Chocado mentalmente todavía -aunque no extrañado- por las palabras que salieron de las bocas de Lorenzo Mendoza y el tal Ricardo Hausman, el primero un hacedor capitalista y el segundo un comisionista, reviso un poco los entretelones de la vida venezolana y siempre me encuentro ante un panorama que choca entre lo que realmente ocurre en las calles y la retórica desajustada que busca un cauce certero para hallar posibilidades de un algo que realmente le sirva.
Me lleva este asunto a la reciente lectura del número 79 de nuestra conocida publicación digital Idealidad Avanzada, donde nos encontramos con el escrito homenaje a Pío Tamayo y donde este lìder al salir de la cárcel, afectado por una enfermedad que le llevaría a la tumba, expresába:
”No tengo acto de que arrepentirme; seguí los actos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar a la imperfección humana, pero nunca la intención”.
Y es que la conciencia, como sea vista, tiene sus apreciaciones. Para algunos es ese conocimiento que las personas tienen de su propia existencia, de sus estados y de lo que hace y otros hablan del conocimiento responsable del individuo como un deber o una situación y desde el punto de vista teológico algunos se refieren a la conciencia moral que está en lo íntimo del ser humano, que se trata del juicio que lo impulsa a hacer el bien y evitar el mal.
¿Conciencia en la calle ?
Esto último pareciera ajustarse mas al sentir de Pio Tamayo, en el sentido de que sus actos responderían a un juicio de su conciencia, pero el asunto de la calle, menos intelectual, nos lleva a ver los detalles en que suelen incurrir las personas, como el asumirse el ser bachaquero; expresarse en ocasiones sin sentido, de modo obsceno y sin argumento válido; lanzar basura en la calle por verlo como un acto normal; hacer daño a otros; comprar un par de zapatos aunque le cueste mucho, solo porque está de moda; vivir teniendo como patrón la publicidad o porque un artista se pinta el pelo de colores y se rasura un solo lado de la cara; quizá porque el vecino utiliza un pendiente en una oreja y otra persona piensa que igual puede andar, etc.
En relación a la anterior línea, metería allì la conversación entre Mendoza y Hausman, porque la misma se adecúa al compartir de una conciencia, si se quiere rapaz, que nada tiene que ver con la gente, que está relacionada con el desmenuzar a un país, desmembrarlo y, de paso, agarrar comisión por hacerlo. Es algo muy común y de muchos años, entre los organismos mundiales, eso de repartir comisiones a personas relacionadas o involucradas con los cambios que puedan ser auspiciados o promovidos en cualquier país para endeudar a las naciones.
La conciencia, asunto serio
Es muy famoso el libro “Confesiones de un gangster económico”, escrito por John Perkins, quien formó parte de ese mundillo mafioso, luego de haber sido seleccionado por la Agencia Nacional de Seguridad para que trabajara en una nómina de una firma internacional de consultoría. Es un libro interesante que quienes creen en la revolución bolivariana deben leerlo para que se enteren de cómo funciona ese mundillo que utiliza a cipayos y a sus países como si se tratara de un juego de Monopolio.
El asunto de la conciencia es mas serio de lo que la gente se imagina y nada extraña que veamos gente que repite sandeces sin importarle su contenido, personas con opiniones desbaratadas y sin orden en
torno a cualquier cosa, también hay otros que emiten opiniones sobre mundos imaginarios intentando venderlos como realidad y pare de contar.
Es bueno que se conozca, que algunos recuerden, que otros aprendan lo que decía, hace 10 años atrás, el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías sobre la conciencia:
“La conciencia es en verdad uno de los mas grandes poderes, el poder de la conciencia, esto es socialismo, rescatar lo propio, lo autóctono, porque el capitalismo lo que hace es envenenarnos, borrarnos la propia cultura; el socialismo rescata lo social, lo pone por delante y en lo social hay un alma: la cultura, todo lo que hemos sido...”
Y es la conciencia la que nos hace actuar en función de la educación de nuestras familias. Nada hacemos en función de la familia, de los hijos, sino asumimos una conducta que viene ordenada por un sentir de lo que es correcto hacer. Pero he aquí que la conciencia no es un asunto efímero, pues ella se va formando bajo la orientación de los abuelos, padres y luego compete a la escuela su fortalecimiento.
Erradas conciencias
Como antes señalé, lo de la conciencia es un cosa seria, nada fácil, algo complicado. Podremos encontrarnos con personas que lograron llenarse de muchos conocimientos -como se ha visto-, que dominan mucha información, aunque con una orientación bien definida. Supimos -desde el punto de vista informativo- de lo que aconteció en Colombia cuando hombres de las Farc la abandonaron para presentarse en la vida activa política de ese país. Lo ocurrido después fue inmoral, ausente de toda conciencia o con una conciencia muy específica vinculada al poder, pues a casi todos los asesinaron.
¿Hubo conciencia en quienes dirigieron los asesinatos? Quizá hubo formación en algunos, pero conciencia no. ¿No hay -todavía- parlamentarios y funcionarios investigados por sus relaciones con el narcotráfico? ¿ Es un asunto de educación o de conciencia?
En estos días, en una de nuestras entidades bancarias de la capital, habían dos colas: una para personas de la llamada tercera edad y otra para los mas jóvenes. De pronto llegó una señora, como quien no quiere la cosa y pensaba ir a la taquilla. Una de las personas le dijo que hiciera la cola y ella respondió que solo haría una pregunta, la hizo y quería que con la consulta, le pagaran al instante y la cajera le dijo que tenía que hacer la cola y con su cara descompuesta se fue al final de la cola.
Aquí hay un caso de ausencia de educación, irrespeto a sus semejantes e intentar ser usufructuaria de un derecho que no le correspondía pues antes que ella estaban otras personas. Entonces aquí hay un problema de conciencia, la cual se consigue con educación en el hogar y la escuela.
En el caso de individualidades o colectivos poderosos económicamente el caso es diferente, pues por lo general hay formación profesional y educación pero con la existencia de una conciencia errónea que le lleva a actuar exclusivamente en función del dinero, el poder político, económico y cierta jerarquía en su grupo, en los que la sensibilidad hacia las personas o hacia su región no tienen peso alguno como para llegar hasta crearles cierto estado de conciencia social, de sensibilidad y respeto por los demás.
Lee el siguiente blog: wwwpertinentes.blogspot.com (Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión)