Populismo, politiqueria y revolución

La interpretación de la igualdad entre los miembros de una sociedad incluyendo una real igualdad de oportunidades que rebase el postulado del ser todos iguales ante la ley, es decir la función del Estado (Nación), como ente vigilante de la cobertura de las necesidades básicas a todos sus ciudadanos, incluyendo la correspondiente a su educación y capacitación, es una cualidad revolucionaria íntimamente relacionada a su vez con los deberes y derechos correspondiente a cada ciudadano, tanto desde el punto de vista social como en cuanto a la responsabilidad particular que la corresponde dentro del aparato productivo de cada país, siempre acorde a sus capacidades y conocimientos (nadie puede humanamente responder por aquello que no está en capacidad de manejar, aun que legalmente se le exijan cuentas por las responsabilidades que asuma o que esté dispuesto a asumir).

El deterioro productivo de nuestro país en lo que se refiere al ámbito económico no es más que el resultado de una política gubernamental errática más que errada, de signo populista, la cual no tiene nada que ver con un proceso revolucionario. Política esta fundamentada en un clientelismo cuya base se asienta paradigmáticamente en la condición de ser revolucionario, como una sinonimia del ser leal y acrítico en forma inconmovible, al liderazgo de “la revolución”.

Una pretendida revolución esta, con muy poco asomo de fundamentación ideológica clara, maniatada a su vez por su dirigencia en cuanto a la negación de la formación verdaderamente revolucionaria de su militancia, y a la no discusión abierta en torno a sus errores y decisiones, con el condimento añadido del tabú en cuanto a la intocabilidad de su liderazgo (bueno es recordar a manera de ejemplo, las palabras de uno de sus máximos dirigentes que ante las quejas de la militancia en una reunión regional expresó: “este es un partido revolucionario y yo no vine aquí a discutir si no a bajar línea”), como resultado de lo cual nos encontramos con que la solución de las cuestiones correspondiente a cada área administrativa y productiva, por lo general son interpretadas, acorde al buen saber y entender y a los intereses particulares de cada dirigente político o burocrático, dentro del escalafón que le corresponde dentro del partido de gobierno, o dentro de la administración pública, por lo común con ambos cargos entrelazados (todo lo cual por supuesto blindado a la crítica).

La suma de “lealtades” ha venido siendo premiada con la adjudicación de puestos dentro de la ya superabundante burocracia, representada por un sin número de Ministerios, esto sin contar los puestos políticos de elección popular, previo a la escogencia a dedo por la alta dirigencia de los candidatos a ser electos (incluso dentro del actual proceso de elección interna del PSUV, tengo entendido que al final los candidatos electos deberán tener el “plácet, o derecho de admisión” por parte de la cúpula dirigencial). El reflejo de todo lo antes escrito, está sin más representado en la cúpula gerencial dentro de nuestras industrias básicas (PDVSA y las Industrias de Guayana), la cual hoy más que nunca se encuentra divorciada en grado importante del tipo de conocimiento administrativo tecnológico que le corresponde, amén de los altos índices delictivos dentro de la misma, incluyendo lo correspondiente al área sindical. La respuesta a la llamada “meritocracia” (en buena hora expulsada de nuestra industria matriz), durante el paro petrolero de PDVSA en el 2002, no fue por parte de nuestro gobierno, la de abrirse a la búsqueda de personal calificado por concurso a nivel internacional para suplir a dichos tecnócratas expulsados, si no que fue sustituida por la de contratar a dedo a personal “revolucionario” ajenos o lejanos en sus conocimientos a la conducción tanto técnica como administrativa de dicha primordial empresa, con los resultados que todos conocemos, un pésimo mantenimiento de la misma (múltiples veces denunciado), e incapacidad manifiesta para aumentar la producción si las necesidades del mercado internacional así lo requiriere (que no es el caso actual), o bien para dirigir el posible volumen de dicho aumento productivo en el desarrollo de las industrias derivadas de del refinamiento del petróleo, lo cual no implica de manera necesaria la fabricación de costosas refinerías, hay al menos 1.500 productos de uso diario a nivel mundial de derivados del petróleo, (no tengo el conocimiento técnico necesario ya que este no es mi campo profesional), pero quiero dejar la interrogante de la posibilidad de la producción en pequeñas factorías de derivados específicos del petróleo, tales como, aceites, ungüentos básicos, plásticos, y un sinfín de etcéteras más, que no solo llenarían con creces las necesidades de las industrias nacionales correspondientes, tanto para el consumo interno del país como para la exportación; Industrias estas, que a su vez serían las fuentes de múltiples empleos, además de liberarnos en forma importante de la dependencia de la exportación de crudo únicamente, al respecto he visto y oído por la TV a un experto petrolero revolucionario, que defiende la tesis de que la inversión en refinación es muy alta para las ganancias obtenidas de la venta de los sub productos obtenidos del petróleo, que es mayor negocio la venta directa del crudo, con el respecto a su opinión y desde mi punto de vista derivado del sentido común, considero que si bien su planteamiento es real en la obtención de ganancias inmediatas, que por cierto como actualmente lo estamos viendo en mucho dependen de la manipulación política del mercado a nivel internacional, no así los productos derivados los cuales tienden a valorizarse con el paso del tiempo, además de los beneficios que a la larga reportan al País el proceso de industrialización de los derivados petroleros; cabiendo aquí por cierto la ya milenaria fabula de Esopo nacida de la sabiduría popular, acerca de “la cigarra y la hormiga”, hasta ahora nuestro país con la explotación y exportación del crudo petrolero, las ha pasado bastante bien (comparativamente dentro del contexto general de las naciones), durante un largo verano como la cigarra de la fabula, pero ya le empiezan a castañetearle los dientes con el inicio del invierno. Refuerzo mis argumentos con el ejemplo de lo que sucede con la industrialización (envasado) del gas domestico; la lucha diaria del público para la obtención del mismo es un absurdo que exista en un país como el nuestro, plagado de “mechurrios” quemadores de gas en las zonas de explotación del “oro negro”. 

Y todo esto con el doble o triple del personal en la actualidad existente en PDVSA, en comparación con la época anterior al paro petrolero del año 2002. Sin dejar de admitir como importante y loable todos los esfuerzos de esta era chavista en ayudar a los desposeídos y marginados (precios subsidiados de los productos básicos, y planes de vivienda como ejemplos más destacados), cuya erogación por parte del Estado solo pudiera ser compensada a mediano y largo plazo, si es que se acompaña con reformas profundas en el área educativa, y me responsabilizo de manera absoluta al expresar que a mi criterio la apertura y facilitación indiscriminada a la educación superior no resuelve las necesidades reales del país, y menos cuando dicha apertura ni siquiera es selectiva en cuanto a los profesionales que Venezuela necesita. Por los motivos que sean, y no omito en forma alguna los motivos sociales, objetivamente nada logra el país con la producción masiva de profesionales universitarios con un alto índice de incapacidad de conocimientos en múltiples casos, al igual que nada gana si la mayoría de dichos profesionales a su vez se titulan en profesiones lejanas al componente científico técnico que urge al país (y eso lo está expresando alguien como mi persona, que dentro de la medicina escogió la especialidad que conlleva la mayor carga humanista, lo cual no me obnubila al pensar en cuáles son las necesidades educativas, a nivel científico técnico que el país necesita). Tal cual yo lo concibo, una reforma educativa para nuestro país implicaría la preparación de cada estudiante  acorde a sus capacidades, en una escala que iría desde el obrero técnico especializado, hasta el profesional universitario, con preparaciones académicas preuniversitarias intermedias, tales como las de técnico medio y técnico superior. Las posibles injusticias de calificación (que en los países de libre mercado como Alemania por ejemplo, no son tomadas en cuenta por él Estado, y corren a cuenta del peculio familiar o personal de los interesados), se compensarían en un Estado revolucionario, con la concatenación de pensum de estudios, que le facilitarían en forma gratuita al que desee profundizar sus conocimientos, el ascenso en forma sucesiva a estratos educativos superiores, facilitándole a su vez con bibliotecas, conferencias y laboratorios itinerantes el acceso al conocimiento por el deseado. Por supuesto que a todo lo anteriormente planteado, antecede él pasar por el tamiz de la preparación profesional, a un profesorado, infiltrado en grado de importancia por altos niveles de incompetencia que incluyendo a la ignorancia tienen plagado al sistema educacional venezolano.

Otro desangre para las finanzas de la Nación es la de las Universidades autónomas pagadas por el Estado, con un 60 u 80% del estudiantado proveniente del sector privado, cuyas familias pudiéndolo hacer, no erogan ni un centavo para la formación de sus hijos en dichas universidades, con el agravante de moda, de que una vez salido de dichas universidades emigran del país a prestar sus servicios lejos de la patria que le dio su formación profesional, los bajos sueldos y la inseguridad son los argumentos que enarbolan para emigrar. Soluciones a esta situación a mi juicio primordial, serían: 1) Estudios sociales que acorde con los ingresos familiares, obligarían a estos estudiantes provenientes de Colegios privados a pagar el costo de su educación superior, así si van emigrar al exterior, que lo hagan de una buena vez al salir del bachillerato (que los forme el País que requiera de sus servicios). 2) Firma de contrato sin caducidad legal a los graduandos a los cuales el Estado le facilita gratuitamente su educación superior, hasta tanto cumpla con los servicios públicos acordes a la profesión adquirida para servir en el país durante un tiempo determinado. El logro de este segundo punto debe ir precedido por una educación desde la primaria la cual a la par de la enseñanza de nuestra historia, haga hincapié en las necesidades reales del país, y de la importancia que representan los esfuerzos de cada quien para así impulsarlo hacia adelante, sembrar en la mente de los jóvenes que el hecho de no colaborar en ese sentido sea visto como algo vergonzoso y antipatriótico.  

 Haciendo abstracción de los errores y desviaciones que llevaron al apoderamiento del poder por parte de la burocracia soviética, lo cual solo se puede evitar con el control de las funciones del Estado (Nación) por las bases populares organizadas, hay que recordar una vez más como positivo, el hecho de que paises atrasados como la Rusia Zarista, solo dieron el salto cuanti cualitativo en el marco del conocimiento científico técnico durante el desarrollo de la Unión Soviética, tomando como base dentro de un masivo movimiento educativo, a una preparación del educando acorde a sus capacidades manifiestas durante el periodo de formación educativa básica, donde dentro del escalafón progresivo de la obtención del conocimiento, los meritos durante la educación preuniversitaria, fueron  la medida para avanzar en la obtención escalonada de nuevos conocimientos especializados, sumado a lo cual, y esto a pesar (a mi juicio), dentro de una errónea discriminación en cuanto al origen de clase del estudiante, sin tomar en cuenta al respecto, su posición ideológica para el momento de evaluar los limites de su capacidad en cuanto al escalafón educativo antes nombrado se refiere, (discriminación esta última, cuya aplicación fue viable dada la toma del poder por la fuerza, tal como fue el caso de los bolcheviques en Rusia, y para nada aplicable al sistema político actual que rige a nuestro país atenido a la elección democrática de sus gobiernos, y el respeto a toda su ciudadanía por igual, independientemente de ideología, religión, o etnia a la cual pertenezca, derechos estos consagrados en la Constitución).

Otra visión de neto corte populista, rayano en alto grado con alcahuetería, impunidad, y en bastantes casos con complicidad, es el confundir pobreza con  delincuencia, si bien no podemos omitir las causas sociales que la generan, la delincuencia a todos sus niveles es la expresión más cruda del egoísmo humano. Confundir como se ha hecho, delincuencia con pobreza, es un error conceptual que contribuye a discriminar al grueso grupo de los delincuentes de cuello blanco, infiltrados en todas las esferas gubernamentales, y en alto grado de complicidad con el estamento también delictivo de los dueños de las empresas comerciales privadas, para facilitar así todo tipo de negociado ilegal y especulativo. Por otra parte, el hecho de negociar con avezados delincuentes comunes, en función de la filosofía de la prevención, es un error fundamental que en vez de disminuir los hechos delictivos, les ha facilitado a estos la libertad de  incrementarlos, todo signo de comprensión por parte del Estado a estos niveles delictivos, es tomado como debilidad y complicidad  por parte de las organizaciones criminales. La prevención solo es aplicable a los que cometen actos delictivos a nivel de insipiencia, y lamentablemente, solo la represión por parte del Estado tendrá el poder de contener a la delincuencia organizada, en una guerra sin cuartel, cuando esta se encuentra desbocada como en el caso Venezuela, a los “derechos humanos” de los delincuentes hay que anteponer los derechos humanos de sus víctimas, y al terror delincuencial hay que enfrentarle el terror revolucionario, en nuestro caso las leyes del Estado, y si lo que aquí estoy planteando no fuere así, pongamos como ejemplo el manejo en este campo de algunos de nuestros países amigos, los cuales de manera coercitiva y con leyes draconianas, mantienen bajas las cifras delictivas, y a esto “no hay que darle muchas vueltas”, ahí están países como Cuba, Irán, China, y Vietnam entre otros, el mismo Brasil no tuvo empacho durante el gobierno progresista de Lula y el actual de Dilma Russeff, en hacerle frente a las bandas delictivas tomando sus bases de operaciones dentro de las mismas Favelas, ¿significa esto un acto contrarrevolucionario?

Acorde a las versiones de los medios de comunicación, tanto afectos al gobierno como contrapuestos al mismo, en Venezuela por enfrentar a unos delincuentes disfrazados de “colectivo revolucionario” (con unos cuantos crímenes en su haber), le costó el cargo al General Rodríguez Torres  Ministro del Interior, Justicia, y Paz, no quiero hacer afirmaciones taxativas al respecto, y me atengo a la duda respecto a la integridad moral ó no, de los miembros del antedicho colectivo, pero lo que sí ocurre frecuentemente en nuestros barrios, es la conveniente “solidaridad” de elementos, o bandas criminales con sus habitantes, para así mantener una base de operaciones con cierto blindaje a prueba de comprometedoras denuncias que puedan afectarlos en sus fines delictivos.

Para terminar quiero hacer hincapié que todo lo antes expuesto debe tener como base una solida compenetración doctrinaria del gobierno a todos sus niveles con las organizaciones populares organizadas, siempre dentro de un contexto revolucionario explicativo y abierto a las criticas populares, añadiendo que sin obviar el marco de la ley expresado en la Constitución Bolivariana, las formulas a aplicar para los cambios que aquí propongo deben adaptarse al medio social en donde se aplican. La misión más importante de los partidos revolucionarios, es la explicación al pueblo sin distorsiones de ningún tipo, de lo que es el socialismo y cuál ha sido su evolución histórica, sin omitir los errores pasados y presentes, acompañado esto a la apertura a la crítica y a las proposiciones que surjan del seno popular. Solo en esa forma se podrá superar la crisis, y encausa a nuestra Nación hacia el logro del País potencia, soñado por Chávez.  



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Arnaldo Cogorno


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