Sin rectificación no habrá futuro

Durante dos siglos se destruyó la naciente nacionalidad venezolana, cuya reconstrucción inició la Revolución Bolivariana, pero ésta tiene aún mucho por hacer, necesita más de una generación para restablecer valores de nuestro origen, borrados por una estrategia comunicacional que exalta el egoísmo, el consumismo y a una clase dirigente corrupta y subordinada al imperialismo.

Durante el Siglo XX, un objetivo de USA fue destruir la agricultura, para facilitar su dominio sobre Venezuela y obligarla a emplear recursos para importar alimentos; la población rural, que vivía con más dignidad de su labores agrícolas, fue obligada a emigrar y engrosar cinturones de miseria alrededor de las ciudades; la burguesía y dirigencia política, que usufructuaba las riquezas del trabajo agrícola, fue engolosinada con migajas del despojo del petróleo. La Reforma Agraria de Betancourt fue parte del propósito imperial y paralizó y abandonó el desarrollo que inició Pérez Jiménez; la cultura agrícola desapareció en las décadas siguientes y se minimizó la capacidad de producir nuestros alimentos.

17 años de derrotas electorales y golpes de estado contra la Revolución, que fracasaron, obligaron al imperio a dirigir sus ataques contra esa disminuida capacidad de producir alimentos y dependencia de la economía venezolana en el petróleo. Insistir en derrotar a esta guerra imperial,  con la actual estrategia, sería conducir esta segunda y última oportunidad de ser una nación libre al sepulcro. Dos acciones de nuestro Presidente Obrero son necesarias para evitar ese destino:

Imponer con hechos la moral, no dejar lugar para dudar de los propósitos y transparencia de una Revolución que se sublevó para que reine La Justicia, que insurgió contra la dirigencia que asesinó al Gran Mariscal y al Libertador y facilitó al imperio el despojo de nuestras riquezas, la misma que desapareció y asesinó a líderes políticos y hoy incendia guarderías, para exigir luego impunidad para sus asesinos. Esa dirigencia atribuye el desabastecimiento a la corrupción y la credibilidad en su acusación se manifestó el 6D. La Revolución no podrá derrotar a esta guerra económica y desabastecedora, si no  fortalece la credibilidad en su verdad. ¿Qué esperamos? ¿A qué Dios Todopoderoso apunte con su dedo y sepulte a la depravada dirigencia opositora, con un evento similar al de diciembre de 1999? No esperemos salir ilesos de un acto de Dios en tal sentido, si no rectificamos errores que hacen posible la credibilidad en esas acusaciones.

Cambiar la estrategia para combatir la guerra contra nuestra economía y abastecimiento de alimentos y medicamentos. En tal sentido, el gobierno revolucionario debería convocar a otros venezolanos, oír privadamente opiniones distintas y, sin desestimar el diálogo, concebir otra estrategia contra la guerra económica.



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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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