La idea de comunismo vive instalada como virus o dispositivo de resistencia, al interior de la lógica del capital. De allí su vigencia. Por eso corre el riesgo de contaminación inmediata cada vez que se despliega. Abarca un debate que recorre la fibra espesa de la contradicción de base de la sociedad del capital: explotación versus emancipación; y en este sentido, despliega una paleta de matices que van desde el agrio dogmatismo milenarista de redentores cruzados, que actúan investidos por el espíritu de la historia y a nombre del proletariado, hasta tímidos y blandos socialdemócratas, que se exaltan atemorizados ante la sola posibilidad de materialización de algo que huela a comunismo.
De manera que ni la idea, y mucho menos la práctica del comunismo, puede quedar reducida a la experiencia del periodo soviético ruso. La lucha por el derecho al voto, los derechos civiles, la igualdad política de la mujer, los sindicatos, la jornada laboral de 8 horas, la lucha por la paz y cientos de otras banderas democráticas, son el resultado de la idea de comunismo.
Esta relación entre democracia y comunismo entabla un diálogo con su posibilidad hoy y ahora. Dice Alain Badiou, que “el devenir verdad de una idea es, su puesta en escena. La experiencia de lo real es la práctica, pero no se reduce a ella. La práctica es tan solo un protocolo de entrada a nuevas formas de existencia de una idea, hasta adoptar dimensión política y legitimidad en sus procedimientos de verdad”.
Entonces, la idea de comunismo proyecta el poder del Estado a La Comuna, liquidando en este trance a la propia forma Estado burgués. Esto es lo que se conoce como “El momento de la transición”. Por supuesto que no se trata de una operación simple que puede llevarse a cabo de un momento a otro, por capricho o pura voluntad. Su materialización puede llevar muchos años. Precisamente por eso, cada política debe tener el sello de clases de la extinción del viejo Estado y el fortalecimiento de la forma Comuna, como nueva figura histórica de la potencia de una también nueva subjetividad.
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