Pelones en revolución (V)

La crítica sobre los pelones en revolución no puede dejar afuera uno de los grandes, malsanos y terribles vicios que los gobiernos anteriores le dejaron al Comandante Hugo Chávez, como es el transporte colectivo.

Si hay una clasificación que esté por debajo de esa que habla de tercermundismo, es la del transporte colectivo que tiene Venezuela. Es un vicio aterrador que manipula a muchos funcionarios, que reparte dinero por doquier y que permite que cada cierto tiempo, los dueños de camionetas y autobuses destartalados impongan aumentos del pasaje a la mayoría ciudadana.

Lo ciudadanos de este país parecieran ser pecadores permanentes, pues no existe otra explicación para que las ciudades venezolanas tengan un sistema de transporte colectivo que ninguna autoridad en materia de ambiente, seguridad y salud puede avalar.

Los términos calidad de servicio no son conocidos por los dueños de las camionetas y autobuses y si los llegaran a conocer los ignorarían después, porque sus propietarios tienen conciencia individual, para ellos el colectivo no existe sino para que se amontone, como sardinas en lata, en el interior de sus vehículos.

Hay que ponerle orden a esta realidad; mientras el discurso anticapitalista muestra en la práctica lo que han venido haciendo quienes se valen de trampas financieras para apoderarse del dinero de la ciudadanía –hipotecas, bolsas de inversión, etc.,- sigilosamente los dueños de dos y tres camionetas o buses, se meten en el bolsillo un dineral con el alquiler de tales vehículos.

Los dueños de tales camionetas de pasajeros, que las hay por todas partes de la ciudad, las alquilan a un mínimo de dos choferes por día; uno que trabaja desde las 5:00 a.m. hasta las 2:00 pm. y luego a otro que trabaja desde las 2:00 pm. hasta las 9:00 de la noche. Si el hombre tiene una camioneta puede ingresar a sus bolsillos un millón de bolívares diarios, monto que crece con e número de unidades que pueda tener.

Pero resulta que, pase lo que pase, los tipos vuelven de nuevo a proponer un aumento en el costo de los pasajes y, aunque moleste que uno lo diga, se vuelven a salir con la suya.

Si quieren saber si esto es así, basta con revisar los contratos firmados, donde los términos calidad en el servicio no aparece por ningún lado, tampoco se habla de ningún tipo de seguro para los usuarios y las personas deben volver a viajar apretujados y bamboleando como en chirrinchera zuliana, porque los choferes lo único que les interesa es meter pasajero a como de lugar en las unidades, arrancar a millón y regresar a tomar más pasajeros, porque deben sacar suficiente dinero para pagarle al dueño de la camioneta y que les quede para llevar para sus casas.

Así de sencillo es este pelón en revolución. 

 
 

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Pedro Estacio


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