"No hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente…" (Líneas de "Mi Delirio Sobre el Chimborazo" de Simón Bolívar)
El Delirio de Bolívar trasciende sus dos cientos años para hacerlo un acto concreto con la muerte de Chávez; porque no muere, se ha hecho inmortal y fluye su energía que se conjuga con la del propio Bolívar. Fusión del universo que enciende la llama que es imagen, guía, camino que orienta lo inmenso de la lucha hasta que se consolide la Revolución y se perpetúe en el tiempo infinito. Emancipación de los pueblos pidió Bolívar, unidad de la Patria Grande latinoamericana impulsó Chávez. Conciencia del pueblo indujo en sus actos de masas. Tomó la esencia bolivariana para inocularla en la sangre, corazón y razón del pueblo venezolano que disparó su alcance a las corrientes del pensamiento y gobiernos del Continente, con sus salpiques al mundo sensible, creador y esperanzado de un vivir mejor en lo nuevo posible.
"…La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos…" Palabras de Antonio Machado, poeta español, en la onda de la no existencia al morir deja abierto también, en su prosa poética, que la muerte se diluye, se vuelve etérea cuando se vive para la vida. Chávez no muere. Lo vemos en el sarcófago de la Flor de 4 Elementos, pero está vivo: discursos, cantos y señas; todo él: voz, gesto, mirada y risas, vibra su férrea voluntad en la memoria, recuerdo de hoy que será así mañana, de una realidad donde pisamos y luchamos, presta a perpetuar su impacto.
Chávez vivió para la vida, para la vida de los otros, para la de los pobres excluidos de toda consideración humana; Chávez muere pero deja un camino de tránsito hacia la bondad y la dignidad de los que nunca eran y morían sin ser nada.
"…Conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres…" Prosigue el Delirio de Bolívar untando su vigencia a la misión que el cielo le asignó a Chávez. La muerte es una vida vivida y la de Chávez cumple el designio que viene del misterio y de lo indescifrable del cosmo infinito. Partes y te quedas; fuiste y sigues siendo; sembraste esencia de ser y recogiste amor de multitudes de nosotros, compatriotas y hermanos, y de los otros que marcaste por siempre.
Camarada Hugo, viviste para morir como paso necesario al tránsito de la inmortalidad. Te lloramos hoy y mañana más hondo el dolor cuando vimos verte descender al sepulcro; pero eso es efímero al contar con tu presencia por los siglos de todos los siglos de la existencia de la vida, del mundo y el universo.