Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo X de “El Capital” (II)

¿Cómo puede prolongarse el trabajo excedente, sin modificar la duración de la jornada de trabajo?

La magnitud del trabajo excedente va ya implícita, evidentemente, como algo dado, en la magnitud de la jornada y en el valor de la fuerza de trabajo, cuando estos dos factores son conocidos. El valor de la fuerza de trabajo, es decir, el tiempo necesario para su producción, determina el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de su valor. Si una hora de trabajo, supongamos, se representa por una cantidad de oro de 4 bolívares y el valor diario de la fuerza de trabajo asciende a 40 bolívares, el obrero deberá trabajar 10 horas al día para reponer el valor diario de su fuerza de trabajo desembolsado por el capital o producir un equivalente del valor de los medios de vida necesarios para sostenerse durante un día. En el valor de estos medios de vida va implícito el valor de su fuerza de trabajo, y en el valor de ésta la magnitud de su tiempo de trabajo necesario.

Pero la magnitud del trabajo excedente se obtiene descontando de la jornada total el tiempo de trabajo necesario. Si de doce horas quitamos diez, quedan dos, y no es fácil comprender que, en las condiciones que dejamos expuestas, pueda prolongarse el trabajo excedente más de dos horas. Claro está que el capitalista puede abonar al obrero, en vez de 40 bolívares, 36 bolívares, o menos todavía. Para reproducir este valor de 36 bolívares bastarían 9 horas de trabajo, con lo cual quedarían para el trabajo excedente 3 horas de las 12 en vez de 2 y la plusvalía sería de 12 bolívares en vez de 8. Más para conseguir esto sólo hay un camino: hacer descender el salario del obrero por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Con los 36 bolívares que produce en 9 horas, este obrero dispone de una décima parte menos de medios de vida que antes, y, en estas condiciones, su fuerza de trabajo sólo puede reproducirse a duras penas. Por este camino, el trabajo excedente se prolongaría a costa de rebasar sus límites normales, sus dominios se extenderían mediante una usurpación del terreno reservado al tiempo de trabajo necesario.

Por el momento, este método, que desempeña un papel muy importante en el movimiento real de los salarios, queda excluido de nuestras consideraciones, por una razón: porque aquí partimos del supuesto de que las mercancías, incluyendo entre ellas la fuerza de trabajo, se compran y se venden por todo su valor. Sentado esto, es evidente que el tiempo de trabajo necesario para producir la fuerza de trabajo o reproducir su valor no disminuirá por el mero hecho de que el salario del obrero quede por debajo del valor de su fuerza de trabajo, sino que para ello sería indispensable que disminuya este mismo valor. Dada la duración de la jornada de trabajo, el trabajo excedente sólo puede prolongarse reduciendo el tiempo de trabajo necesario, pero no al revés, acortarse el tiempo de trabajo necesario prolongando el trabajo excedente.

En nuestro ejemplo, para que el tiempo de trabajo necesario se reduzca en 1/10, de 10 horas a 9, y como consecuencia de ello, el trabajo excedente aumente de 2 horas a 3, es indispensable que el valor de la fuerza de trabajo disminuya también efectivamente en 1/10.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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