Revolución Bolivariana: dialéctica del pensamiento bolivariano - chavista

Hugo Rafael Chávez Frías tenía razón cuando expresaba que el actual proceso revolucionario es la continuación de aquel proceso independentista en revolución que desarrolló don Simón Bolívar en aquellos tiempos del siglo XIX sin negar todos los movimientos libertarios que se expresaron desde la presencia peninsular castellano-aragonesa en tierras de lo que en nuestros días denominamos como América; en el marco de ese proceso social se presenta una obvia diferencia entre expresiones de guerra, enfrentamientos, luchas, protestas, posiblemente, sabotajes de sociedades autóctonas-americanas a la sistematización del proceso de guerra de independencia que planificó y desarrolló don Simón Bolívar y todos sus acompañantes, ambos, enfrentando a la Corona española-borbónica.

¿Por qué ese proceso independentista lo calificamos como un proceso revolucionario? Interesante pregunta porque estamos acostumbrados al lenguaje alienante que se ha impuesto en la Historia para expresar que el concepto revolución se acerque a la tesis expresada por Karl Marx de las sociedades en evolución y perfectibilidad desplazando a un sector de la sociedad dominadora del poder y la economía, entre otras variables, imponiéndose otro sector de la sociedad en ascenso y propuestas evolutivas en el lógico crecimiento social histórico de las sociedades mundiales. Esa lectura del concepto revolución impuesto por las burguesías mundiales es, probablemente, la expresión utilizada por esas burguesías ascendentes en las sociedades monárquicas decadentes de las sociedades europeas en aquel proceso de enfrentamientos violentos que se expusieron durante la Revolución Francesa que, por ironías de las realidades históricas, cuando analizamos cuáles sectores sociales estaban en las calles y componían las barricadas, probablemente, estuvieran conformadas por lo que, simplemente, denominaremos como pueblo que, en aquellos tiempos, los poderes socio-económicos lo denominó como lumpen-proletariat. Pero regresemos a casa.

¿Quién fue don Simón Bolívar desde una visión histórico-política? En alguna ocasión anterior nos hemos referido al texto de don Germán Carrera Damas titulado: Casos de continuidad y ruptura: génesis teórica y práctica del proyecto americano de Simón Bolívar (Las independencias de Iberoamérica. Fundación Empresas Polar & otros. Caracas, 2011, pp. 573-616) donde el autor nos presenta una muy amplia visión conceptual de El Libertador que abarca desde el político-militar pasando por el campo de las ideas y aceptar sus cualidades como constitucionalista. Por ello, al considerar el legado de don Simón Bolívar a la Historia y, particularmente, al campo de las ideas venezolanas, en este caso concreto, en su más amplia praxis real-objetiva del desarrollo de Venezuela como realidad nacional y, obviamente, continental, negar ese legado-herencia es de ignorancia-supina de seudo-intelectuales y, al mismo espacio de tiempos reales, las lógicas reacciones de una clase social, en este caso concreto, burguesa-y-capitalista (obviamente) venezolana que busca y trata de castrar cualquier alteración del status quo clasista-ideológico capitalista (obviamente) impuesto desde la llegada de la realidad histórica de la conformación de Venezuela como estado-nación por esas huidizas burguesías seudo-criollas. Es decir, volvemos a realidades histórico-francesa-revolucionarias cuando las burguesías francesas se ubicaron a espaldas del pueblo para, posteriormente, imponer sus paradigmas capitalistas una vez y cuando lograran imponerse en el Poder que se alcanzaría gracias y en consecuencias de guerras continentales europeas años posteriores. Es decir, es probable y en esta idea nos responsabilizamos plenamente, la burguesía como clase social es y seguirá siendo la clase social que, históricamente, ha tenido y tiene, perfectamente, claro y preciso su condición de clase y sus responsabilidades como preservadores del Estado burgués-capitalista.  

Permítasenos proponer dos (2) ejemplos que en nuestro criterio muy personal expresan realidades que del concepto Poder tienen las burguesías en cuanto su permanencia como clase social ejecutora de los destinos nacional-mundiales, particularmente, en estos momentos de globalización y/o mundialización. El primer ejemplo que proponemos para una reflexión político-ideológica es el caso Pinochet. En alguna ocasión manteniendo una muy seria conversa con un muy alto líder político chileno le elevamos la inquietud de cuál sería el futuro del general Augusto Pinochet post-elecciones democráticas. Su respuesta fue enfática, seria, preocupante y angustiante. Su respuesta fue que era un tema que tenía que tratarse con mucho tacto y delicadeza; es decir, nos, nos atrevemos a inducir que aún y cuando el general Augusto Pinochet dejara el poder real-dictatorial se mantenía en el poder real-objetivo. Cuando observamos las actuales manifestaciones que sustentan sus protestas contra leyes impuestas durante la dictadura del bien conocido dictador y violador de los derechos humanos latinoamericanos y chilenos, específicamente, general Augusto Pinochet, a la única conclusión que podríamos llegar es que el legado-Pinochet aún está vigente. Un otro ejemplo que podríamos proponer aún más dramático es la actual situación que se está desarrollando en el Reino de España con el tema de la sucesión monárquica a causa y consecuencia de la muy delicada salud personal del Jefe del Estado del Reino de España, Juan Carlos. Nos que conocemos, podríamos decir, bastante bien la realidad de la Historia de España, consideramos que el tema del desarrollo de la crisis sucesoria española está íntimamente ligada con el tradicional ejército español cuya base se sustenta en dos (2) ideas fundamentales: la doctrina franquista y los toques ideológico-teóricos impuestos a dicho ejército español a partir de la presencia militar estadounidense en territorio español en algún momento del franquismo militante. Es obligado precisar que existían profundas diferencias entre el denominado como franquismo, el sector estrictamente militar, y la presencia política del falangismo que se significaba como expresión político-social-fascista. Esta contradicción a lo interno del proceso franquista en el gobierno se fue desarrollando hasta que ingresaron en el gabinete franquista el sector católico-conservador-modernista pro-estadounidense. Un ejemplo fue el acuerdo alcanzado por Nelson Rockefeller y los Garrigue-Walker para el desarrollo de las infraestructuras a lo largo de la costa oriental española hasta la región valenciana que se dice se ha transformado en la base fundamental de las inversiones estadounidenses en España.

En ese orden de ideas, la dialéctica en la Revolución Bolivariana se sustenta en dos (2) conceptos: el ideario de don Simón Bolívar, que hemos tratado de orientarlos sobre esa realidad objetivo-histórica, y el pensamiento Chávez Frías que aunque no lo hemos desarrollado en este texto pero que por vivencias colectivas conocemos que se ha impregnado en el inconsciente colectivo venezolano y allende nuestras fronteras, objetivamente hablando. Podríamos incluir, evidentemente, la correlación dialéctica entre ambos pensamientos plus las objetivas interioridades en que ambos pensamientos sustentan sus propias ideas y las consecuentes influencias mutuas entre ambos pensamientos considerando, al tiempo y a la vez, las propias realidades históricas que permitieron los desarrollos conceptuales de ambas propuestas ideológicas (para su mejor comprensión metodológica sugerimos realizar un cuadro comparativo). Es decir, nada sencillo y más que complicado porque aún y cuando el pensamiento de don Simón Bolívar ha sido tratado con seriedad y cargado de ideología, el pensamiento Chávez Frías estaría en proceso de investigación, análisis y conceptualización lo que implica la obligada reflexión, en el marco de precisar cómo se desarrolló el pensamiento de don Simón Bolívar conjuntamente con las realidades históricas que se han expresaron desde la constitución del Estado venezolano en el siglo XIX hasta el triunfo electoral de Hugo Rafael Chávez Frías (1992) y el desarrollo de sus catorce (14) años de gobierno de democracia participativa cual es un paradigma político fundamental en las diferencias objetivas entre aquellas realidades bolivarianas con estas realidades chavistas.

En ese marco de ideas, nos, nos permitimos exponer algunas diferencias con los histórico-legalistas. En alguna ocasión personal conversamos y discutimos sobre las relaciones dialécticas que se podrían desarrollar cuando se impusiera como preeminencia-poder lo real-legislativo sobre lo real-necesidades-sociales venezolanas y cómo esas realidades en praxis se impondrían en esas relaciones mutuas en la propia dialéctica de la revolución bolivariano-chavista; es decir, esa realidad propuesta a la discusión nos podría llevar a profundas contradicciones ante las necesidades obligadas y sustentadas por el propio desarrollo de las políticas sociales diseñadas y desarrolladas por la Revolución Bolivariana según políticas diseñadas, discutidas y aprobadas por nuestro Comandante en Jefe, Chávez Frías, con la finalidad de mantener y  proveerle a la sociedad venezolana de las necesidades básicas fundamentales requeridas (no solo la cesta básica) que se imponen inevitablemente por las actuales sociedades capitalistas, globales y consumistas como, por ejemplo, actualmente se viene expresando la sociedad venezolana en revolución permanente en considerando la realidad objetiva del actual Estado burgués-capitalista hacia el Estado social-socialista. Es decir, en nuestro criterio: el hambre mata revolución. (Debemos considerar el consumismo como paradigma socio-económico capitalista en el marco del Estado burgués-capitalista venezolano). Nuestro interlocutor, no venezolano, para más detalle, caribeño, consideró que eran necesarios cambios en las realidades super-estructurales venezolanas lo cual no lo negamos sino que nos consideramos que era obligante aceptar esas realidades dialécticas que se desarrollarían en contradicciones permanentes y dialécticamente entre la super-estructura vis a vis la estructura económica alienada-dependiente; es decir, cualquier análisis en propuesta, su praxis correspondiente en revolución al no considerar, totalmente, los escenarios revolucionario sociales nos llevaría a un análisis lógico-formal-positivista y/o enmarcado bajo los paradigmas del socialismo real, toda una contradicción histórico-venezolana. Aquel escenario en discusión nos permitió exponerle a nuestro interlocutor, a título de ejemplo real-temporal-histórico, las comparaciones entre la apertura china propuesta por Deng Xiaoping en su política de reforma y apertura y las políticas de cambios, fundamentalmente, en la super-estructura soviética (perestroika y glasnost) propuesta por Mijaíl Gorvachov. La conversa se sostuvo apenas días posteriores al triunfo electoral de nuestro Comandante en Jefe, Chávez Frías (diciembre, 1998). Consideramos que las realidades objetivas que se desarrollan en contradicciones en el proceso revolucionario-socialista sobre la base del pensamiento bolivariano-chavista-nacionalista en tanto y en cuanto nos referimos a las objetivas relaciones entre la estructura económica y la super-estructura tienen que tomar en consideración lo real-histórico-etno-nacional.

Actualmente, nos encontramos en una encrucijada importante en el marco del desarrollo de la actual etapa revolucionaria bajo la dirección del Presidente Nicolás Maduro Moros de la Revolución Bolivariana cuando estamos equilibrando el desarrollo de la estructura económica con las oposiciones permanentes de las derechas, propias y extrañas, que juegan a sus propios objetivos nacionales de su Política de Estado capitalista-burgués. En ese orden, sí es verdad que tanto don Simón Bolívar como nuestro Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías, fueron internacionalistas, nos seriamente consideramos que las actuales realidades nos obligan a reflexionar sobre la preeminencia de lo real-internacionalista frente a lo necesario-nacional socio-económico. Nos consideramos que el mejor internacionalista, en esta actual etapa revolucionaria, es ser un buen nacionalista.

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Miguel Ángel Del Pozo


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