El modelo de democracia representativa entró en crisis en la década de los ochenta del siglo pasado. Buena parte de los estudios de la época señalaban que en la génesis de este quiebre de gobernabilidad estaban la ruptura entre la valoración ciudadana y la que tenían los políticos sobre la eficacia, la legitimidad y la justicia de los actos de los Poderes Públicos. En esa épocaseñalaba que el elemento común en estas tres expresiones del ocaso del modelo que caracterizó a la IV República, eran los políticos. Para el ciudadano, la encarnación de lo político no es un abstracto, se manifiesta en la cotidianidad de la actuación de los políticos y los actos de gobierno.
Hasta comienzos de la década de los sesenta del siglo XX, la política era una actividad que se palpaba en lo cotidiano. Todos sabíamos dónde vivía el diputado o el senador, el concejal o el prefecto. Era común conseguirse con ellos en el mercado, la plaza del pueblo, la función del circo que llegaba al pueblo o en las fiestas patronales. En la década de los setenta el marketing de los políticos–y lo político- adquirió cada vez mayor relevancia. La vida de los políticos pasó a ser un tema privado, en la perspectiva de vida de los actores de la industria de Hollywood, política mediática para decisiones útiles al mercado.
En buena parte del mundo político se instaló la idea de que el contacto permanente con la gente desgastaba su “imagen”. La televisión, la prensa escrita, la radio sustituían el contacto frente a frente entre políticos y ciudadanos. Los políticos desaparecieron delos mercados, los autobuses, las plazas, es decir de los lugares cotidianos para la gente.Era imposible conseguirlos viviendo la cotidianidad y nos fueron acostumbrando, apareciendo en medio de un show mediático, con escoltas, petardistas y fans. El pueblo comenzó a señalar que cómo iban a entender los políticos sus necesidades si ellos no las padecían. Esta fue una de las semillas del profundo malestar social que se instaló en Venezuela desde esa época. Vino la explosión de rabia y descontento social del 27 y 28 de Febrero de 1989, así como los alzamientos militares de 1992 y comenzó a emerger la posibilidad de construir una política de la gente, con la gente y para la gente. Algunos teóricos y militantes llegaron al “extremo” de pensar en la democracia de la calle.
En la partida de nacimiento del modelo de democracia participativa y protagónica estaban contenidas estas reflexiones, conceptualizaciones y problematizaciones de lo político. El proceso Constituyente de 1999, la propuesta socialista de 2004-2005 y todos los debates y expresiones jurídicas posteriores, así como la convocatoria a conformar el Poder Popular y la propia consulta para el II Plan Socialista se inscriben en esta preocupación.
La clave para abordar este tema nos lo dio el Gobernador del estado Trujillo Hugo Cabezas, cuando, en su valiente intervención de declinación de la candidatura para la reelección en ese estado, señaló que él no era Gobernador sino que circunstancialmente estaba ocupando ese cargo. Es que algunos se creen el cargo y terminan convertidos en estrellas burocráticas, divorciados del pueblo.
El político y alto funcionario que utiliza el metrocomo medio de transporte, que va al mercado de Quinta Crespo o Catia a hacer personalmente sus compras, que se sienta en las graderías donde se disputa un partido de béisbol o se desarrolló una actividad cultural será siempre un político mejor informado, con mejor disposición a escuchar a los ciudadanos. No es cierto que eso sea una muestra de debilidad o que el tiempo no alcanza: si un político sólo despacha veinte horas sin contacto con la realidad,lo que estámostrando es su ineficiencia para administrar el tiempo y convertirlo en acciones útiles.
La evidencia empírica también nos dice que aquel que en lo cotidiano se encuentra con el resto de los ciudadanos, tiene mayores posibilidades de ser un funcionario que escucha, que consulta al pueblo y cuyo modelo de actuación abre cada vez las puertas a la gestión compartida. Un político así, es un político revolucionario que ha logrado inscribirse en la ruta para derrotar la crisis de lo político en la sociedad. Es allí en los modelos abiertos, participativos, consultivos de diálogo permanente en la gestión pública, desde donde se edifica el paradigma de la democracia participativa y protagónica rumbo al socialismo del siglo XXI. Las estrellas mediáticas para el cine, políticos que comparten y consultan al pueblo en la revolución.
El autor es Director de la Revista COMUNA: pensamiento crítico en la revolución.
@Luis_Bonilla_M
luisbo@gmail.com
facebook: Luis Bonilla-Molina