En el diario “El Tiempo” de Puerto La cruz, aparecen hoy jueves 5 de junio unas declaraciones del diputado Jesús Farías, que si bien no las percibo pesimistas, tampoco están signadas por el optimismo desbordado y hasta triunfalista que uno percibe en los altos mandos del chavismo. Aunque para hablar con apego a lo que uno realmente capta, pareciera que en este nivel no hay preocupación alguna porque saben lo que no sabemos u optan por hablar un lenguaje para que no “cunda el pánico” o “púnico”, como solía decir “El Chapulín Colorado”.
El Estado, el viejo y este de ahora, que pareciera arrastrar en demasía los defectos de aquél, tiende a subestimar al pueblo, cuando no le informa tal cómo debe, sobre todo si hablamos de un proceso revolucionario obligado a marchar sobre los hombros, comprensión, pero también buena información de las multitudes.
Cuando uno escucha a los altos mandos de gobierno, desde el presidente y sus ministros, sobre todo aquellos que tienen que ver con la economía, empezando por Rafael Ramírez, y observa cómo pasan por alto las dificultades derivadas de la inflación y escasez, los sinsabores de la gente en la calle por estos fenómenos, le asalta la sensación que creen necesario ocultarle al pueblo una situación que él conoce mejor que ellos porque lo sufre; que consideran bueno –no sé para qué – no hablar de aquello, como si de esa manera minimizan los problemas o los eliminan en la mente de la gente, aunque no en el bolsillo, o piensan que somos un arrume de insensatos a quienes nada de eso debe decírsele porque aumentan nuestras inconformidades y predisposición a plegarse al enemigo. Nos perciben como una tropa cuadrada en masa para saltar la talanquera y no un pueblo dispuesto a meter la mano y asumir los sacrificios si nos hablan claro del cambio y futuro.
Pareciera pertinente averiguar si esa conducta es buena. A nuestro parecer, esa fingida indiferencia del gobierno, que no cambia el cuadro de dificultades del público consumidor - sobre todo en la población más vulnerable -, tomando en cuenta que, según nuestra experiencia, los sistemas de distribución de mercancías del sector oficial han llegado a un nivel muy crítico, genera más inconformidad. Nadie confiable nos habla del problema. Problema que no existe tampoco tiene solución. A esa conclusión llegan las multitudes.
Si alguien te debe y cuando te ve y habla, pasado cierto tiempo, no hace mención a la deuda, aunque sea para ofrecerte una esperanza, es porque esa persona está haciéndose el loco para no pagarte.
Por eso, el silencio oficial ante la escasez y la alta inflación, la evasiva oficial que habla a diestra y siniestra de una “ofensiva económica”, distante de los espacios donde mayor y habitualmente concurre la gente a hacer mercado, genera más inconformidad; pues se piensa que quien “debe salvarnos”, no puede hacerlo.
Ante esa actitud oficial, las declaraciones de Farías, quien mostró su profunda preocupación por la situación económica y la ausencia de políticas adecuadas y a tiempo para revertir la situación, nos llenan de aliento.
Dijo el hijo del viejo dirigente comunista del mismo nombre:
“Si el gobierno no resuelve el problema económico corremos el riesgo de entrar en recesión”.
Farías sabe de lo que habla, pues es economista y vicepresidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional. Pero también agregó, en esas circunstancias “al gobierno le sería difícil profundizar el socialismo…”.
Y continuó diciendo, “Se debe superar la alta inflación, carestía, deterioro de los índices de pobreza….ect.” Además reclamó la entrega de dólares para las importaciones y mejorar, en ese sentido, los controles.
Me satisface oír decir eso, porque revela que arriba hay alguien vigilante y dispuesto a tocar las campanas que sea necesario y sobre todo, permitirle al pueblo conocer que hay preocupación por sus problemas; pues la “intención no basta”.
Ojalá a Jesús Farías, de quien a uno le cabe duda acerca de su definitiva disposición a estar siempre a bordo de la nave que navega hacia el cambio social, aunque las tempestades hagan dificultoso el viaje, le escuchen y, lejos de amonestarle, le hagan caso en su conducta propicia a informar y sus otros consejos al gobierno.