Hipótesis sobre nuestro apretado triunfo

La oligarquía criolla, junto a la CIA y el Departamento de Estado de los EEUU, tienen una sala situacional en alguna parte de Caracas, donde monitorean en tiempo real cada elemento de la vida diaria del venezolano. Qué come; cómo se viste; qué repuesto de carro es el más usado; cuánto consume de papel higiénico; cómo se moviliza en su quehacer diario, etc. Esto le permite convertir a nuestro país en un cuero seco, donde la Revolución se la pasa tratando de resolver por aquí o por allá, pero siempre saltándole la liebre por donde menos se lo imagina. Y para ello, la derecha criolla junto a la foránea, cuenta nada más y nada menos que con todo el poder económico de los grandes grupos nacionales e internacionales; y como si todo esto fuera poco, se le unen también nuestros errores y debilidades.

En la hipótesis que estoy manejando, el desabastecimiento y la especulación inducida por los grandes grupos económicos, y detectada con mucha fuerza desde el mes de diciembre del 2012, fue el evento que más nos perjudicó en el resultado electoral. De hecho, en mi desesperación, escribí varios twitter a Nicolás y a nuestra Gobernadora Yelitze Santaella (Monagas), donde les decía que había que parar esto y que al no hacerlo, ello se iba a reflejar en el resultado electoral.

Durante todo el mes de abril el desabastecimiento en Monagas fue espectacular. Y cuando las cosas se conseguían era al doble o al triple de su precio habitual. La gente que gana un salario mínimo o que vive de una pensión del Seguro Social, veía día a día cómo su ingreso se le hacía sal y agua. Y mientras tanto, el Ministro para la Alimentación declarando diariamente que es “Falso que en Venezuela exista desabastecimiento”. Y aquí aparecen entonces nuestras deficiencias a relucir.

La desesperación del pueblo para conseguir alimentos básicos como la harina pre-cocida, el pollo, la carne, el pan, el azúcar y hasta el papel higiénico (que todavía no aparecen en Monagas), lleva a convertirlo en verdadero peregrino que deambula por toda la ciudad para conseguir algo para sus familias. Y cuando detectan algún lugar que venda algo de lo que buscan, con seguridad las colas son kilométricas, de varias horas, y con el problema que cuando por fin llegan ya el alimento se ha agotado. Eso nos ha pasado infinidad de veces.

La derecha muy hábilmente- porque ella sí tiene su sala situacional- comenzó a regar por todas esas colas que este era el socialismo de Maduro, que el socialismo era sinónimo de cola y de precios altos. Que había que votar para acabar con las colas y con la especulación. Y mientras tanto, el Indepabis, el Ministerio para la Alimentación y la Comisión de Costos y Precios Justos, se encontraban en otro lado que no era la República Bolivariana de Venezuela. Y para aprovechar esta frustración de una buena parte del pueblo venezolano, Capriles realiza entonces su jugada maestra durante la campaña electoral.

Palpando el deterioro provocado del salario real del venezolano, y la neurosis por el desgaste de las colas, Capriles se lanza a ofrecer Bs 3.000 de salario mínimo y la misma cantidad para los pensionados. Lo hace el día 09 de abril, para ser aplicado el mismo día de la toma del gobierno por Capriles. Lo hace a sólo cinco días del cierre de la campaña electoral. Por eso, pensamos, las encuestadoras no registraron este evento extraordinario que las llevó a distanciarse en sus pronósticos que ubicaban entre un 8% y 16% la brecha que Maduro le sacaría a Capriles. La encuesta que más tarde cerró lo hizo con un trabajo de campo para el día 04 de abril, por tanto no podía recoger el sentimiento de una parte importante de la población, en relación a lo atractivo del ofrecimiento de los Bs 3.000, y la ilusión de recuperar en el corto plazo el poder adquisitivo perdido en los últimos meses.

Ciertamente toda la votación chavista no es de super-revolucionarios, ni de socialistas convencidos. Existen miles de personas que conforman una masa votante flotante que se mueve no con los ideales socialistas, sino con el que mejor satisfaga sus necesidades particulares. Y si se falla además en la denuncia del desabastecimiento inducido, hablándose de una “guerra económica” media abstracta, y con un Ministro para la Alimentación afirmando cada día que “no había desabastecimiento”; entonces podemos entender claramente que le pusimos en bandeja de plata a la oligarquía criolla e internacional, la posibilidad de que casi dieran al traste con el proceso revolucionario.

Se nos fueron unos 623.000 votos para la derecha. No es que esa fracción que emigró sea de derecha, sólo que en esta oportunidad no nos acompañó porque consideró que no estábamos resolviendo los problemas que más aquejan a la población. Pero también hay que ver la cara buena de todo este problema. Tenemos 7.575.000 votos de gente que aún sufriendo todo este desabastecimiento, colas y especulación, siguió consecuente y fiel con el ideario socialista. Este es nuestro verdadero piso duro, a prueba de terremotos y cataclismos. Y gracias a él, tenemos todavía revolución en pleno desarrollo. Claro, siempre y cuando apliquemos los correctivos necesarios.


Bujandab52@hotmail.com


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