En fecha reciente escribí acerca de la necesidad que se tiene en la revolución de resolver situaciones que afectan la buena marcha de una variada gama de proyectos o servicios y en esa ocasión se me olvidó mencionar que, muchas de la soluciones están, como suele comentar un amigo, ahí, como un tiro al piso.
Uno de esos tiros al piso -lamento que a lo mejor no les gusta a algunos, pero crítica es crítica- es la atención al ciudadano que reclama la carencia de un servicio o la mala atención de quienes se suponen son las primeras personas en recibir el reclamo.
Me comuniqué con Movilnet para decirles q ue, si mi límite de llamadas en un determinado plan está a punto de expresarse, pues como dicho servicio está acreditado a mi tarjeta de crédito, lo que tienen que hacer es transferir el exceso al mes siguiente y seguir cobrando, con tan mala suerte que quien recibe la llamada no escucha nada de lo que le digo, no me puede atender por el escándalo que hay en el espacio en el que se desempeña esa recepcionista o técnica.
¡¡Y yo sigo sin poder comunicarme!!
La cuestión estriba en que al parecer -no solo en este servicio- el personal que le corresponde atender al ciudadano común y corriente, no cuenta con la suficiente preparación para hacerlo y entonces, como es de esperarse, la empresa propiedad del Estado queda muy mal. Y así va ocurriendo en muchas organizaciones públicas, donde el solo hecho de confundir un número o de no colocar las firmas adecuadas en el tiempo establecido, generan atraso y molestias en las personas.
En los casos en los que el usuario afectado está identificado con la Revolución Bolivariana, posiblemente dejará pasar la situación con un ¡Bueno, qué vamos a hacer, vuelvo mañana y repito la operación!
Pero si se trata de alguien que está en desacuerdo, entonces el reclamo deriva en una campaña completamente negativa y eso debe quedar en la mente de quienes están al frente de las instituciones públicas, quienes no parecen entender los acontecimientos, no revisan bien lo que hacen, no escuchan a las personas, no atienden los reclamos, ignoran los mensajes de twitter, por ejemplo y dejan mal al gobierno.
¡La situación es seria!
Si vamos al caso de las personas de la Tercera Edad, encontramos que los cajeros de los bancos quieren que esas personas acepten tarjetas y que se metan al cajero, cuando el mundo sabe que los cajeros actúan con una gran velocidad y las personas de la Tercera Edad quedan como pajarito en grama frente a esas máquinas y no los dejan hacer las operaciones. Otros cajeros, lo que hacen es decirles a a estas personas, que se metan en las páginas web y hagan sus diligencias por allí.
¿En que mente cabe que todas las personas de la Tercera Edad tienen computadoras? Pues la gente mas joven y mal entrenada, es lo que suele hacer y nadie los saca de allí. Es importante que se recuerde en esta nota que la mayoría de las páginas web son intraficables, mal diseñadas -especialmente la de algunos bancos-, solo para aquellos jóvenes que ya tienen como una maestría con los teléfonos y video juegos, pero eso tanpoco lo entienden ni los responsables de las instituciones del Estado, ni de los bancos ni los dirigentes.