En la Guerra de Ideas entre capitalismo y socialismo uno de los argumentos más usados por los procapitalistas es, que el mismo Marx se había estigmatizado, diciendo: “Yo no soy marxista”. A partir de esta formulación, un ejército de liberales, socialdemócratas, derechistas e ilusos alega que el mismo fundador del materialismo histórico ha desconocido la utilidad de su paradigma científico. Concluyen que a confesión de parte, relevo de pruebas y que el marxismo no sirve. El problema es, que ese bestseller de la teología antimarxista, no tiene fundamentos en la realidad.
2. El Socialismo Científico
Para poder diferenciar entre la infinita cantidad de fenómenos del cosmos, el ser humano está obligado a asignarles una identidad mediante el lenguaje: un nombre y/o un código numérico. Sin esa identificación (codificación) la praxis humana es imposible. Por eso hemos denominado el paradigma científico de la economía de equivalencia y democracia participativa, el Socialismo del Siglo XXI; en clara diferenciación del modelo stalinista del Socialismo del Siglo XX. Son dos fenómenos cualitativamente distintos.
Marx y Engels actuaron con la misma lógica. Para darle una identidad propia a la nueva teoría y distinguirla de los diversos “socialismos utópicos”, “feudales” y anarquistas de su tiempo, la bautizaron wissenschaftlicher Sozialismus, es decir, socialismo científico. El concepto no sólo enfatizaba la metodología rigurosa empleada por los dos genios de la ciencia social, sino la tesis evolutiva central del nuevo paradigma: que el papel de un grupo social depende de su lugar en el sistema social, no de sus deseos subjetivos. La acción histórica del proletariado y su objetivo postcapitalista están pre-configurados por su propia situación existencial y las condiciones de la sociedad burguesa. Sólo la ciencia puede descifrar esas preconfiguraciones adecuadamente.3. El concepto se fragmenta
El concepto, estructurado como verdad histórica y blindaje del Nuevo Proyecto Histórico contra subjetivismos y superficialidades, nunca se hizo muy popular y tampoco logró evitar la fractura del movimiento obrero internacional. La Internacional Obrera (Primera Internacional), fundada por dos mil participantes en 1864 en Londres, no aguantó las tensiones centrífugas de sus tres grandes corrientes: los reformistas (Proudhon), los anarquistas (Bakunin) y los partidarios del socialismo científico (Marx). Cuando la propuesta de Marx/Engels se volvió hegemónica en la Internacional, en 1871, ésta se dividió en 1872 (Den Haag) y se disolvió formalmente cuatro años después.
4. El contexto histórico de la ironía anti-marxistaAparte de las turbulencias ideológicas causadas por las polémicas entre los “socialistas antiestatales” (Bakunin), los “mutualistas” (Proudhon) y los partidarios del “socialismo científico” (Marx/Engels), había una segunda fuente de confusión ideológica en el movimiento obrero internacional: la deficiente asimilación del nuevo paradigma del “socialismo científico”, causada por dificultades de comprensión e intereses heterogéneos de los grupos sociales y políticos involucrados. El resultado fue una (casi inevitable) vulgarización del flamante paradigma científico. Es contra esa vulgarización que se expresa irónicamente Marx en la cita mencionada.
5. Je ne suis pas MarxisteEngels refiere la cita por primera vez en una carta a Eduard Bernstein, en 1882. En el contexto de un diálogo sobre el prestigio del “marxismo” en Francia, Engels dice: el así llamado “Marxismo” en Francia es un “producto muy peculiar, a tal grado que Marx le decía a Lafargue: Ce qu´il y a de certain c´est que moi, je ne suis Marxista” -- lo que es cierto es que yo no soy Marxista. (Cita original en francés, H.D.) Ahora, el significado del comentario de Marx queda absolutamente claro. Siendo Paul Lafargue un importante líder político del “socialismo científico” en Europa y, además, el yerno de Karl Marx, éste no podía ni quería antagonizárlo. Por eso expresó su descontento con la praxis política de Lafargue y sus segidores en forma respetuosa y elegante: como una ironía paradójica.
6. Chávez y MarxIlustremos ese significado real de la afirmación de Marx con una analogía de la política actual. Si alguien me preguntara sobre el prestigio y la calidad del Socialismo del Siglo XXI en Venezuela, yo tendría que responder diplomáticamente: El así llamado “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela es un “producto muy peculiar”, a tal grado, que mi única certeza es que « yo no soy Socialista del Siglo XXI ».
Decir otra cosa sería identificarse con una caricatura populista del Socialismo Científico del Siglo XXI y con los fantasmas (comunas, dinero comunal) que produce en nombre de Miranda y Bolívar. Una caricatura populista que dificulta enormemente la liberación de las masas trabajadoras por la ciencia ética del Siglo XXI.