Las estrategias colonizadoras contra los pueblos para someterlos o ejercer control sobre sus estados por parte de uno que se asume dominante y superior, han adquirido sofisticaciones que mimetizan sus acciones, en procura de hacerlas más eficientes y también más eficaces.
Para conseguir sus objetivos, sembrar el miedo, como minas en los campos de guerras convencionales, resulta cada vez más exitoso para los imperios. Las bombas de miedo, exacerban la emoción natural por la cual los seres vivos responden a determinados factores que les provocan zozobra, angustia, aprehensión. Su aplicación masificada es capaz de desestabilizar colectivos, comunidades y sociedades completas. Hasta la química ha sido utilizada para contribuir a generar sensaciones de temor, miedo, pánico, terror, generalmente orientadas a desmovilizar a los individuos o colocarlos en condiciones de sumisión que, en algunos casos, podrían llegar a hacerse perpetuos.
Los medios de comunicación, esas “tecnologías” (disculpen el reduccionismo en la aplicación del término) creadas y utilizadas para mover unilinealmente una información en sentido vectorial, desde un emisor hasta un receptor, ahora parecen destinadas al fomento, la retroalimentación y perpetuación del miedo en sociedades que, como la capitalista, parecían contar con elementos autosuficientes (en las relaciones de producción mercantilistas) para su permanencia, sin necesidad de explícita ideología dominante.
La “verdad” capitalista, inventada dentro de la globalización de la mercancía, su producción, reproducción, distribución y consumo, es revestida con un nuevo maquillaje al aparecer, en el espectro de explotación capitalista, la forma neoliberal de generar y acumular capital en manos de pocos. Es su evidencia depauperizadora, descaradamente miserabilizadora de las mayorías proletarias, de explotados, por parte del neoliberalismo, la que convoca a un nuevo despertar de las masas que reaccionan violentamente en procura de cambios más acelerados para la humanidad, tal como ocurrió en febrero de 1989 en Venezuela, con una secuela de enseñanzas para los pueblos protagonistas, pero también para los burgueses y colonizadores que encuentran en el uso y administración del miedo colectivizado una forma de apuntalar el dominio y su hegemonía imperial.
El terror represivo, militar, armado, utilizado desde el Estado para contener la rebeldía y explosión de los pobres, de las clases trabajadoras, campesinas y sus aliados profesionales y medios, no es nuevo. Éste se ha utilizado y se sigue utilizando en el mundo para contener rebeliones. Pero, su carácter cada vez más espasmódico ha llevado a que los explotadores y sus aparatos de Estado, tanto represivos como ideológicos, hayan optado por la utilización del miedo (y al terror como el estadio paroxístico de éste) como forma segura en el desmontaje progresivo de la memoria histórica (el famoso “lavado de cerebro”), colectiva, de los pueblos para su neocoloniaje.
Pero no es el miedo lo que hoy subsume y mata la memoria de la humanidad, sino el medio. Morir de medio es hoy morir de mentiras, de información, recreación y educación, creada y transmitida para crear una sensación de seguridad social y emocional que está fundamentada en su contrario: la inseguridad social y emocional.
El miedo al comunismo, al socialismo, al chavismo y a la “dictadura de Maduro”, en Venezuela, se convierten, para los medios, en la razón de “seguridad” con la que siempre han querido sostener a su inventada “clase media”, para que ésta no se rebele, al lado del proletariado (su clase genuina y auténtica) sino que siga soñando con el paradigma imposible de ser rico, burgués, explotador, dueño de los medios de producción.
En la guerra, planificada y desatada por el imperio yanqui contra nuestra Venezuela soberana, pro independentista y pro socialista, el rostro del enemigo es de medio, y ¡mira que da miedo este medio! Quieren robarnos la conciencia y hay muchos que parecen estar cediendo. Se les oye gritar, desde individualidades de la propia izquierda: “¡Maduro vete ya!” o “¡Revocatorio o nada!”. ¿Usted tiene medio o está lleno de miedo?