La Conferencia de Paz convocada por el presidente Maduro implica en sí misma un reto y un peligro para el proceso revolucionario. Es totalmente acertado el haberla convocado, como mecanismo que intenta aplacar la violencia opositora y desmentir a la vez las acusaciones que desde el extranjero, y comenzando por el propio gobierno de Estados Unidos, señalan al gobierno bolivariano como una supuesta dictadura que no establece mecanismos de diálogo con las fuerzas opositoras.
Pero si analizamos los posibles resultados de dicha Conferencia de Paz, no está tan claro que los mismos vayan a favorecer la gobernabilidad del presidente y la continuidad de la revolución.
Primero que todo, en la conferencia de paz no están representados los sectores violentos de la oposición, promotores del estallido guarimbero de febrero. Es como estar en guerra con Colombia y sentarse a negociar la paz con Brasil. Los resultados de la conferencia de paz no involucrarán a quienes han protagonizado toda la orgía de violencia a lo largo y ancho de Venezuela. Los posibles acuerdos con el Grupo Polar y con Henri Falcón no implican que los de Voluntad Popular y demás violentos vayan a desistir de la lucha callejera.
En segundo término, el hecho que Lorenzo Mendoza sea el principal protagonista de esa mesa de paz significa un cuestionamiento a todo el plan económico que diseñara y ejecutara el presidente Chávez en los últimos 10 años. La estrategia de Chávez fue acorralar al Grupo de Empresas Polar, y desarrollar un tejido de empresas estatales que fueran asumiendo progresivamente la producción alimenticia en el país. Para ello fueron expropiadas y recuperadas una serie de empresas que pasaron a propiedad del estado, productoras de leche, café, aceite, azúcar, sardinas y otros rubros alimenticios principales.
Luego de más de diez años de ejecución del plan en pro de la soberanía alimentaria de Venezuela, resulta que el gobierno se ve obligado a sentarse en la mesa con quien Chávez consideraba su archienemigo, con el mismísimo Lorenzo Mendoza, y negociar con él la problemática de aguda escasez que atraviesa el país. Esta circunstancia, la actual negociación de Maduro con el Grupo Polar, es el reconocimiento del fracaso del plan de soberanía alimentaria iniciado por Chávez luego de la huelga petrolera de 2002.
Fracaso que sólo puede ser atribuido a la ineptitud y corrupción del equipo gubernamental encargado de su implementación. El plan en sí mismo era totalmente correcto. Todos los países del mundo planifican buscando la mayor soberanía alimentaria posible. Pero el hecho que no haya dado los resultados previstos indica que quienes lo ejecutaron pecaron de incapaces, y como puede suponerse, se ocuparon más de obtener beneficios personales antes de cumplir las metas de producción establecidas y satisfacer las necesidades sociales requeridas en toda la geografía nacional. Para hacer justicia, esta negociación con el Grupo Polar debería llevar al gobierno a sustituir completamente a los ministros y demás equipos gubernamentales que han fracasado tan rotundamente en la política alimentaria de la revolución.
En un artículo que publicó Aporrea el pasado 21 de febrero (
http://www.aporrea.org/actualidad/a182612.html) decíamos que la oposición desarrollaba una estrategia combinada de violencia y pacifismo. Que mientras un sector salía a la calle a encabezar las manifestaciones violentas, otro sector se quedaba en la reserva esperando un escenario de negociación con el gobierno. Al instalar Maduro la conferencia de paz el pasado miércoles 26 de febrero se dio inicio a esta segunda etapa de la estrategia opositora.
En esta caso, al capital financiero global y su imperio yanqui no les importa que unos protesten y otros negocien, pues al final responden todos a sus intereses de burguesía multinacional. Pero el gobierno si debería tomar en cuenta esta diferencia, pues crea expectativas en la población que tal vez no será posible alcanzar en la conferencia de paz.
Ese es un tercer elemento a considerar. Maduro se la juega todas a su plan de paz, pero le tira la pelota a Mendoza, y éste puede rebotarla hacia dónde le de la gana. Nos preguntamos, ¿qué pasaría si Mendoza y demás representantes burgueses se retiran de la conferencia de paz? ¿Cuál es en este caso la debilidad del plan de Maduro para recuperar la gobernabilidad del país?
Todas las crisis políticas se resuelven, mientras no derroquen al gobierno constituido, por medio de mayor represión o mayor apertura política. En nuestro caso, el gobierno apuesta a la apertura política, pero la orienta exclusivamente a una apertura con el enemigo de clase, una apertura hacia Fedecámaras, hacia las fuerzas políticas y empresariales opositoras, y hacia el propio gobierno estadounidense.
Maduro no contempla una apertura hacia el pueblo chavista, hacia el movimiento revolucionario de base, hacia los trabajadores, campesinos y profesionales, los cuales no han sido convocados a esa conferencia de paz. No la contempla por su perspectiva burocrática del poder. Maduro cree tener un cheque en blanco que le dio Chávez como sucesor del poder revolucionario, y que su carácter de representante único del comandante le permite sustituir la voluntad del pueblo chavista, al cual ya no se le escucha su opinión ni se le permite su participación.
Por eso es que el gobierno ha silenciado de los medios oficiales voces como la de Vladimir Acosta, Nicmer Evans, el Grano de Maíz, Mario Silva y otros comunicadores revolucionarios. Por eso es que impiden las movilizaciones autónomas de federaciones de trabajadores como los de electricidad y automotrices. Toda expresión popular que se considere fuera del control de la burocracia es silenciada e ignorada.
Lo correcto debería ser convocar a Miraflores, en los mismos espacios usados para reunirse con la burguesía ejecutora de la guerra económica, a los consejos comunales, movimientos de trabajadores y de campesinos, y todo tipo de organizaciones populares y revolucionarias de todo el país. Como evidentemente existen más trabajadores y campesinos que empresarios, por cada asamblea con 150 empresarios deberían hacerse 10 asambleas con 150 dirigentes populares cada una. Bajo techo, con aire acondicionado y demás comodidades ofrecidas al enemigo de clase. Para que el gobierno conozca lo que está pensando el pueblo chavista, lo que propone como solución para superar esta crisis que amenaza al proceso revolucionario.
En otro artículo de aporrea (
http://www.aporrea.org/oposicion/a182731.html del 22/02/14) decíamos que la clave para desarticular la conspiración fascista del imperialismo es la movilización popular. Una movilización entendida no como un desfile callejero aclamacionista, sino como la activación de funciones que sean asumidas por las comunidades populares organizadas, en el campo de la producción y la distribución de alimentos y otros productos básicos, y en el control de los servicios públicos como vialidad, salud, educación, transporte y energía. Para ello se constituirían de inmediato lo que algunos proponen se denominen Comités Populares de Defensa Integral. De esta forma, la solución a la crisis se buscaría mediante la profundización de los cambios revolucionarios, mediante la activación organizada del pueblo y la creación de conciencia con respecto a la fuerza del poder popular.
Porque la alternativa hoy planteada no puede ser más desesperanzadora. Las medidas que pueden surgir de la conferencia de paz, con el grupo Polar y Fedecámaras como protagonistas, terminarán favoreciendo a la burguesía criolla y extranjera, y no necesariamente resolverán el problema de la escasez y la inflación que golpean muy duro a las clases populares. El gobierno da varios pasos atrás, sin preocuparse por reunir fuerzas para que ese retroceso no se transforme en caída aparatosa.
La burguesía va hoy con Roig y Mendoza a Miraflores a cobrar el fruto de las guarimbas y de la guerra económica. Se está cumpliendo la estrategia combinada de violencia y pacifismo. El gobierno de Maduro retrocede sin que los intereses supremos de la revolución estén garantizados de manera efectiva.
Como afirmamos en otro artículo reciente en aporrea (
http://www.aporrea.org/actualidad/a183104.html del 27/02/14), existen una serie de conquistas fundamentales de la revolución que hay que preservar en cualquier negociación con el enemigo de clase:
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Las políticas sociales desarrolladas por Chávez mediante las misiones y otros mecanismos: el plan Barrio Adentro, las misiones educativas y la gratuidad y acceso universal a la educación en todos sus niveles, la misión vivienda, la misión cultura, las políticas deportivas, recreativas y humanizantes del entorno social.
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Los derechos laborales alcanzados en la LOTTT, la LOPCYMAT y demás normas y reglamentos laborales, como los decretos de inamovilidad y los aumentos de salarios acordes a la inflación.
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La seguridad social garantizada incluso a quienes no alcanzaron las cotizaciones mínimas establecidas, así como su equiparamiento al salario mínimo.
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La propuesta de Control Obrero y los Consejos de Trabajadores como mecanismo conducente a un modelo productivo socialista, ejemplificados en el Plan Guayana Socialista que iniciara Chávez en 2009-2010.
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La democracia participativa y protagónica representada en los Consejos Comunales y las Comunas, como instancias de base que permiten a las comunidades decidir y ejecutar los presupuestos de obras públicas sociales.
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El control soberano sobre la explotación de nuestros recursos naturales: petróleo, hierro, aluminio, electricidad y otros.
Sería conveniente una declaración gubernamental garantizando la permanencia de todas estas conquistas en cualquier escenario de negociación presente o futuro. Mientras ello no ocurra, corremos el riesgo de que la conferencia de paz termine hipotecando lo alcanzado por la revolución bolivariana, y que el Plan de la Patria quede como letra muerta.
Acogemos la idea de conformar de manera inmediata los CONSEJOS POPULARES REVOLUCIONARIOS que asuman las tareas de los comités de defensa integral de la revolución, en base a un programa que considere las conquistas antes mencionadas y que asuma en la medida de lo posible las funciones que hoy las instituciones del estado no están en capacidad de cumplir. Pudiendo incluso trabajar de común acuerdo con instancias gubernamentales dispuestas a ello, en un plan de emergencia que no espera, para resolver los cuatros grandes problemas que amenazan hoy la continuidad de la revolución: la escasez, la inseguridad, la inflación y la violencia guarimbera.
¡ ANTE LA AMENAZA FASCISTA, UNIDAD DEL PUEBLO PARA DEFENDER LA REVOLUCIÓN !
¡ HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE !
¡ PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS !
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 3 de marzo de 2014.