El 2020 ha sido sin lugar a dudas un año inusual, complejo y para muchos, hasta destructivo. Trajo consigo innumerables retos para Venezuela y el mundo en materia energética, política, social y financiera. En materia energética ha sobresalido una creciente complejidad geopolítica entre los distintos polos de poder, atizada por una abundante oferta y una sostenida caída en el nivel de consumo, producto de factores que aunque en realidad estuvieron presentes desde el cierre de 2019, se hicieron conocidos ya entrado Q1’2020.
Del lado de la oferta OPEP+ acordó recortar 9.7 MMBD a partir de Mayo, cumpliendo el 86% para dicho mes, pero decayendo en su cumplimiento de la mano de sus usuales artificios, como en el caso de KSA y Kuwait con la zona neutral. Pero a dicho recorte se le debe sumar además reducciones involuntarias, como lo son los casos de Venezuela, Estados Unidos y Libia. Entre Enero’2020 y el cierre de Mayo, encima del recorte voluntario se le añaden caídas de producción involuntaria que hasta entonces habrían sumado sobre 3.3 MMBD. La expectativa para los EEUU es que la producción prosiga su deterioro hacia los 8 @ 9 MMBD, la de Venezuela se sostenga en el entono de 0.4 a 0.5 MMBD y la de Libia no repunte durante lo que queda de 2020.
Del lado de la demanda y a pesar de lo que a nuestro entender erróneamente señala la Agencia Internacional de Energía, la expectativa para los mercados es que el deseado repunte del consumo no ocurra durante lo que queda de año, sino que por el contrario se ralentice aun más ante la clara desinformación a cerca del alcance real de los efectos de la pandemia y sus consecuencias. Las principales economías han entrado en la etapa mas acentuada de su deterioro y sus gobernantes podrían estar dispuestos a hacer cualquier locura para sostenerse en el poder.
En esto último es en lo que Venezuela debe enfocarse; en saber no solo blindarse sino en saber aprovechar dicha oportunidad, teniendo en mente que el argumento de las sanciones posee dos aristas muy particulares; el uno basado en el interés de un grupito de traidores llamados políticos en hacerse del poder y el otro basado en el interés de un gobierno extranjero en no solo favorecer sus exportaciones mediante imposición de sanciones, sino además, adueñarse de nuestros mercados, recursos e industria petrolera.
LA COMISION DE LA DESHONRA:
Pero opuesto a lo esperado, a lo interno en Venezuela la destrucción continúa. El gobierno tardíamente decidió expulsar a Manuel Quevedo en Febrero pasado, quien había estado al frente tanto del ministerio de petróleo, como de PDVSA desde finales de Noviembre’2017, para instalar una hasta ahora deplorable comisión presidencial tornada luego en directiva.
El lamentable balance de quien desde que apenas llega a La Campiña, hasta incluso faltando pocos meses para ser botado del cargo, ofreció [https://cronica.uno/quevedo-promete-en-rusia-elevar-produccion-a-dos-millones-de-barriles-diarios-en-2020/#:~:text=A%20pesar%20de%20los%20n%C3%BAmeros,1%2C6%20millones%20de%20barriles.] elevar la producción de crudo en 2.000.000 BPD en cuestión de meses, no pudo ser peor. Aun así, la gestión de Asdrúbal Chávez amenaza con destronarlo.
Entre los "logros" de M. Quevedo en algo más de dos años destacan el haber destruido 1.110.000 BPD de preciada y necesaria producción, lo que se tradujo en un daño patrimonial cercano a los $1.750 millones por concepto de producción desaparecida. A lo anterior se le suma el consistente desplome en los niveles de exportación, al haber pasado de un promedio de 1.818.000 BPD al cierre de 2016, para abatirse hasta 962.000 BPD al cierre de 2019, originando una perdida patrimonial al país por sobre los $8.000 millones.
Durante la administración de Quevedo nuestra industria experimentó un alza sustancial el nivel de importación de crudo y refinados, a consecuencia de la caída en la producción y la destrucción del nivel de utilización de nuestras refinerías, pasando de importar unos 71.000 BPD promedio 2017, a 135.000 BPD en 2018 y 181.000 BPD durante 2019. El sobre gasto originado por la creciente e irracional importación de crudo y refinados se estima que hay superado los $3.700 millones comparado contra el promedio 2017.
Es decir, en esos algo más de dos años, Manuel Quevedo origino un daño patrimonial a la nación de al menos $13.450.000.000.
Como ministro de Petróleo, Quevedo poco menos que avergonzó Venezuela, al no solo haber pasado desapercibido ante los medios internacionales, sino que además haber pasado bajo de la mesa como presidente temporario de la organización, sin añadir un ápice de valor alguno para la OPEP y menos para Venezuela.
Desde la instalación de la comisión presidencial, las cosas han ido empeorando a pasos agigantados. En cuanto a producción las cifras son dramáticas, indicando un desplome de entre 400.000 a 500.000 BPD entre Febrero y Junio de acuerdo a nuestras proyecciones vía algoritmos basados en "big data", cayendo desde unos 865.000/760.000 BPD en Febrero’2020 (cifras OPEP directa/secundaria), a unas expectativas de 439.000/394.000 BPD. Otras fuentes como "Platts" predicen escenarios aun más catastróficos de hasta 280.000 BPD para el mismo periodo.
El problema a simple vista subyace en la combinación de una ya agotada capacidad de almacenamiento, aunado a la poca salida de productos hacia los mercados producto de las sanciones, la excesiva oferta y el bajo consumo, que han obligado a nuestra industria a suspender operaciones, asfixiados por numerosos cuellos de botella que evidentemente la directiva no ha supo anticipar, ni menos manejar. La clave estaba en haber sabido anticipar.
Examinando la composición de la producción de PDVSA, la mayor caída provendría de la FPO, que como dijimos en articulo previo es una operación intensiva en términos de demanda de actividad. Dicha producción habría pasado desde unos 550.000 BPD a inicios de 2020 a 210.000 BPD en Junio, a la par que la desaceleración en actividad de taladro migró desde 25 a inicios de 2020 a tan solo 2 al cierre de Mayo. Dicha desincorporación de equipos ha sido forzada ante los numerosos cuellos de botella que han impedido la continuidad operacional.
Mientras ello sucede, las exportaciones siguen derrumbándose, habiendo pasado desde 1.080.000 BPD en Febrero a 452.000 BPD en Mayo, con expectativas de 438.000 BPD para el cierre de Junio según nuestras proyecciones, aunque Reuters señala cifras de hasta 379.000 BPD. Las cifras de cierre para 2020 muestran una producción promedio que pudiera "con suerte" situarse entre 580.000 y 480.000 BPD.
Por el lado de refinación, los eventos registrados en Venezuela llaman poderosamente la atención. Hechos donde de forma inusual y si se quiere irresponsable, han sido los gobernadores quienes han sido los encargados de informar sobre un supuesto progreso en las reparaciones de nuestras refinerías, que a todas luces no se ajustan a la realidad. Reparaciones hasta ahora infructuosas, fallidas y por ende que originan un despilfarro de dineros de la nación en un país ya de por si asfixiado.
Al menos el equivalente entre $1.000.000.000 $1.500.000.000 se ha derrochado entre las reparaciones de El Palito y Cardón, sin que hasta ahora luego de casi 4 meses haya salido un solo litro de gasolina criolla al mercado. Durante la semana en curso se registró un accidente en las instalaciones de Cardón que originó traumas en el proceso del FCC. Todo apunta como ya antes [https://www.aporrea.org/energia/a290809.html] dijimos, a que no será en el corto plazo que la producción de gasolina criolla se estabilice. Tal y como se plantea, no es una operación segura al poseer mezclas de tecnologías en una facilidad que involucra procesos altamente riesgosos y con una mano de obra realmente rezagada tecnológicamente.
Mientras tanto, Venezuela se sigue viendo obligada a importar gasolina Iraní, creando mayor dependencia y gasto, mientras desecha una propuesta cuyo costo es de solo [https://www.aporrea.org/energia/a289541.html] unos $380 millones y su tiempo de implementación es de apenas semanas y que bien podría eliminar presión sobre las refinerías y la importación, aparte de eliminar de una vez por todas el contrabando de extracción.
Con todo lo anterior por delante, la proyección financiera de nuestra industria para el cierre del año en curso, sugiere un nivel de ingreso bruto que podría rondar los 4.200 millones, considerando un barril criollo promedio cercano a $28.5, con lo cual los ingresos netos no cubrirían ni siquiera los gastos corporativos.
PUDO EVITARSE:
Por supuesto que toda esa catástrofe que vive Venezuela y PDVSA pudo preverse y sobretodo reducir su impacto. Por ejemplo, que le impidió a nuestra industria emprender un proyecto de construcción de almacenamiento subterráneo en lugar de gastar sumas mil millonarias para alquilar facilidades en ultramar para el mismo efecto?
Al día de hoy, la construcción de un sistema de almacenamiento subterráneo de crudo para unos 50.000.000 barriles costaría alrededor de $900.000.000, a razón de un costo único de cerca de $18 por barril almacenado, ahorrándole a la industria perdidas mil millonarias como las que actualmente acusa. Tan solo en producción cerrada durante el mes de Junio se esfumaron sobre $300.000.000, sin contabilizar costos de operaciones suspendidas, subutilización de equipos y perdida por colación en los mercados. Es decir, en un solo mes se justificaría dicha inversión.
Para un supuesto "veterano" que ha estado rebotando por 21-22 años en la directiva de PDVSA desde 1998-99 como Asdrúbal Chávez, el cruzarse de brazos y esconderse en el "Pent house" no dando declaración alguna, tal y como hasta ahora lo ha hecho, es algo más que vergonzoso; insólito. El haber fallado como lo ha hecho. El no haber dado la cara, ni haber explicado acción alguna tomar como en efecto también lo ha hecho; es inaceptable. El presidente Maduro debe seriamente evaluar su inmediata remoción.
Mientras la industria hace aguas ante la incapacidad de su directiva de no solo prever, sino de producir acciones de contingencia, lo que más parece desconcertar es que todas las empresas mixtas están prácticamente sin actividad; detenidas. Incluso algunas mixtas se dan el lujo de ser sujeto de imposiciones desde sus gobiernos. Imposiciones que en cualquier otro país hubiesen sido motivo de terminación del acuerdo, como lo es el caso de Chevron.
Nos preguntamos, quienes serian aquellos que armaron y aprobaron los contratos de sociedad/asociación, que jamás previeron en los mismos la necesidad de garantizar la continuidad operacional en dichas empresas; particularmente por causas ajenas al estado Venezolano?
De haberse asegurado cláusulas de esa naturaleza, esos mismos intereses no dudarían en sumarse a la causa de la nación, so pena de perder sus inversiones.
Cuál seria la razón por la que desde la imposición de las primeras sanciones a la industria durante 2017, nadie se animó a proteger nuestros intereses en dichos contratos, ante una inminente eventualidad como la que hoy cursa PDVSA?
De haberse contado con una directiva experimentada y no con aprendices como los que precisamente contaba PDVSA desde 2017, la industria se hubiera anticipado a reducir la exposición y riesgos que hoy la amenazan.
Dónde estaba el actual presidente de PDVSA en todo ese tiempo que jamás asomo la cabeza para contribuir y protegerla?
Si A. Chávez fuera hoy el candidato idóneo para dirigir PDVSA, hubiese contribuido a todo lo anterior; pero nunca lo hizo.
Todo apunta a que Venezuela se debate entre dos fuerzas alimentadas por odios, intereses personales y sed de poder; no por el bienestar de la nación, ni el de sus ciudadanos. De un lado los antiguos "mitocratas" con ínfulas de iluminados, quienes a juzgar por sus acciones [https://www.aporrea.org/energia/a292324.html] han sido incapaces de manejar con éxito pequeñas operaciones y aun así pretenden ungirse como salvadores de Venezuela. Individuos que desde Colombia y Estados Unidos se empeñan en vender a pedazos los bienes de todos para su propio provecho, conspirando junto a intereses transnacionales contra lo que llaman su país.
Otros desde dentro de Venezuela, representantes de un gobierno que por no confiar en nadie más allá de su círculo cercano, se empeñan en destruir la industria por un fin político colocando aprendices y gerentes fallidos a dirigirla. Gestiones donde nadie sabe el destino del dinero de todos y donde se le da rienda suelta a la corrupción y la ineficiencia.
De ambos lados solo gana la indolencia y el antipatria y solo pierde Venezuela. Hay que detener la barbarie!