¡Esto es el colmo!

El País está en dificultades, la producción petrolera no alcanza para las importaciones, las cuales lamentablemente son con las que los habitantes de esta nación nos mantenemos, ya que no producimos ni siquiera los alimentos que ingerimos, hay escasez de productos básicos, el estado de los Centros de Salud y Hospitales deja muchísimo que desear, el desvío de fondos públicos hacia intereses particulares de funcionarios que se catalogan como revolucionarios, y la de otros corruptos fuera del ámbito de la administración pública, es otro factor de peso que merma los recursos del Estado, la delincuencia está desatada. En términos generales, la lucha por la producción en quince años de gobierno nos ha llevado a poco por no decir a nada; ante lo cual nuestro gobierno revolucionario decide hacer seis hospitales veterinarios como el inicio de muchos más, para la atención gratuita de mascotas y otros animalitos en estado de abandono.

Paralelo pero imbricado con esta situación, el gobierno no solo se hace la vista gorda ante los ineptos, pillos o ambas cosas insertos dentro del tren ejecutivo de la burocracia nacional, promocionándolos en muchos casos a escalafones administrativos cada vez más altos, ejemplo este, para que los que dentro de dicho tren ejecutivo son verdaderos revolucionarios y competentes funcionarios, sepan el riesgo que corren y la necesidad de pisar con cuidado si no demuestran a cada paso su lealtad al liderazgo inmediato que los precede en el escalafón gubernamental; entendiéndose por lealtad en el argot peseuvista, el acatar sin chistar las directrices emanadas desde las más altas esferas del poder, lo cual ya desde la época de nuestro en mala hora desaparecido presidente Chávez, ha sido lo más importante que se necesita para ser reconocido como revolucionario, y cuya traducción axiomática se resume en “no importa cuáles son tus manejos de la cosa pública, si eres leal y lo demuestras a cada paso, confiamos en ti y siempre te mantendremos dentro de la administración gubernamental”. Siendo lo importante para el PSUV mantenerse en el poder. En otras palabras, “llegar al poder como un fin en sí mismo, y no como un medio para la consecución de un fin superior” en nuestro caso el socialismo.

La historia del país en ese sentido es triste, y se remonta hasta la guerra de independencia, ya que si al inicio de esta las masas populares emprendieron una lucha tenaz contra sus verdugos y explotadores con Boves a la cabeza, luego lograron ser convencidas de que el verdadero objetivo no residía en la lucha social sino el de independizarse del yugo español; en esa forma desde Venezuela hasta el Perú nuestros “pata en el suelo” regaron su sangre en pro de la consecución de la libertad, su presencia armada respaldó la fundación de Bolivia, bocado apetitoso con el cual lideres interesados, embaucaron al Libertador aprovechándose de su sed de gloria, alejándolo así de su objetivo principal cual era la unificación del Continente en una sola Nación.

El abandono hasta dejarlos en la indigencia fue el pago a las masas populares sacrificadas en aras de la independencia.

Los próceres, es decir quienes dirigieron las acciones de guerra (con muy honrosas excepciones tales como Salom y Urdaneta por ejemplo), acompañados de los emigrados realistas a su vuelta al país, y sumados a lo poco que quedó del mantuanaje, no solo se apoderaron del poder político, sino que además se convirtieron en los grandes propietarios y latifundistas, ni siquiera fue posible lograr el término de la esclavitud.

Ante lo cual el agotamiento popular no fue óbice para que con las banderas del Rey surgieran facciones populares armadas que trataron de reivindicar sus derechos como ciudadanos, años de luchas le costó al gobierno conservador exterminar a estos “facciosos” post independencia.

Llegó un momento en que la opresión oligárquica con leyes usureras como la de “Espera y Quita” sobrepasa la explotación del pueblo llano, y toca también los intereses de los terratenientes, para de esta manera favorecer a su vez a la oligarquía comercial y bancaria; lo cual termina por amalgamar al partido liberal en pos de la conquista del poder por medios violentos; un paréntesis de paz durante diez años con los gobiernos de los Monagas (oligarquía terrateniente), se rompe después del breve Ínterin de Joaquín Castro en el poder, dando lugar a la guerra Federal o guerra larga, tan sangrienta como la guerra de Independencia.

Esta guerra exhibe entre su dirigentes a personajes como Antonio Guzmán Blanco que podríamos definir como defensor del liberalismo comercial, en contraposición de Ezequiel Zamora que fue el representante del liberalismo social y de los derechos del pueblo soberano, la muerte de este último, no solo alarga la guerra por años, sino que al final en un pacto oprobioso deja en el poder a un nuevo estamento con razón llamado “la oligarquía liberal”, en palabras llanas: los mayordomos que condujeron la guerra terminan convirtiéndose en los dueños del país, y al pueblo cuyos sacrificios sangrientos abonaron esta nueva ilusión redentora, solo le quedo como herencia el estrenar nuevos amos.

El agravante para el país que representó la división federativa en veinte estados, divide en veinte pedazos las cuotas de influencia interactuante de los diferentes grupos de gamonales recién llegados. Después de lo cual, interminables guerritas intestinas, la mayoría de las veces intra Estadales a favor de aquello de “quítate tú para ponerme yo”, y usando siempre a las clases populares como “carne de cañón”.

Se necesitó una dictadura atroz como la de Juan Vicente Gómez para acabar con tanto caudillito alebrestado y unificar el país, quedándole al pueblo llano como único beneficio, el no tener que derramar su sangre a favor de intereses ajenos a sus propias necesidades, aunque por lo demás, siguió en las mismas condiciones de explotación de cuando el régimen colonial, era queja común de los caudillos anti gomecistas cuando tiraban la parada de invadir al país por alguna de sus fronteras, casi siempre desde la frontera colombiana, la de que nadie respondía sus llamados insurreccionales, por lo que debían volver a recruzar la frontera después de varias escaramuzas con las fuerzas gubernamentales, más paupérrimos en este caso que cuando habían entrado al país. Y es que el pueblo, obstinado de ser carne de cañón para servirle de escalera a los caudillos, prefería el yugo dictatorial que embarcarse en nuevas aventuras de las que no sacaría ningún provecho.

Y entonces llegados al siglo XX se suceden dos “milagros” (casi sucesivos en términos históricos), a saber, la llegada del petróleo, y algún tiempo después, la llegada de los adecos “el partido del pueblo”. Con la llegada del “oro negro” se facilita para el campesino súper explotado su emigración a las grandes ciudades en busca de salir de su horrible situación, se inicia así la construcción de las barriadas periféricas en los entornos de las ciudades, rancheríos de materiales deleznables proclives a desaparecer ante cualquier embate de la naturaleza, el oficio del campesino emigrado a la ciudad cambia de productor de alimentos a prestador de servicios en su gran mayoría. La falta de desarrollo de los derivados del petróleo limitan el empleo a su sola extracción como producto natural en bruto ya que el miedo de Gómez a las organizaciones obreras impide la construcción de refinerías en el país.

Una vez muerto Gómez el país se comienza a encauzar hacia una democracia de corte burgués, y progresivamente se abren los gobiernos a reconocer los derechos ciudadanos y las libertades públicas, el derecho burgués llega con Medina Angarita a un alto grado de expresión, es más, en lo económico se comienza a desarrollar el germen (ya existente en pequeño grado), de la burguesía nacional, dispuesta a invertir en el desarrollo industrial del país, ya no existía la espada de Damocles representada por la sempiterna deuda externa del país que había sido cancelada por Gómez en su totalidad.

A la llegada de los adecos al poder después del derrocamiento del General Medina, este desarrollo autónomo antes nombrado pierde su ímpetu hasta llegar a su frustración total a favor del comercio de importación y la industria del ensamblaje (burguesía importadora dependiente), el ínterin de la dictadura de Pérez Jiménez vuelca los esfuerzos del país hacia la construcción de cemento armado, modernizando las urbes citadinas, los bloques de vivienda de interés social hacen desaparecer en un gran porcentaje los rancheríos marginales, una gran afluencia de inmigrantes europeos facilitan la tarea.

El sueño del dictador es hacer de Venezuela una potencia, sus planes de construcción de la infraestructura básica (la siderúrgica) debía ser el primer paso para la importación de científicos y técnicos extranjeros a fin de desarrollar nuestra propia industria. Se abre el IVIC para las investigaciones científicas profundas, instituto este que contó con el primer reactor nuclear del continente sur americano. Un plan ferrocarrilero complementaba la vialidad ya adelantada con el desarrollo de carreteras y autopistas.

Por supuesto que todos estos planes en ejecución le abren un frente externo de oposición por parte del gobierno norteamericano, los gringos no iban a permitir que otro gallo cantara en su propio patio trasero.

El otro frente de oposición es el interno, la cruel represión política, y la falta de libertades públicas, hacen converger en contra de Pérez Jiménez a un grueso sector poblacional dirigido fundamentalmente por Acción Democrática y el partido Comunista, al final todos los estratos sociales adversaron a Pérez Jiménez, que ante la rebelión popular termina por irse del País.

A partir de allí se profundiza el modo adeco de hacer política, terminando por convertirse en el modelo demagógico por excelencia, hasta el punto de ser adoptado también por el partido Copei, su principal opositor en la lucha por el poder, modelo este que se podría resumir como “el abrazo de hermano al desposeído, con su consiguiente acompañante de alguna cantidad de bloques de cemento o de la laminas de zinc”, en tanto un ochenta por ciento aproximado de los ingresos petroleros queda a la disposición de los banqueros y de la oligarquía en general, esto sin negar la construcción de algunas obras públicas de envergadura ya que en algo se debía justificar el presupuesto nacional. El endeudamiento internacional para planes de desarrollo a partir del primer mandato de Carlos Andrés Pérez sumergió al país en una deuda impagable, sin resultados palpables. Planes agrícolas con condonación de deudas, sirvieron para que los agricultores de maletín invirtieran en la construcción de edificios rentables en las ciudades o sencillamente se llevaron los reales del país. La pésima gestión de las industrias de Guayana solo sirvió para enriquecer a políticos en funciones gerenciales, y esto aun no ha cambiado. El flujo de divisas sin ningún control golpea al tesoro nacional, surge el tipo de venezolano mayamero del “ta` barato dame dos”. Fue la época de “La gran Venezuela” también conocida como “La Venezuela Saudita”, con la que sueñan muchos que aun la recuerdan. Lagrimas de sangre le ha costado al País ese sueño caracterizado por el derroche sin producción.

En política educativa lo que acorde a las ideas de pensadores como el maestro Prieto Figueroa debía ser un plan que impulsara a la población a un plano superior de conocimiento, para así poder sacar a la Nación del subdesarrollo, se va transformando en cuanto a la enseñanza pública en una “chapuza”, al dar el gobierno prioridad al carnet político de los maestros más que a sus conocimientos reales [soy en lo personal testigo vivo de esta situación, llegó un momento en que el Ministerio de Educación ante los resultados absurdos de la educación pública en Venezuela, exigió certificado de salud mental para que el personal docente pudiera ejercer cargos educativos, tocándonos a los psiquiatras y entre ellos a mí en particular efectuar dichas evaluaciones, ¡qué desastre! En su gran mayoría las docentes por mi examinadas (no recuerdo haber examinado a ningún docente masculino) más que problemas mentales invalídantes, abundaban en incapacidad de criterio, sumado a una profunda ignorancia, la emocionalidad privando sobre el raciocinio, la capacidad abstractiva casi nula hasta a niveles profesorales de estudios de secundaria, la memorización acrítica como norma de enseñanza. Ante este despelote llegue a pensar “si mi maestra de primeras letras Alejandrina Marrero, que nunca llegó a pasar por una escuela educativa de Normal viviera, pudiera haberle dado clases a estas educadoras al menos en lo concerniente al sentido común”].

Mientras esto sucedía en la educación pública la educación privada con importantes recursos del Estado crecía en calidad, teniendo los bachilleres salidos de los liceos privados acceso a las universidades en porcentajes mucho mayor de la posibilidad decreciente de acceso correspondiente a los bachilleres salidos de la educación pública (de ahí la vergonzosa participación actual del estudiantado a favor de las causas más abyectas de la anti patria, y no lo hacen por maldad si no por desconocimiento de nuestra historia y acondicionamiento cultural hacia esquemas de vida desfasados de nuestra propia realidad).

En cuanto a la política internacional en la cuarta república, su camino fue someterse a los dictados del departamento de Estado norteamericano.

A su vez la dirigencia adeca acorde a su escalafón pasa de ser representante de los patas en el suelo, a compartir con la alta burguesía en los salones del Country Club.

Se necesitan treinta años de alta “coba” igualitarista y recesión económica in crescendo, para que las clases desposeídas se dieran cuenta del “oropel” que electoralmente venían apoyando. Pero es que además durante todo ese tiempo se siembra en la psiquis popular por todos los medios comunicacionales un nuevo paradigma existencial, la idea vivencial del “modelo de vida norteamericano”, cuya expresión se puede resumir en “individualismo + consumismo”. Gracias a la renta petrolera solo las clases medias de profesionales, empleados petroleros, obreros especializados, burócratas, y comerciantes de cierta importancia (es decir del treinta al treinta y cinco por ciento de la población), se pueden dar el lujo de acceder fácilmente a ese “modus vivendi”. Modus vivendi este del cual queda excluida la mayoría poblacional, lo cual dado el acondicionamiento cultural masivo principalmente por vía televisiva de toda la población, da como resultado que dichas clases populares también añoren este modelo de vida.

Al final de todo este periplo desgraciado para la mayoría de la población, es electo a la máxima representación nacional, alguien consciente de la situación de las masas populares no solo por vivencia personal sino por su propio desprendimiento en lo material, encausado además por la lectura y la influencia de verdaderos revolucionarios, se trata de un oficial militar de grado medio, Hugo Chávez Frías, muy claro hacia la dependencia del país a los dictados del Imperialismo norteamericano, y de las necesidades básicas no cubiertas o apenas cubiertas del sesenta o mas por ciento de la población. No voy a abundar aquí sobre sus magníficos aciertos en materia de política internacional, gracias a los cuales al fin se inició el sueño bolivariano de la unidad latinoamericana, además de la extensión de su pensamiento a nivel mundial, lo cual ha contribuido a impulsar la pérdida progresiva de la hegemonía unilateral del imperio norteamericano.

En cuanto a lo interno, es innegable el aporte mayoritario del presupuesto nacional hacia lo social en amplio espectro, lo cual se puede traducir en la reducción en muy alto grado de la pobreza. Pero es aquí donde su legado presenta a mi criterio fallas substanciales no estudiadas ni cubiertas. En primer lugar acerca de la calidad humana del venezolano: La deformación paradigmática de la cual hice mención anteriormente en cuanto el “american way of life” (valga el anglicismo en su más pura expresión) como meta, ha profundizado el individualismo a todos los niveles de la población, y dado que el rentismo petrolero ha servido para traer al país bienes de consumo tanto necesarios, como menos necesarios, y superfluos, correspondiendo estos últimos en su mayor parte, a ser los que dictan el que se necesita para estar “In”, montados en el último grito de la moda, y en esa forma estar identificado con él “Jet-set” mundial. Dicho acondicionamiento mediático a todos los niveles de la población, obliga a la adquisición de dichos bienes superfluos así tengas que privarte de una de las tres comidas diarias, llegándose al caso en un sector poblacional importante, de que por adquirirlos está dispuesto hasta a matar, y matan por adquirirlos. La aberración mayor tal como yo la veo, es la perdida de nuestro propio modelo de país para copiar el modelo consumista masivo de los países del primer mundo, sin que produzcamos los bienes que dichos países producen, es decir la nuestra es una alienación dentro de la alienación que representa el sistema capitalista mundial.

Aunque la reversión de este modelo de pensamiento es una labor ardua y sostenida, primordial en un gobierno que quiere transformaciones revolucionarias, no se puede efectuar sin una dirigencia revolucionaria. A mi criterio hasta ahora las soluciones planteadas más que efectivas han sido efectistas en la mayoría de los casos, y siempre implementadas con la motivación de ganar elecciones, en lenguaje coloquial “pañitos de agua tibia”, que mitiguen el descontento popular (el ejemplo más reciente es el de la obligada reducción de precios de los objetos de consumo en diciembre pasado, pre electoralmente a las elecciones municipales; ya los comerciantes volvieron a remarcar con precios especulativos sus productos sin tropezar con el celo demostrado pre electoralmente por los funcionarios controladores de dichos precios). Cada vez que dentro del gobierno surge un verdadero revolucionario que está dispuesto a efectuar cambios revolucionarios es defenestrado del poder o desplazado a puestos donde su influencia sea absolutamente inocua.

Lo más doloroso es que para mantenerse en el poder, la mayoría de los líderes gubernamentales a todos los niveles necesitan hacerse de una clientela popular, para lo cual siendo unos corruptos corrompen al pueblo con dadivas, las cuales terminan de ser una necesidad para poder movilizar a sus partidarios. Las invitaciones a una movilización o a una simple reunión, necesita de ofrecimientos en el plano material que va desde dinero efectivo hasta artefactos eléctricos.

La misma “revolución educativa” no es otra cosa que una puerta franca hacia los niveles universitarios, sin importar el grado y la calidad de conocimientos. Universitarios estos que al final engrosarán la burocracia gubernamental en pro del atornillamiento en el poder del liderazgo seudo revolucionario que hoy lo ocupa. Imposible salir de la dependencia sin un estudio metodológico profundo de calificación de capacidades acordes a las necesidades científico técnicas del país.

Para concluir me pregunto a mi mismo ¿Hasta cuando a favor de la unidad de las fuerzas revolucionarias, y el de cerrarles las puertas a esa súper reaccionaria y súper descalificada oposición, me tengo yo que calar el votar por estos picaros de siete suelas que nos tienen maniatados en nombre de la revolución? De nuevo a mi criterio, ¿no sería más productivo en aras de un cambio social, que los partidos que fuera del PSUV vienen acompañando a este mal llamado Proceso, se decidieran a reunirse y fijar metas revolucionarias comunes de exigencia a cumplir por el partido de gobierno a cambio de su apoyo electoral, que por lo visto al PSUV es lo que más le interesa? Esto sería un verdadero salto de talanquera, pero no hacia atrás si no hacia adelante, hacia la meta de una verdadera revolución social.


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Arnaldo Cogorno C


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