Falta mucho por hacer

Hace justamente cien años los habitantes del planeta, quienes regían su vida de acuerdo con el calendario gregoriano y los que no, se forjaron anhelos y esperanzas pensando que el 1914 se iniciaba con buenos augurios. Lamentablemente, todos estos presagios no fueron más que quimeras. Nadie sospechaba que en el mes de julio, del mismo año, se daría inicio a una de la más espantosa, cruenta y estúpida actividad concebida por los hombres ricos: la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra. El resultado de esta conflagración: más de diez millones de muertos entre civiles y militares; más de ocho millones de mutilados; ciudades completamente destruidas; millones de viudas y huérfanos que vieron como durante cuatro años los hombres de los países “más cultos”, los europeos, ventilaban sus problemas. Al final, los muertos se convirtieron simplemente en estadísticas, en tumbas sin nombres y los perros de la guerra se hicieron más millonarios. Al mismo tiempo, el mundo vio con asombro cómo se derrumbaban cuatro imperios: el alemán, el austrohúngaro, el ruso, el otomano y de igual forma, se hundían tres grandes dinastías: los Hohenzollen, los Habsburgo y los Romanov. Era la forma como los imperios, las poderosas potencias industriales Prusia-Alemania, Austria e Italia dirimían sus contradicciones con la Triple Entente formada por Francia, Gran Bretaña y Rusia. Y todo por las intenciones de tales de imperios de dividirse y apropiarse de las tierras africanas y asiáticas. Imposible dejar de agregar que una vez finalizada la Gran Guerra (1918) se estaba preparando los ingredientes para el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Como puede ver mi estimado lector, cien años no es nada desde el punto de vista de la cronología histórica. Quizás por allí quedará algún que otro longevo o longeva que conozca por la vía de algún familiar los relatos de los desmanes vividos en aquellas malhadadas épocas.

Lo anterior lo hago presente porque es importante resaltar que las dos guerras anteriores fueron consecuencia del afán de los miserables capitalistas de apropiarse de la materia prima enterrada en las entrañas de la tierra y de las zonas productivas de los países del tercer mundo. Ciertamente, tal ambición de enriquecimiento nunca fue para mejorar los niveles de vida de los excluidos de siempre, simplemente para que los ricos se hicieran más ricos y los pobres más paupérrimos. Ni siquiera para mejorarle la existencia de los humildes, que eran muchos y que vivían en las capitales de los poderosos imperios.

Para los venezolanos el año 2014 se inicia, no sólo con ilusiones y promesas, se da comienzo con el Plan de la Patria legado por mi comandante Chávez. Este plan, más que un documento es un proyecto para encaminar el país hacia una nación cuyos habitantes deben trabajar con denuedo para cumplir con los objetivos del plan. Es la única forma para que un pueblo consiga una calidad de vida cónsona con una nación cuyas riquezas se distribuyen con equidad y no con la impiedad como se hizo durante más de cuarenta años.

Ciertamente, no podemos dejar al presidente MM todo el trabajo. En catorce años la Revolución Bolivariana ha obtenido grandes avances, pero indudablemente falta mucho por hacer y mucho que reformar. Debemos desterrar, como sea, las instituciones y los vicios de la mentalidad capitalista que nos contamina hasta la hondura de nuestras entrañas. La creación de un hombre nuevo no debe ser una utopía, el hombre nuevo, el ser socialista, debe ser una realidad y para eso debemos afanarnos arduamente.

Los cristianos recién celebraron la natividad, el nacimiento del llamado “hijo de Dios” y próximamente se conmemorará, en Semana Santa, la crucifixión, es decir, el sacrificio del hombre-dios por los pecados del prójimo. Sinceramente, no sé si Dios se equivocó, pero tengo el convencimiento que los habitantes de este planeta siguen cometiendo los mismo pecados de aquella época, agregado a los peores de los tiempos modernos. Un holocausto en vano. No podemos pensar que nuestro comandante se sacrificó por nada, debemos seguir luchando por la patria que nos legó y que nos fue arrebatada por los adecos y copeyanos y ahora, por las pretensiones de la mafia amarilla junto con la oligarquía parásita que no paran de conspirar.

Como afirmé anteriormente, falta mucho por cambiar para que el país se enrumbe hacia un futuro cierto. No podemos consentir que los alcaldes se conviertan en unos funcionaros pedigüeños, tal como se patentizó en la reunión de funcionarios con el presidente MM. Debemos propiciar una constituyente municipal para erradicar los vicios de la burocracia de las alcaldías y convenirlas en entes productivos.

Vale recordar que la primera alcaldía se fundó en México en el 1519 por Hernán Cortés. No es posible que una estructura de la época colonial tenga vigencia en el siglo XXI. El mundo ha cambiado junto con sus habitantes, hogaño los inconvenientes de una comunidad no son los de antaño que podían resolverlo un burgomaestre. Parte del situado constitucional reservado para las alcaldías lo consume una burocracia inoperante, por eso la necesidad del reforzamiento de la comuna para que se haga presente con autoridad y reconocimiento constitucional, tal como lo concibió Hugo. Son estas las que pueden solucionar de manera expedita y quizás, con menos presupuesto, los problemas de una urbanización, parroquia o sector, sin la necesidad de recurrir la benevolencia de un funcionario. A manera de ejemplo, el Municipio Baruta está conformado por la urbanizaciones: Chuao, Caurimare, Santa Marta, San Luis, Santa Paula, El Cafetal Colinas del Tamanaco, Santa Ana, Bello Monte, La Palomera, La Bonita, San Miguel, Baruta, Las Minas, entre tantos de las divisiones donde se congregan más de quinientos mil habitantes. Indudablemente, cada zona con sus propias dificultades e indiscutibles necesidades económicas para ser atendidas por un solo alcalde. El resultado de esta estructura municipal es que los problemas fundamentales de la zona, entre ellos la basura uno de los más grave, no se solucionan.

Tal como lo afirmé anteriormente, la Revolución Bolivariana ha conseguido indiscutible conquistas, pero debemos desbaratar el aparataje capitalista que impide que los logros de la revolución lleguen a todas las comunidades. Es inaplazable reformular los gobiernos municipales y convertir la entidad que dirija el Municipio en un ente eficiente y productivo y no en un burgomaestre que lo único que hace es mendigar para que finalmente mal administre el situado constitucional. Entre los trabajos que debe plantearse la Asamblea Nacional, aunado con la participación de los militantes del PSUV, es propiciar desde su magistratura una constituyente municipal para que le revolución bolivariana llegue con efectividad a todos los estratos de la sociedad.

A mis lectores les deseo un 2014 lleno de salud, buenas intenciones, solidaridad con sus semejantes y sobre todo, una excelente disposición para el trabajo revolucionario para que no se pierda el legado de mi comandante Chávez.


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Enoc Sánchez


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