Marca Acme. Es un coroto sumamente útil para zanjar discusiones entre seudorrevolucionarios, sobre todo de esos que andan cazándote si tienes un BlackBerry o si hablas inglés o cualquier otra supuesta inconsistencia para caerte encima porque son más revolucionarios que todo el mundo pero que no han hecho ni hacen ninguna revolución sino que más bien estorban a los que sí trabajan en una.
La izquierda caviar tiene contrapeso en la izquierda purista, que tampoco soporta la complejidad. Y como también es embuste, vive solo de las galas revolucionarias. Por ejemplo, la ausencia de BlackBerry. Conozco chiquilicuatros para quienes es suficiente no tener BlackBerry para ser revolucionario, facilito, pero no les parece malo usar Macintosh, que son más caras, por ejemplo.
Yo debo ser tremendo revolucionario porque no tengo BlackBerry ni pienso tener, pero no por ningún prejuicio purista, sino porque no me gustaría estar tecleando cosas en las narices de la mucha gente con quien converso. Cuestión de urbanidad y porque hay alternativas menos costosas y más seguras.
Pero al grano. Este revolucionómetro mide las solemnidades y nada más. De allí su utilidad.
Tiene un delator de BlackBerrys. Si capta uno en la vecindad, inmediatamente dispara una alarma que alerta sobre la presencia de un escuálido.
Tiene asimismo un sensor retrotimpánico que percibe las huellas acústicas que ha dejado en el oído en las últimas horas una canción cantada en inglés, unos acordes de Mozart y sobre todo de un conocido compositor de música de derecha como Mahler.
También tiene un captador de reflujo retiniano que detecta si has visto recientemente alguna película ganadora de un Oscar, así sean de Sean Penn o de Oliver Stone.
Está dotado igualmente de un analizador nanomolecular de textiles que permite captar si te has puesto ropa nueva en los últimos tres meses.
Un escrutador de procesos gástricos permite percibir la ingestión de una BigMac o de una Pizza Hut o de una Coca-Cola en los últimos cinco años.
Si has viajado al extranjero a algún país de una lista negra que viene inscrita en los lóbulos perceptores, inmediatamente eres capturado y denunciado por el revolucionómetro.
Sí, hay mucho embustero por todos lados.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com