La crisis económica mundial que en nuestro caso venezolano se acentúa, a pesar de la espita petrolera, la cual si bien ha representado un jugosísimo ingreso de divisas al país en forma cuasi progresiva desde la década de los años veinte del siglo pasado, ha generalizado también en la mente del venezolano, y con especificidad en la mente de los comerciantes (en su gran mayoría extranjeros migrados a esta tierra de gracia), la idea de ser una gran teta de la cual todos debemos chupar, sin necesidad de mucho esfuerzo en producir, y sí en obtener el mayor beneficio posible.
Múltiples artículos de denuncia con respecto a esta problemática aberrante, haciendo énfasis de mi parte, en la corrupción administrativa del Estado, me llevan ahora a compartir con quienes me leen (en Aporrea, que es el único órgano mediático revolucionario abierto a la critica), el enfoque que a nivel macro ofrece nuestro gobierno central para la solución de la crisis, en contraposición con los enfoques que para la solución de la misma ofrecen los gobiernos del mundo capitalista de signo económico neo liberal, y específicamente su repercusión en la mayoría de la población, en ambos casos.
Así en el caso de la Unión Europea, que es el sistema del cual tengo nociones económicas más cercanas (después del de nuestro país por supuesto), la economía financiera (léase los Bancos y sus organismos derivados), que enarbolando la tesis del mercado como la representación de la libertad por excelencia, y la riqueza como premio al esfuerzo de la capacidad individual (en engañar a los demás en el caso especifico de estos organismos financieros), después de trabajar con los ahorros de sus clientes (léase más del noventa por ciento de su población además de los fondos gubernamentales), invirtieron dichos ahorros en préstamos de alta posibilidad de irrecuperabilidad a los grandes organismos estatales, o prestamos recuperables a largo, mediano, y pequeño plazo, otorgados en forma profusa tanto a los gobiernos, como a la Industria privada como a personas individuales. Otorgamientos estos, proporcionados sin los controles adecuados; en razón por una parte, de la obtención de un alto beneficio inmediato, representado por las comisiones descontadas de entrada a los montos crediticios otorgados, y por la otra, la posibilidad de fluctuación de los intereses por ellos devengados (recordar las cuotas balón de los prestamos para adquisición de viviendas en nuestro país, durante la cuarta república).
Al final este manejo de enriquecimiento fácil por parte de los entes financieros mundiales, respaldados por el Fondo Monetario Internacional (ente este para nosotros y para latino América en general de ingrato recuerdo), terminaron por saturar el mercado. Saturación fundamentalmente en lo referente a los prestamos macros, que los capos de la Unión Europea con Alemania a la cabeza, aceptaron sin chistar fueran concedidos a países de comparativa escasa producción industrial, tales como Grecia, Portugal, Irlanda y España como principales ejemplos; y de producción industrial media como Italia, e incluso Francia en tercer lugar dada su capacidad productiva algo mayor que la italiana. Países todos estos, cuyos ingresos pese a la aplicación de impuestos tanto al turismo, como a su Industria interna, como a su población en general, ha llegado el momento en que no bastan para amortizar las deudas contraídas con la Banca mundial. En otras palabras hubo un sobre giro sobre su capacidad de pago.
Ante esta situación, las medidas recomendadas por el FMI, son las de “apretarse el cinturón”, por supuesto para este organismo representante del “sumun” de la economía capitalista, el significado de dicha frase se compendia en despidos masivos de empleados públicos, y de las industrias privadas. A los de la clase trabajadora que se salvan de lo anterior, se les somete a recortes de sueldos y salarios, además de anularle o minimizarle la mayoría de sus conquistas laborales, tales como el derecho a la salud, la edad y el monto de sus jubilaciones, y muchos beneficios más, incluyendo el desalojo de sus viviendas al no poder pagar las cuotas de amortización de las mismas si son despedidos de sus empleos, o cuando la reducción de sus salarios solo les permita ingresos apenas suficientes para su manutención y la de sus familias. Puede que se me escapen otros rublos de importancia para el asalariado, pero es que también la clase media en su conjunto se ha visto enormemente afectada, trabajadores con pequeños negocios propios se han visto obligados a cerrar, la industria de la construcción, que podía dar empleo a pequeña y mediana escala a pequeños constructores se encuentra paralizada, dada su dependencia en dicho nivel laboral, de los trabajos de remodelación y de la pequeña construcción, encargadas para su ejecución por la clase media, para la cual al mermar sus ingresos estas inversiones dejan de ser prioritarias.
Este panorama de castigo que en general engloba al estrato poblacional más débil (es decir a la gran mayoría de la población), a su vez no roza ni con el pétalo de un rosa, a las grandes corporaciones financieras causantes de la crisis, al contrario y saliéndonos de la Unión Europea, en el caso de los Estados Unidos de Norteamérica hace pocos años, la quiebra de sus principales bancos (luego salvados por el sistema monetario federal, en contra por cierto, de las premisas neo liberales que los gringos quieren aplicarles al resto del mundo) no se compaginó con el alza de ganancias obscenamente obtenidas por la alta gerencia y dueños de dichas entidades bancarias.
Lo peor de todo esto es que los gobiernos de estos países afectados, fuere cual fuere su signo político (tanto “socialistas” como conservadores), han sido cómplices de los altos poderes económicos en detrimento de los derechos de las mayorías. Cabiéndole a unos y los otros, la definición que alguien expresó ya hace varios años, refiriéndose a los partidos políticos colombianos, “los liberales se diferencian de los conservadores, por que en vez de ir a misa de nueve, van a la de las once de la mañana”, es decir sus diferencias son solo de formas y no de fondo.
En el caso de la República Bolivariana de Venezuela, y desde la llegada de Chávez al poder, toda la política económica del Estado ha sido de signo radicalmente contrario al panorama neo liberal, tanto europeo, como norteamericano, así como el de la mayoría de los países asiáticos industrializados. Pudiéndose resumir dicha política aquí aplicada, en una ruptura inicial con el FMI y a partir de allí y por primera vez en la historia de nuestro país, el uso directo de los ingresos petroleros a favor de resolver las necesidades básicas populares incluyendo las de la clase media como tal.
En aras de la brevedad no describiré los logros en este aspecto obtenidos por nuestra población durante estos últimos quince años, logros de todos conocidos y vividos, como también son hartamente conocidos y vividos, los obstáculos burocráticos intra gubernamentales que impiden y han impedido lograr la plenitud del desarrollo de esta política revolucionaria, obstáculos que se pueden resumir en incapacidad, corrupción, saboteo, clientelismo, y demagogia, todo esto a favor de intereses particulares y de grupos, que atentan algunas veces en forma frontal y descarada, y otras veces en forma solapada, contra el desarrollo y formación de una verdadera conciencia política revolucionaria en las masas populares.
Si a esto sumamos los ataques externos, es decir la guerra no declarada que por todos los medios del gobierno norteamericano viene atizando, en contra las medidas populares implementadas por nuestro gobierno, específicamente en estos momentos en el plano económico, con la complicidad y el beneplácito de una oposición reaccionaria y vende patria, nos encontramos con una situación altamente alarmante, cuya máxima expresión a lo largo de estos últimos quince años, se ha ido reflejando a través de un golpe de estado, un paro petrolero prolongado, convocatorias al guarimbeo, acaparamiento e inflación exacerbada, y actos insurreccionales vandálicos disfrazados de manifestaciones “pacificas” como en este momento están ocurriendo.
Lo anterior me hace pensar en la existencia por una parte de un vínculo común, presente en el manejo de la economía de los diversos países a nivel mundial, sea cual sea el perfil ideológico aplicado, tanto el neo liberal como el revolucionario, y este vinculo antes nombrado no es otro que la presencia activa de los intermediarios, los cuales en ambos casos y a favor de sus intereses bastardos, impiden fluya libremente la riqueza en beneficio de la población en general y de su desarrollo productivo.
En el caso específico del enfoque económico neoliberal, la falta de normas reguladoras, es el incentivo que desde el primer momento y en forma tramposa ya calculada, permite la acumulación del capital financiero en pocas manos, en detrimento de la masa poblacional.
En el caso de la economía revolucionaria, las erogaciones de los ingresos gubernamentales en beneficio de la población chocan con el obstáculo de una buena parte de los operadores políticos intermediarios, quienes disfrazados de revolucionarios, desvían, sabotean, y en general obstaculizan a favor de sus intereses, una buena parte de estas inversiones sociales provenientes de las altas esferas gubernativas, muchas veces con el consentimiento de dichas altas esferas en pro de lograr su estabilidad en el poder.
El otro lugar común esta vez aplicado únicamente a los países que no quieren someterse a los dictados del gran capital internacional, a fin de poder intervenir y doblegar por la fuerza a los gobiernos rebeldes, es el de la desestabilización interna de los mismos, con una cartilla de actuaciones que cuenta con una planificación estereotipada, con variantes colaterales tales como la aplicada a la antigua Yugoeslavia en cuyo caso se basó en la implementación de la exacerbación del espíritu patriotero a nivel de la autonomía de las diferentes patrias chicas que formaban la confederación Yugoeslava, implementación operada por los países de Europa, así como por el gobierno Norte Americano. Y en los casos de Irak y Afganistán, la acusación de la posesión de armas de destrucción masiva en uno, y la escusa del terrorismo en el otro. Pero el esquema intervencionista que le ha dado al imperialismo y espera le siga dando mayores beneficios, es el de la insurrección interna, con la cual acabaron con Gadafi, y destruyeron a Libia, el país con más desarrollo tanto material como social del continente africano. Actualmente la aplicación de dicho guion está en marcha en Siria. Con el lograron por breve tiempo el triunfo de un gobierno de derecha en Ucrania, gobierno luego derrotado en las urnas electorales, y al que de nuevo pretenden desestabilizar con ese mismo esquema insurreccional, esquema este, el cual desean imponer a los países que se han deslastrado de la tutela yanqui en Latino América, y que actualmente está en marcha en Venezuela y en Argentina.
Es decir a la existencia de un vínculo mundial común en cuanto a las maniobras para que la actividad económica de cada uno de los países se mantenga en pocas manos, o al menos pague una buena tajada presupuestaria a los intermediarios, como en referencia a esta ultima aseveración sucede actualmente en Venezuela; se une la repetición de un mismo esquema estratégico para someter a favor del gran capital internacional, a los países rebeldes a someterse a las pretensiones hegemónicas de este gran capital.
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