurrir en muchos de los errores cometidos. Como ventaja adicional está el hecho de ahora también se cuenta con mucha tecnología que antes no existía y que puede constituir un verdadero punto de apoyo para lograr una mejor eficiencia en este modelo nuevo modelo económico.

Tales cambios económicos y sociales obligarán, necesariamente, hacia el surgimiento y consolidación de una nueva clase política que no podrá ignorar la existencia de una población que siempre ha estado pendiente de sus reivindicaciones y – al igual que en los últimos cien años transcurridos – no hubo dictadura ni pseudo democracia que pudiera acallarla.

Por todas estas razones consideramos que es hora ya de asumir de una vez por todas que el país no puede seguir dependiendo de un modelo económico petrolero rentista colapsado y que es hora de empezar a ocuparse del campo.


 



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Marcos Henriquez

Licenciado en Historia. Investigador y docente universitario.

 henriquezm1970@gmail.com

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