Dice el conocido aforismo de Marx “El ser social determina la conciencia social”. Esto implica que lo primero que hay que hacer para saber quién es quién, es conocer cuáles son los intereses derivados de sus relaciones en la estructura social, para explicar por qué piensa lo que piensa, y dice lo que dice. Que no hay que creerles a los actores sociales lo que dicen de sí mismos, sino observar su práctica, analizar su comportamiento, investigar sus relaciones sociales reales, a qué grupo pertenecen, etc. para, en fin, hacerse un juicio acerca de su condición social y política.
Cuando un gobierno se dice “socialista y revolucionario” y, al mismo tiempo, acuerda con una empresa transnacional formar una “empresa mixta” (55%-45%) que tiene problemas financieros, con la condición de pagarle a ella un montón de dólares como indemnización por un pleito ante instancias internacionales del gran capital, pero además prometerle otro montón de dinero (estamos hablando de casi mil millones de dólares) por una asistencia técnica que va en contra de cualquier transferencia tecnológica y de cualquier política científico-técnica nacionalista, y que ambos montones de dólares equivalen a la parte que supuestamente debe aportar el “socio” en la “alianza” de la empresa mixta, pudiéramos pensar bien o pensar mal. Si pensamos bien, llegaríamos a la conclusión de que los negociadores fueron muy mediocres. Si pensamos mal, podríamos llegar a suponer que aquí hay gato encerrado, que alguien “de este lado” (o sea, del gobierno) se está beneficiando por este negocio tan chimbo.
El beneficio de la duda para el gobierno “socialista y revolucionario” sale bastante golpeado cuando nos enteramos, y no por la vía del gobierno (porque éste no dice ni pío), sino por la página web de la transnacional (Golden Reserve, ya saben), que se entregará en concesión a esa “empresa mixta” (que ya vimos que no era tan “mixta”) un inmenso pedazo del territorio nacional para explotar una importante riqueza mineral (oro, plata, coltán, etc.) y que, para invertir en ello, el estado venezolano tendrá que salir a pedir prestado a la banca internacional más de mil millones de dólares. ¿Más deuda? Bueno, diríamos para tranquilizarnos y seguir cantando consignas, eso qué importa si es por el “proceso”.
La cosa se pone peor cuando advertimos que, en representación del estado venezolano, estará una empresa dirigida por el Ministro de Defensa (o sea, una empresa propiedad de los militares), cuyos fines y funciones son casi idénticos a los de PDVSA, pero sin la estructura de PDVSA. Ahí la cosa empieza a hacerse olfativamente desagradable. Pero digamos que nos es más desagradable pensar mal; que se trata de una verdad demasiado fuerte para aceptarla de un “gobierno socialista y revolucionario” eso que se esté convirtiendo en una marioneta de un grupo de militares “socios listos”; nos tranquiliza objetar que, tal vez, puede ser, que la cosa no sea tan grave, que habrá grandes ganancias para resolver el problema de la falta de divisas porque el precio del petróleo se cayó y no levantan. Y hay que ser “pragmáticos” y resolver “como vaya viniendo vamos viendo”. Y nos gusta, en principio, que el 60% de las ganancias prometidas (la renta prometida) va a las misiones. Ahí sonreímos casi sin querer, porque advertimos, pero rapidito, sin detenernos demasiado, que eso lo que hace es reproducir el esquema rentista de tener una fuente de divisas basada en la extracción de una riqueza mineral que no es resultado de un incremento de la productividad del trabajo de los venezolanos. Seguiremos importando casi todo, sin desarrollar tecnología propia, vendiendo en el exterior materias primas, para siempre.
Pero dejemos pasar ese escrúpulo traidor. El imperialismo nos amenaza y, además, por la dialéctica china, sabemos que ese es el enemigo principal. Eso nos hace un poquito de ruido (porque no somos tan estúpidos ¿o sí?), que para enfrentar al enemigo principal tengamos que aliarnos al enemigo principal que es el mismo capital transnacional que va a explotar nuestra riqueza mineral ¿O no? Encima, para asociarnos (y seguir combatiendo al imperialismo), tenemos que pedirle prestado a la banca internacional, que es el enemigo principal, o sea, el imperialismo. Pero hay que estar alerta. A veces por detectar contradicciones en el discurso del gobierno, caemos en la tentación de la traición, no la del gobierno, sino la del que piensa. Las contradicciones no son admisibles, porque somos dialécticos ¿o no?
Además, el estado va a estar presente en esas Zonas Especiales. En efecto, en esas comisiones que controlarán todo en esos territorios, hay representación de todos los ministerios (que son, además, del Poder Popular ¿o no?). Eso garantiza que todo marchará legalmente y no habrá negocios raros (aquí nos reímos de nosotros mismo, pero a las dudas ni agua, el enemigo nos amenaza hasta en el pensamiento). Además, en esas zonas habrá exenciones de impuesto a las empresas, porque hay que promover la inversión extranjera. De hecho, habrá un estado de excepción en la práctica. ¿Y el capital transnacional no es el imperialismo? No, vale, no seas traidor. Ese capital transnacional nos sirve para enfrentar al enemigo principal que es el imperialismo, o sea, el capital transnacional. Dialéctica pura. O sea.
¿Y los estudios de impacto ambiental? ¿Y los estudios de impacto social? ¿Y la opinión de las etnias indígenas? ¿Y el derecho laboral? Ya como que quieres sabotear. Hay que creerle al presidente. Ya sabes que no se empleará el mercurio. El cianuro, sí, pero no es mercurio. O sea, es y no es contaminante: pura dialéctica. ¿Y eso no pone en peligro las fuentes hídricas, los ecosistemas, la biodiversidad? ¿Y el ácido que se formará al mezclar agua con la piedra que queda expuesta? ¿Y las grandes cantidades de agua que necesitan emplearse para esa minería a cielo abierto? Muchas preguntas. Y no debes consultar con los libros, porque, según Francia, los libros dicen cosas que no van con la realidad y es cosa de intelectuales egocéntricos.
Lo que hay que hacer es estar alerta con la oposición que hará una marcha para tumbar al gobierno y, cuando sea gobierno, firmar con una transnacional pagándole indemnizaciones y tecnología, pidiendo prestado a la banca internacional, exceptuándola de impuestos, cobrándole sólo 5% de regalía, disponiendo de los militares para asociarse con el negocio y resguardar el orden, mantener a los indios y los obreros a raya, y a todos esos ecologistas traidores purgarlos porque no tienen el carnet del Partido.