Los humanos: “somos una verdadera plaga”

Hace, creo, dos siglos o un poquito  menos o un poquito más, el clérigo anglicano británico o inglés Malthus Thomas hizo célebre su idea de que la población crecía en progresión geométrica (1, 2, 4, 8, 16 y así sucesivamente) mientras que la producción de alimentos lo hacía en progresión aritmética (1, 2, 3, 4, 5 y así sucesivamente), lo que generaba la siguiente situación: no habría nunca la cantidad de alimentos indispensables para alimentar a la población. Eso hizo, también, que planteara la necesidad de hacer guerras para exterminar población que resultaba innecesaria. Además, recomendaba que las personas se casaran bastante adultas y que no tuvieran relaciones sexuales para evitar tener hijos muy tempranamente. Si naciera un Malthus en este tiempo y planteara eso, los jóvenes (de ambos sexos) se lo comerían vivo.

         No voy a enredarme  o a embolatarme en una crítica a la teoría de Malthus. Sólo señalo que Marx la catalogó como “un plagio superficial y curescamente declamatorio de varios autores”. Y, además, agregó Marx que "Malthus establece como ley universal de la historia de la humanidad una ley que se basa en observaciones parciales, aplicables solamente al modo de producción capitalista. El capitalismo produce su propia sobrepoblación, que se presenta porque la demanda de mano de obra aumenta menos rápidamente que el número de trabajadores, debido a la distribución desigual que media entre el trabajo asalariado y el capital. Malthus aconseja al proletariado que para resolver sus condiciones de vida miserables es necesario limitar la procreación". Y lo que es muy cierto es que quienes busquen la causa fundamental de la miseria en el crecimiento de la población, pelan el arrime y también pelan el boche.

         Hace poco el naturalista David Attenborough, igualmente británico o inglés, planteó que “los humanos son una plaga sobre la Tierra”. Hace un llamado a que se tenga control sobre el crecimiento de la población, porque considera que no habrá recursos suficientes para que se satisfagan todas las necesidades materiales de la población. Cree que de continuar el crecimiento demográfico sin control comenzará a escasear espacios para el cultivo de alimentos. Su teoría tiene alguna relación con la de Malthus aunque no haya planteado ni guerras de exterminio ni cese de relaciones sexuales hasta entrada cierta madurez de las personas.

¿Cuánto de verdad y cuánto de mentira tiene la teoría de David Attenborough?

Vivimos en un mundo capitalista donde unas poquísimas potencias manejan, controlan y dominan la economía de mercado. Y esto, queramos o no reconocerlo, es lo que determina el rumbo al resto de naciones en el planeta  aunque nos opongamos a ello y en algunos países se trate de empujar el camino hacia el socialismo. Hobbes escribió un libro que se titula “El Leviatán”, donde demuestra que el hombre se ha convertido en lobo del hombre. En verdad, todo explotador y todo opresor es un hombre-lobo, porque se chupa la sangre, el sudor y se disfruta el resultado del trabajo del hombre explotado y oprimido. Eso es una verdad universalizada por todo modo de producción que se sustente en la explotación de una clase social por otra.

El naturalista David Attenborough, peca de error al sostener su idea como una globalidad y no como una particularidad. “Los humanos son una plaga sobre la Tierra”. Eso es una generalidad, por lo cual es un error esa calificación. Pero si entendemos por plaga  lo que produce daño y le ubicamos como gemelo de enfermedad, fácilmente comprenderemos que también pueden ser personas que depredan irracionalmente a la naturaleza o personas que causan daño económico, político, ideológico o, mejor dicho, social a otros debido a que concentran en sus pocas manos la mayor parte de la riqueza social y sólo dejan para la inmensa mayoría un porcentaje muy reducido de la misma, lo cual genera pobreza y sufrimiento en los muchos mientras crea enriquecimiento y privilegios en los pocos. En ese sentido, podemos decir que existen seres humanos que son una verdadera plaga. El capitalismo no soportaría una sola hora de vida sin ese principio de lo ancho para los pocos y lo angosto para los muchos como tampoco se mantendría sin esclavos asalariados.

Para nadie es un secreto que los grandísimos monopolios económicos podrán ampararse bajo cohesión o unión de empresas o compañías  pero están conformados por hombres y mujeres que concentran muchísimo capital en su poder. Eso es en sí, utilizando correctamente el significado de plaga, los que más producen daño a la humanidad porque la economía del capitalismo es y será siempre anárquica aunque posea rasgos de planificación. Eso es lo que conduce a crisis de acaparamiento, desabastecimiento, especulación, incremento irracional de precios, disminución de los salarios, aumento del desempleo, inflación, deflación, generación de mayor prostitución y delincuencia; en fin, son los propiciadores del crecimiento demográfico de manera irracional y de la escasez de alimentos de manera planificada. El principio fundamental del capitalismo es la mayor parte de la ganancia o la plusvalía entera para los amos de los medios de producción mientras que para la masa de trabajadores se reparte la peor parte.

Es completamente cierto que millones de personas en este mundo mueren por hambre o desnutridos y otros millones por enfermedades curables, por citar dos ejemplos. Sin embargo, eso no es culpa ni del crecimiento geométrico de la población ni de la producción aritmética de la alimentación. La culpa es del modo de producción capitalista que se fundamenta en que unos pocos son inmensamente ricos, otros pocos son medianamente ricos pero la inmensa mayoría de la población es inmensamente pobre. Los perros, por ejemplo, en las casas de los ricos o de los medianamente ricos viven en infinitas condiciones de mejor alimentación y de salud que miles de millones de gente pobre económicamente. En el Africa, por citar un continente, existen espacios y riquezas para que toda su población se alimentase bien, pero eso será imposible mientras exista capitalismo –en general- e imperialismo –en particular-. Imaginémonos cuando tengamos, la aplastante mayoría de pobres, que pagar altos precios por el agua para beberla, asearnos, cocinar los alimentos o hacerle los teteros a los niños. O, cuando ya no quede un solo centro de salud gratuito en las naciones de capitalismo subdesarrollado y las medicinas tengan el precio de la altura de las nubes.

El planeta Tierra corre riesgos de desaparecer mucho antes de que le toque por su propio proceso interno de contradicciones y metamorfosis. Nunca olvidemos que todo lo que nace es digno de morir y lo dijo Goethe y no un connotado comunista. Y nadie debería culpar a los pobres por ello, ya que los fundamentales depredadores y afectadores del clima es la burguesía, los amos de las fábricas que no toman medidas para evitar la contaminación, los pocos ricos que no cesan en su carrera ambicionista por cada día ser más ricos para que se incremente el número de los pobres y con ello el sufrimiento, la desnutrición y el deterioro acelerado de la salud. El comunismo, aunque no lo crean los ricos, los medianos ricos e incluso muchos pobres, es la única alternativa para que exista un régimen de economía verdaderamente planificada, donde todos los seres humanos tengan acceso a ser cultos, a satisfacer todas sus necesidades y a trabajar de acuerdo a sus capacidades. Será entonces cuando por conciencia se determinará tanto el crecimiento de la población como el crecimiento de la producción de alimentos. Entonces ya no habrá ningún naturalista que nos venga con teorías de que el mundo se acabará por exceso de población y escasez de alimentos. Mientras tanto no sea así, todo depredador irracional es una plaga y todo explotador y opresor que acapare la mayor parte de la riqueza es una plaga.



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Freddy Yépez


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