“¡O somos demócratas o somos comunistas: una de dos!”

Las consignas, en la política, juegan un rol de vital importancia. Trotsky sostiene que: "En política no existen las fórmulas absolutas. Las  consignas  son concretas, es decir, se adecuan  a circunstancias específicas". Para las organizaciones políticas de izquierda eso debe servir de guía todo el tiempo de su existencia y de sus luchas.

Las consignas deben tener una relación  directa con  el programa y por ello, es importante  decir  algo sobre ellas, su valor y su papel que han de jugar en la lucha revolucionaria o lucha de clases. Las consignas son  la expresión sintetizada de la línea política de cualquier organización o partido político; señalan los objetivos que  han de alcanzarse y cómo lograrse en la lucha;  son  síntesis del contenido del programa, por lo tanto, reflejan  los intereses  de clase y deben corresponder  intrínsecamente con el programa de una organización revolucionaria o de un proceso revolucionario. Por eso nos dice el camarada Trotsky que: "Lo  que es importante, cuando  el programa  sea definitivo es conocer bien las consignas y  manejarlas con  habilidad de modo que en todas partes  todos  usen las mismas consignas al mismo tiempo".

Ni una  organización revolucionaria y, mucho menos, un proceso revolucionario  pueden concebirse sin el  uso de  las consignas. Lo importante es que  las consignas sean igualmente  una expresión revolucionaria  de  la lucha y de los objetivos, que eduquen a las masas y que éstas  las hagan de su propiedad y las señalen como  el querer  de  sus aspiraciones, es decir, que  traten  de alcanzar lo que significan las consignas. Por eso es muy importante examinar bien la cuestión de las  consignas, observar  las reacciones de las masas populares, medir cuáles han de utilizarse, cuáles abandonar de inmediato. Se  debe tomar en cuenta la experiencia de las  masas, en lo que creen, para poder obtener conclusiones que  permitan lanzar las consignas apropiadas  y  hacer avanzar la lucha revolucionaria. Por supuesto, que  las consignas principales que  expresen los objetivos estratégicos siempre serán valederas mientras no sea cubierta la etapa de la lucha que está planteada, pero las consignas tácticas pueden cambiar de acuerdo a las circunstancias que  constantemente se transforman en la realidad del acontecer de la lucha  de clases, naciones, regiones, localidades. Una organización  que haga mal uso de las consignas corre el riesgo de conducir  equivocadamente  la  lucha y puede garantizar, de esa manera, su derrota.

Las consignas tienen que ser un orientador para la acción de las masas, que exprese sus deseos, objetivos. Sin consignas, la organización y las masas marcharían a la deriva, sin cohesión con  el programa, ni con  las organizaciones populares ni con la táctica. Hay que saber escoger  las consignas porque ayudan, en  considerable  grado,  al desarrollo  de  la lucha en  todos los aspectos de la lucha de clases.   Por otra parte, hay que tratar  que  las consignas puedan llegar a tiempo, sin retraso, para que las  masas sean  capaces de  obtener  una orientación igualmente  a tiempo sobre lo qué deben hacer y  buscar en la lucha.

Hemos dicho lo anterior, porque quienes luchan contra una revolución y sus postulados, contra las organizaciones que se hacen eco del pensamiento revolucionario, también tienen su concepción sobre las consignas, las crean, las utilizan, las defienden y tratan de que se conviertan en arma ferviente de sus seguidores. Cuando una consigna llega a calar en la mente o la conciencia de personas, éstas terminan resteándose –tegan o no razón- con quienes las lanzan al aire de la esfera de la lucha política. Por algo los ideólogos del capitalismo invierten tiempo y recursos económicos en promocionar sus consignas, aunque tengan plena convicción que son falsas o, mejor dicho, mentiras haciéndolas pasar por verdades.

Para el próximo proceso electoral, donde se eligirá al Presidente de la República, la oposición recurrirá, entre otras y con marcada especificidad, a una connsigna que ya ha comenzado a publicitar. Se trata, nada y nada menos, de la siguiente consigna: “¡O somos demócratas o somos comunistas!”, tratando  de convencer a la mayor parte de los electores que la democracia política es totalmente contradictoria y antagónica con el comunismo. Consignas de aquel tiempo de guerra fría, saldrán nuevamente a flote como armas de la lucha política por lograr la victoria del candidato de la MUD. A esas consignas hay que responderle co hechos y con consignas que se ajusten a las realidades históricas, a los sueños posibles de alcanzar en un determinado período de la historia y no con vagas especulaciones o con descalificaciones personales o partidistas que no terminan por crear conciencia revolucionaria.

Los ideólogos del capitalismo y del reformismo suelen jugar con los conceptos como si éstos fuesen balones de fútbol que al entrar al arco contrario deciden la victoria en la lucha de clases. Quienes midan a ésta por el resultado cuantitaivo de los goles, nunca consolidarán una victoria. La democracia es un régimen político y eso lo saben muy bien los ideólogos del capitalismo como los del socialismo. La democracia supone aplicación de principios del poder del pueblo, la libertad, la igualdad, la subordinación de la minoría a la mayoría, elegibilidad de los fundamentales organismos del Estado como la existencia y respeto de los derechos y libertades políticos. Pero el mundo actual no es abstracto. La democracia se desenvuelve en una sociedad de clases encontradas, contradictorias y antagónicas. Clases que, por lo demás, poseen visiones de mundos diferentes y, por consiguiente, de la democracia. Esta no es lo mismo para la burguesía que para el proletariado como no lo fue para los nobles feudales que para los campesinos y, mucho menos, para los esclavistas que para los esclavos.

El juego de los conceptos genera confusión en las ideas si no existe claridad de conocimiento sobre las mismas. En el capitalismo existen varias formas de democracia burguesa. La hay representativa que se fundamenta en instituciones electivas como la Presidencia de la República, el parlamento y otras. Está la democracia nazista que sólo favorece al sector oligárquico que domina la economía y a las organizaciones políticas que controlan el poder político. Está la democracia monárquico-parlamentaria que garantiza las libertades públicas, fundamentalmente, a la monarquía, la oligarquía económica y a los partidos políticos que defienden ese sistema de gobierno. Todas las formas de la democracia`política burguesa niegan la verdadera democracia política a las clases y sectores explotados. Esa es, precisamente, de la democracia que se nos expone en la consigna  “O somos demócratas…”, porque cuando nos dicen “O somos comunistas”, se refieren, y es así y no de otra manera, a que los comunistas no están de acuerdo con la democracia burguesa como la verdadera manifestación de democracia política que favorece a los pueblos explotados y oprimidos, aunque el sentido político de su uso sea para expresar que el comunismo es la más completa negación de toda democracia.

En verdad, el marxismo no le promete o no le oferta a nadie, absolutamente a nadie, democracia política en la fase comunista sino que la garantiza en la fase socialista, porque es en ésta donde debe materializarse y desarrollarse hasta que la misma sociedad la execra por no tener necesidad de ella. La democracia tiene que ver con el Estado, con las clases sociales y con las organizaciones políticas y gremiales. Cuando ya nada de eso exista y ninguno de sus vestigios tenga vida en la fase comunista ¿para qué democracia política?, si la sociedad se gobernará por sí misma, cada quien trabajará según su capacidad y cada uno recibirá según sus necesidades, reinará la cultura y el arte universales, el trabajo productivo no será una carga pesada para nadie, habrá abundancia de bienes y el reparto se guiará por el control de la educación, el hábito y la opinión pública. Que mucho o pocos no lo crean porque aún no lo han vivido, es otra cosa y se respeta.

Pero la consigna de “O somos demócratas o somos comunistas” no se detiene allí, porque le agregan otra dosis con veneno para confundir a la opinión pública y, especialmente, al electorado. Por eso lanzan otra consigna para acompañar a la anterior “o ganamos todos o perdemos todos”. Nunca jamás esa consigna puede llevarseala realidad, porque resulta ser una mentira tan grande como la que pretenda hacernos creer que en el sol existe probabilidad de vida humana.

Mientrras en el mundo impere un modo de producción donde una clase explote a otra u otras que le producen la riqueza para que la distribución de la misma sea desigual, no es posible –ni que Bambarito intervenga en la administración pública- se materialice la consigna de “o ganamos todos o perdemos todos”. Primero tendrán, los ideólogos o filántropos que plantean esa consigna, que explicarnos ¿cómo en el capitalismo pueden ganar todas las clases y sectores sociales que hacen vida en él o cómo pierden todas esas clases y sectores sociales? ¿En qué o cómo ganan todos o pierden todos?

Que nos expliquen y nos convenzan los ideólogos del capitalismo ¿cuánto gana o cuánto pierde el proletariado que le produce la riqueza a la burguesía o cuánto gana o pierde la oligarquía explotando a sus trabajadores? ¿El plustrabajo es pérdida para quién y ganancia para quién? ¿La plusvalía es ganancia para quién y pérdida pára quién? ¿Entonces, cómo es eso de que “o ganamos todos o perdemos todos”?

En el capitalismo, sin duda alguna, gana la burguesía y pierde el proletariado si hablamos específicamente de las dos clases fundamentrales de ese modo de producción. Pero si hablamos del socialismo, sin duda alguna, la burguesía es la clase perdedora y el proletariado la ganadora. Ténganlo por seguro. La diferencia abismal entre la burguesía y el proletariado es que éste gobierna para crear u mudo de seres humanos hermanados por la solidaridad y no de clases sociales, donde unas explota y oprimen a las otras. Sólo en la fase comunista de la historia humana podría tener vigencia la consigna “o ganamos todos o perdemos todos”.



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Freddy Yépez


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