Venezuela: Elecciones del 16D, pese a las incertidumbres, el timón sigue firme en manos del PSUV

Al caminar por Caracas y escuchar a sus habitantes, en este mediados de diciembre de 2012, no se advierte ninguna tensión. Por el contrario, el bullicio de sus calles, el ir y venir de la gente comprando regalos, refleja la normalidad de la época navideña y el carácter festivo de los venezolanos. Más bien pareciera que la gente prefiere no hablar del tema. Sólo cuando se entra a una conversación más profunda y se pregunta directamente, se llega a conocer el impacto de la personalidad del presidente Hugo Chávez sobre el pueblo de Venezuela, y los sentimientos encontrados que producen las noticias sobre su estado de salud.

En muchos hogares hubo lágrimas espontáneas, incluso llanto, la noche del 8 de diciembre, cuando, por boca del propio presidente, se supo del retorno de las células cancerígenas, de la nueva operación quirúrgica a la que debía someterse con carácter urgente y la designación del vicepresidente Nicolás Maduro como sucesor en caso del peor desenlace. Es de suponer que en algunas casas de los no pocos acérrimos opositores el sentimiento habrá sido el contrario, pues la presencia física del comandante Chávez es un dique inamovible a las aspiraciones de quienes pretenden el retorno del sistema político anterior, la que fuera la IV República. Pero éstos deben ser los menos, no sólo a vista de los resultados electorales, sino porque Chávez significa estabilidad, incluso para los opositores, mientras que su ausencia definitiva significaría un futuro lleno de incertidumbres.

Cuando los historiadores ponderen los últimos 20 años de historia política de Venezuela y de América Latina, tendrán forzosamente que reflexionar sobre el viejo dilema del peso de una personalidad sobre el curso de los acontecimientos. Chávez encarna la revolución bolivariana que se inició con el “Caracazo” de 1989, y que movilizó a millones que salieron a las calles a derribar el régimen bipartidista de Punto Fijo y el neoliberalismo económico. Comprender ese fenómeno no es posible por las vías maniqueístas de los medios de comunicación imperiales, que tratan de desdibujarlo como un autócrata cualquiera. El pueblo más explotado ve en él al garante de sus conquistas sociales y de sus aspiraciones. Y él, personalmente, con las decisiones que tomó, decidió muchas veces el curso de los acontecimientos.

A ese sentimiento de identidad entre el pueblo y el presidente, apeló el comando de campaña del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) la semana previa a las elecciones a Gobernador del 16 de Diciembre. Se pidió “Un voto por Chávez”, una expresión de “amor” para su presidente que, literalmente está sacrificando su vida por los venezolanos. La última semana de campaña, signada por el trauma del estado de salud de Chávez, más que un debate programático fue un referéndum de apoyo al presidente, un apelo a repetir el aplastante resultado de las presidenciales del 7 de octubre pasado. El pueblo chavista respondió abrumadoramente, dando un triunfo aplastante al PSUV.

Los resultados de la elección del 16D

Siendo una elección de segundo nivel, aunque importante, respecto a las presidenciales de octubre pasado, y realizadas en medio de las fiestas navideñas, los comicios para gobernador y legisladores estatales, registraron un alto índice de abstención (46%). Pero la abstención afectó principalmente a la oposición, agrupada en la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) que, según El Nacional (18/12/12), perdió el 40% de su base electoral respecto a octubre, la sangría en algunos estados alcanzó el 60% de sus votos (Trujillo, Vargas, Apure, Guárico y Portuguesa). Esta desbandada del voto opositor no sólo se debió al espíritu navideño, sino al efecto desmoralizador producido por la abrumadora derrota del 7 de Octubre.

El chavismo también vio reducida la cantidad de votos (en 34%), habitual en elecciones regionales, pero la asistencia en masa de los electores favorables al Proceso Bolivariano permitió el arrollador triunfo del PSUV que obtuvo 20 de las 23 gobernaciones en juego. Este triunfo del chavismo fue emblemático en estados como Zulia, tradicionalmente opositor, y permitió “recuperar” para el oficialismo estados como Nueva Esparta, Táchira y Carabobo.

En esos cuatro estados perdidos por la oposición la relación del voto fue: Zulia: Francisco Arias del PSUV 52,13% y Pablo Pérez del MUD 47,77; en Táchira: J. Vielma del PSUV 53,38% y C. Pérez del MUD 46%; en Nueva Esparta: Mata Figueroa del PSUV 54,06% y M. Rodríguez del MUD 45,71%; en Carabobo: F. Ameliach del PSUV 55,24% y H. Salas Feo del MUD 44,10% (El Universal 17/12/12).

La oposición sólo ganó tres estados: Amazonas (donde las fuerzas chavistas se dividieron en dos candidaturas), L. Guarulla del MUD ganó con 56,01% a N. Maldonado del PSUV que obtuvo 37,37%; en Lara: donde fue reelecto Henry Falcón del MUD que obtuvo 56,23% contra el 43,50% de L. Reyes del PSUV; y el importante estado Miranda en donde fue reelecto como gobernador, el excandidato presidencial de la oposición, Enrique Capriles con el 52,02% contra el 47,62% que obtuvo el ex vicepresidente E. Jaua del PSUV (El Universal 17/12/12).

Es importante hacer notar, dada la campaña de mentiras vertida por los medios de comunicación al servicio del imperialismo norteamericano, que estos resultados han sido públicamente reconocidos como legítimos tanto por los partidos opositores del MUD, como por los candidatos perdedores y los medios de comunicación venezolanos. En el único estado en que se ha producido controversia es en Bolívar, donde la diferencia entre el candidato victorioso y el perdedor fue inferior al 1%. Allí, el aspirante opositor, Andrés Velásquez perdió con el 44,64% respecto al candidato oficialista F. Rangel que obtuvo el 45,41%, según los datos del Consejo Nacional de Elecciones (CNE).

Del 54% de de participación electoral el PSUV obtuvo el 49,62% de los votos emitidos en todo el país (El Nacional 18/12/12). De las 260 curules legislativas regionales en juego, el PSUV se quedó con 175, es decir, el 67% (El Universal, 18/12/12)..

Con lo cual se puede concluir sin lugar a dudas que el pueblo venezolano ha refrendado democráticamente la política del partido del presidente Hugo Chávez, aportando seguridad y estabilidad al Proceso Bolivariano en momentos en que prevalece la incertidumbre por la salud del presidente. Incluso, en la perspectiva de que Chávez no pudiera asumir un nuevo mandato (el 10 de enero próximo) no hay ninguna duda de que, en unos nuevos comicios presidenciales (que según la Constitución tendrían que hacerse en 30 días) la victoria del PSUV estaría asegurada y con ello la sucesión de la persona designada por el propio Chávez, el actual vicepresidente Nicolás Maduro.

También sale fortalecido y ratificado el sistema electoral venezolano, calificado en octubre como uno de los más eficientes y seguros del mundo por el Centro Carter. Sistema electoral que cuenta con un moderno sistema de voto electrónico apoyado por un sistema de verificación, por el cual los partidos escrutan una muestra significativa de mesas para comprobar la veracidad del proceso electoral (la muestra fue del 53,09% de las mesas).

La oposición venezolana en su laberinto

De la cruda realidad para la oposición de derechas da cuenta El Nacional (18/12/12), en su página de Economía y Negocios, cuando señala que: “Los bonos de la República y de PDVsa registraron una caída como consecuencia de los resultados de las elecciones del domingo… luego que el mercado interpretó que no habrá cambio de Gobierno hacia el sector oposición en caso de que se convoquen elecciones presidenciales si el presidente Hugo Chávez no puede asumir un nuevo mandato…”.

Esa convicción de los “mercados” también abruma la mente de la oposición de derechas que vive con la certeza de que uno nuevos comicios presidenciales no mejorarán su probabilidades. La oposición está fraccionada en más de diez partidos, de los cuales el más votado lo fue el de Capriles, Primero Justicia, pero que apenas logró el 8,45% del voto nacional el 16D. El segundo partido en importancia de la oposición es el histórico Acción Democrática, de corte socialdemócrata, que sacó el 6,11% del voto nacional. Un Nuevo Tiempo y COPEI (la Democracia Cristiana) obtuvieron 3,04 y 2,69 % respectivamente (El Nacional 18/12/12).

A esta baja influencia nacional, comparada con PSUV, hay que añadir las disputas internas entre los líderes opositores. Pese a que en las presidenciales últimas, la oposición llegó a unirse en el MUD, son públicas las desavenencias entre Enrique Capriles y Acción Democrática (AD), lo cual pone en duda la posibilidad de que la unidad se pueda sostener en el tiempo y repetirse en unas nuevas elecciones. La AD necesita consolidar un liderazgo propio si quiere convertirse en un partido de referencia como ha sido por décadas y, en ese objetivo, Capriles no le ayuda.

Los dos gobernadores opositores triunfantes, Henry Falcón en Lara y Enrique Capriles en Miranda, tampoco la tendrán fácil pues no alcanzan a controlar sus asambleas legislativas, las cuales fueron en su mayoría para el PSUV gracias al voto cruzado. En Miranda el gobernador opositor obtuvo 7 legisladores contra 8 del PSUV; en Lara el gobernador se quedó con 5 contra 7 oficialistas (El Universal 18/12/12).

Por supuesto que, de toda la crisis opositora, el mejor librado es Enrique Capriles, no sólo por lograr la reelección, sino por la importancia urbana del Estado Miranda. Ello le permitió hacer un discurso inteligentemente moderado al proclamar su victoria, reivindicando su triunfo y tendiendo una mano a los opositores derrotados. “Estoy alegre por Miranda, pero estoy triste por Venezuela”, dijo. Sin embargo, muchos opinan que una oposición con opciones de triunfo, en un futuro indeterminado, cuando Chávez no sea un factor político, no podrá salir de una derecha tan recalcitrante como la que expresa Capriles, a quienes sus padres obsequiaron una casa en Miami como consuelo por la pérdida de las elecciones presidenciales en octubre pasado. Parece más probable que en los próximos años cuaje en el liderazgo opositor más ubicado al centro político, ya sea proveniente de AD o incluso del chavismo de centro izquierda si llegara a fraccionarse.

En todo caso, se comenta que sectores de la burguesía que apostaron a la derrota de Chávez están de vuelta tendiendo puentes al gobierno ante la imposibilidad de un cambio político a la derecha. Expresión de estas tendencias son las palabras de Henri Falcón, victorioso en Lara, exhortando a un diálogo al vicepresidente Maduro: “Lo invito a que conversemos en función de Estado, de las familias, de este sueño de la población de vivir en paz” (El Nacional 17/12/12).

Las corrientes del Chavismo

Como todo gran partido populista de masas, el PSUV dista de ser un ente monolítico. A su interno se mueven diversas fracciones encabezadas por líderes cuyo espectro político va un extremo al otro. Es notable que de las 20 gobernaciones ganadas por el chavismo, 10 están en manos de militares retirados, unos más de izquierda y otros más al centro. Desde oficiales que estuvieron con Chávez en el fallido golpe de 1992, pasando con los leales del 11 de abril de 2002, inclusive algunos que coquetearon en aquel momento con el golpismo pero luego se devolvieron ante la marea de gente que defendió el Proceso Bolivariano.

La conducción política del PSUV es, en ausencia de Hugo Chávez, bicéfala. Dirigida por la mancuerna del vicepresidente Nicolás Maduro, que proviene de las filas del sindicalismo, aunque ha tenido sus roces con el movimiento obrero posteriormente; y Diosdado Cabello, presidente del Congreso, que proviene de las filas del ejército.

En la base del partido se mueven múltiples corrientes que Chávez logró unificar en torno suyo siendo su árbitro indiscutido. Aunque cada vez pesa más el aparato de funcionarios vinculados a la administración del estado, tienen peso específico sectores sindicales (a veces confrontados con sus propios funcionarios), asambleas comunales y una multiplicidad de organismos. Hasta hoy las contradicciones internas han sido dirimidas por el presidente y se expresan en el aforismo popular: “Si Chávez se entera, Chávez lo resuelve”.

¿Qué va a pasar el día que Chávez no esté? La respuesta da para muchas especulaciones y tal vez haya que buscar en la historia latinoamericana que, ya ha tenido en el pasado regímenes populistas con un gran líder que encarna la categoría política que Trotsky llamó bonapartismo “sui generis”. Pero lo que no parece admitir dudas es que al menos por un tiempo la voluntad de Chávez, en cuanto a una dirección encabezada por Maduro, en dupla con Diosdado, será incuestionable y nadie se va a apartar de la línea. Ante la incertidumbre que crea su estado de salud, para algunos el ideal sería “que Chávez pase a modo Fidel”, es decir, aunque retirado por enfermedad siga dirigiendo desde atrás.

Un factor desconocido en el exterior es la existencia de un chavismo por fuera del PSUV que tiene un peso específico en la política nacional y que aportó un caudal de votos decisivo en la victoria del 7 de octubre. Nos referimos al Partido Comunista de Venezuela (PCV), Patria Para Todos, Tupamaros, Podemos, etc. De todos ellos, el mejor posicionado es el PCV, que obtuvo el 2,90 % de los votos nacionales el 16D. Algunos de ellos lanzaron candidaturas propias en algunos estados paralelas a las del PSUV.

A estos sectores fustigó Maduro el lunes 17 diciendo: “A las fuerzas revolucionarias del gran Polo Patriótico que en algunos estados lanzaron candidaturas paralelas y pusieron en peligro el triunfo de la revolución, ¿qué hubiera pasado si en esos estados se hubiera perdido? Debemos reflexionar. En esos estados en los que hubo candidaturas paralelas tenemos que ir a un proceso de reunificación. Ese es nuestro llamado” (El Nacional 18/12/12).

Desde la izquierda del chavismo, tanto dentro como fuera del PSUV, se critica a un sector de la dirigencia del estado (“burócratas”) de sabotear la transición al “Socialismo del Siglo XXI”, incluso de transar con la burguesía opositora y de enriquecimiento (“boliburguesía”). “El peligro no es por ahora una agresión imperialista. El peligro real es que esa burocracia transforme en pacto político explícito, entre sectores del privilegio, sus prácticas de gobierno... En este sentido, el intento de buscar una “derecha responsable” para construir una “unidad nacional” con esos dirigentes promotores del golpe y del paro sabotaje, es un error que lleva al camino de un nuevo pacto político” (Marea Socialista, noviembre de 2012).

Estos sectores sugieren aprovechar la propuesta del presidente Chávez, materializada en el Plan de Gobierno 2013-2019, que habla de transformar a Venezuela en un “Estado Comunal”, para la conformación de una “Revolución Constituyente”, por la cual las medidas del gobierno salgan de una consulta democrática real con las bases sociales del país, sometiéndolas a un debate con los sectores afectados: sindicatos, sectores de la salud, las comunas, etc.

Desde las bases, los trabajadores y demás masas populares están llamadas a imponer un poder constituyente de abajo hacia arriba, para que el pueblo trabajador se haga gobierno. Un proceso para convertir a la clase trabajadora como el sujeto social de la revolución”, dice Stalin Pérez Borges, dirigente sindical (Marea Socialista, noviembre de 2012).

Turbulencias económicas en el corto plazo

La economía venezolana, aunque con un fuerte sector estatal, sigue siendo con claridad una economía capitalista. Por ende, no escapa a las influencias de la crisis económica mundial, ralentizada aquí gracias a los precios del petróleo, producto que sigue siendo el sostén fundamental del sistema. El año 2013 se pronostica como difícil, con una de las menores tasas de crecimiento de América Latina, según Barclays Capital, por el 0,3%, que es sinónimo de estancamiento. Lo cual obliga a realizar algunos ajustes para cerrar la brecha entre ingresos y gastos, estimada en 15% del PIB, que podrían incluir: un ajuste de la tasa de cambios, revisión del gasto público focalizada en salarios, aumento de las tarifas de los servicios básicos (incluida la gasolina, más barata que las gaseosas) y una reforma fiscal (El Universal, 15/12/12).

La devaluación del tipo de cambio, estancado en 4,3 bolívares por dólar desde hace dos años, pero que en el mercado negro se cambia hasta 18 bolívares por dólar, es uno de los problemas más importantes. Esa distorsión entre el precio oficial y el paralelo del dólar está produciendo desajustes en el sistema de acceso a divisas (CADIVI y SITME) que se presta para la corrupción, el enriquecimiento anómalo y la fuga de capitales a costa de la renta petrolera del estado. El Cadivi, que ha asignado este año más de 23,600 millones de dólares, por las distorsiones cambiarias, ha llevado a una disminución considerable de las reservas del banco Central de Venezuela. En palabras de El Universal (15/12/12): “El resultado es que los dólares que asigna Cadivi se han convertido en el artículo más barato de la economía después de la gasolina y las solicitudes de divisas para importar se han disparado”.

Otro problema es la inflación, que este año ronda el 20%, y que ha forzado a aumentos de precios en productos básicos como maíz, arroz, harina y café. La relación entre inflación, tasa cambiaria, déficit público, caída de las reservas, lleva al ministro de Finanzas, Jorge Giordani, a considerar medidas como el recorte del gasto público y a sugerir que: “se deben cobrar ciertos servicios que ahora están fuertemente subvencionados”.

A nadie escapa que, de aprobarse estas medidas, conllevarían a un aumento de la conflictividad social, en la que ya antes se han enfrentado el movimiento obrero chavista con los altos funcionarios chavistas. Pero hasta ahora siempre estuvo la figura del presidente como mediador de estos conflictos. La interrogante que se cierne es qué pasará no estando él para dirimir.

El futuro, como siempre, estará en manos del combativo pueblo venezolano

Los pronósticos sobre la salud del presidente Hugo Chávez no son buenos, aunque millones tanto dentro como fuera de Venezuela hacen ruegos por su mejoría, como ha pedido Nicolás Maduro. En el mejor de los casos, lo previsible es que enfrente una larga y dura convalecencia. La peor perspectiva la dan algunos oncólogos norteamericanos entrevistados por Wall Street Journal Americas (El Nacional, 14/12/12), quienes analizando los informes oficiales deducen que Chávez sufre de un tipo muy agresivo de cáncer, sarcoma, probablemente en fase terminal. Sin embargo, como ha dicho el gobierno, el presidente cuenta con los mejores médicos y tratamientos, y con una voluntad de hierro para superar este desafío personal.

En un panorama que se avizora con Hugo Chávez disminuido en sus capacidades o sin su presencia personal, el futuro de Venezuela está en la fortaleza de su pueblo, de sus organizaciones políticas, sindicales y comunales. Un pueblo que en momentos decisivos se ha movilizado para cambiar la historia, como en el Caracazo de 1989 cuando asestó un golpe mortal al neoliberalismo y al bipartidismo, o como cuando en abril de 2002 derrotó a los golpistas forzando la liberación y el retorno del presidente Chávez.

En ese futuro, el pueblo venezolano no está solo, pues le acompaña la vanguardia obrera y popular del continente Latinoamericano que sigue las banderas de la Revolución Bolivariana empujando procesos similares en todos los países. La crisis económica capitalista mundial, el ascenso de la lucha de clases en Europa, las revoluciones en Oriente Medio, las derrotas militares del imperialismo en Irak y Afganistán, son otros procesos con vasos comunicantes hacia Venezuela y que la ayudarán a sostener el proyecto de Socialismo del Siglo XXI, seas cuales sean las circunstancias concretas.




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