La MUD no tiene los votos para ganarle el referéndum revocatorio a Maduro y el gobierno perdió dos millones de votos que no volverán si los que se abstuvieron continúan sin ver señales claras de un viraje radical de Maduro a favor de los descontentos. Tal como están las cosas una importante fuerza popular, como la que antes acompañó a Chávez en todas sus batallas victoriosas, seguirá viendo los toros desde la barrera porque no la convencen los discursos del oficialismo ni el malabarismo rimbombante de Héctor Rodríguez en la disminuida Asamblea Nacional. La MUD fortalecida por el mal gobierno de Maduro amenaza con saltar del Capitolio a Miraflores. En todo este panorama confuso y contradictorio ni la MUD ni el chavismo oficial le sirven al pueblo. Hay que replantearse la utopía posible de la revolución socialista, chavista y bolivariana, respaldada por las masas empobrecidas del país, como la única opción válida por la cual vale la pena luchar.
Maduro debería tomar en cuenta la experiencia de la AD de 1948 y aunque las condiciones de hoy no sean las mismas que hace 60 años, de la historia política contemporánea podemos aprender mucho. Rómulo Gallegos llegó al poder con el porcentaje más alto de votos que se conozca en nuestro país, precedido de la alianza cívico-militar del año 45 y de un poderoso movimiento popular fundamentado en una tesis política anti feudal y antiimperialista. Gallegos llega de la mano de Rómulo Betancourt, uno de los líderes más carismáticos que ha tenido Venezuela, en el contexto de la llamada “revolución de octubre” cuyos logros constitucionales en la democracia burguesa son resaltados por los autores del golpe de estado de 1945 en contra del presidente democrático Isaías Medina Angarita. Ellos exaltan la realización de la asamblea constituyente, la constitución de 1947 y las primeras elecciones presidenciales universales, directas y secretas respaldadas por un gigantesco movimiento de masas en todo el país. Esto no fue suficiente para disuadir el golpe de estado de 1948 asestado en medio de una sorprendente indiferencia de las masas que no salieron a la calle a protestar y más bien recibieron, en gran parte, con beneplácito la caída de los adecos. Gallegos fue detenido, exilado y los adecos perseguidos por la dictadura militar a la cual el pueblo derrocaría 10 años más tarde.
El paralelismo histórico se puede establecer por el repliegue de las masas populares cuando se desilusionan y rompen su conexión con los gobiernos populares que eligieron. En ese detalle hay un paralelismo entre Gallegos y Maduro. También hay un paralelismo entre la pérdida de operatividad, para defender a sus gobiernos, por dos grandes partidos de masas en el poder: la AD del 45-48 liderado por Betancourt y el PSUV del 2013-2016 liderado por Nicolás Maduro. También hay elementos comunes, con sus particularidades, en la unión civil AD-Institución militar en aquél período y en la unión civil PSUV-Institución militar de ahora. Las cosas no tienen que volver a repetirse como una copia al papel carbón pero Maduro y el PSUV están transitando por los mismos caminos temerarios y tormentosos del trienio adeco.
A partir del año 1936, después de la muerte de Gómez, se inicia en Venezuela un gran despertar democrático que alcanza un nivel superior insospechado con la presidencia de Isaías Medina Angarita (1941-1945). El auge de los partidos políticos y la presencia de las masas populares en la calle le imprimen un nuevo ambiente de libertad y de participación social al país.
Secuencia del ciclo histórico (1908-1958): gobierno oprobioso de Gómez - auge democrático con el gobierno de Medina Angarita - mal gobierno del trienio Betancourt y Gallegos- dictadura militar.
Secuencia del ciclo histórico (1959-2016): gobiernos oprobiosos del Pacto de Punto Fijo - auge democrático con el gobierno de Hugo Chávez - mal gobierno del trienio Nicolás Maduro –INTERROGANTE.
El oficialismo no quiere reconocer la realidad del mal gobierno de Nicolás Maduro y aunque les haya explotado en la cara la abstención indignada de dos millones de chavistas persisten en defender el supuesto éxito de su gestión para no autocriticarse ni hacer la rectificación profunda que las mayorías populares reclaman. Lo único que han hecho es cerrar filas con el empresariado capitalista y con las transnacionales extractoras de minerales, depredadoras del medio ambiente, en una línea estratégica de abandonar cada vez más la idea socialista aunque se llenen la boca diciendo lo contrario. Las masas que han dejado de votar por el chavismo oficial, sin pasarse al lado de la MUD, sabrán por qué lo hicieron pero el hecho cierto es que el deslindamiento se produjo y no precisamente por la buena gestión del gobierno, de las gobernaciones ni de las alcaldías.
Supongamos que Maduro y el oficialismo tienen la razón y los que hacemos reflexiones críticas estamos equivocados. Por qué no. Los ciegos pueden ser otros y no ellos. Entonces quién explica el descenso dramático de respaldo popular a los candidatos del PSUV a la Asamblea Nacional el 6D y el tremendo atolladero en que el gobierno metió a la revolución bolivariana por haber convertido al chavismo en una minoría electoral. Si el gobierno y el PSUV rectificaron, corrigieron los errores cometidos y están haciendo ahora el trabajo político que no hicieron antes ¿Por qué razón continúa, pica y se extiende el descontento? La gente a la cual el salario se le desvanece en los bolsillos por la inflación y sigue en las colas infernales del neoliberalismo salvaje, luchando por su sobrevivencia, tiene la respuesta.
Si Chávez resucitara encontraría cómo salvar a la revolución bolivariana de la restauración del concepto capitalista por la MUD y por el chavismo oficial cada uno a su manera. Sólo Chávez puede mandar “a lavarse ese paltó” a quien considere amigable la amenaza ambiental por la explotación minera transnacional; sólo el Comandante hubiera podido agarrar por el pescuezo al más verraco y preguntarle “dónde está el socialismo” en cada uno de los llamados 14 motores de la economía productiva; sólo de Chávez se puede hablar como lo hacía Martí de Bolívar: “de Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna, o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño y la tiranía descabezada a los pies…”