La sabiduría popular lo ha dicho por milenios: "No hay guerra que dure cien años, ni cuerpo que lo resista". Por más que la edulcoremos, en la guerra siempre los bandos contrarios serán hostiles; no obstante la historia nos ha demostrado que la praxis política supera positivamente la confrontación y la guerra. Esta trascendentalidad poco tiene que ver con la resignación y la incertidumbre, más bien es el resultado de la capacidad cognitiva de los seres humanos por la adaptación a la realidad dialéctica de las fuerzas e intereses que generan conflictos de alto impacto. Hay suficientes eventos, situaciones y miserias que evidencian momentos cumbres y difíciles de la confrontación política nacional durante todo el pasado año 2014, y aún así la patria venezolana continua construyendo una sociedad centrada en la paz para el presente y las futuras generaciones.
Ha sido un gran desafío espiritual y político para el Estado Bolivariano conciliar lo reconciliable y confrontar lo inevitable. La revolución bolivariana está preparada para continuar en ello con mucha sensatez e imaginación, a pesar de las profundas contradicciones y anomias del sector oposicionista. Los venezolanos aspiramos a un desarrollo humano con calidad de vida digna, en libertad, igualdad, respeto imperecedero a la preeminencia de los derechos humanos, a la ética y al pluralismo político, al sueño civilizatorio de construir una sociedad justa y amante de la paz. El gran desafió de la hegemonía política bolivariana, en plena crisis de los precios petroleros, es no decaer en los programas de inclusión social en toda su amplitud para todos los sectores de la vida nacional.
La inclusión tiene un alto grado inspirativo de los postulados cristianos de amor al prójimo como principal inspiración del redentor Jesús de Nazaret. La inclusión social tiene un sentido similar, es reconocer en los grupos sociales distintos y vulnerables, el valor que hay en cada diferencia; el respeto a la diversidad y el reconocimiento de los otros con sus necesidades específicas. En lo tangible estaremos cerca de tener una sociedad justa, equitativa y solidaria; una sociedad donde todos por igual estemos incluidos, en la medida que ejercitemos actitudes solidarias y de políticas públicas que garanticé las muestras de amor por cada sector social y político por muy alejado y adversario que sea el contrario. La autentica y más grande fortaleza de la revolución bolivariana es que es una revolución de amor e inclusión, y por lo tanto es capaz de perdonar y entregar todo por la felicidad del prójimo.
Es legado socialista imperecedero de nuestro amado Comandante Chávez que nos alienta en la fe, la esperanza y el amor. Venceremos
arizaidaarcia1@gmail.com