Para determinar la diferencia entre fascismo y nazismo
hay que ir, simplemente, no a breves razones de ideología sino de la
metodología, y donde casi no se encuentra algo que valga la pena tomar
en consideración para distinguir uno del otro. Si no me creen baste
consultar a esos ya viejos italianos y alemanes que sobrevivieron a las
atrocidades del fascismo y del nazismo y actualmente se encuentran con
vida.
Sépase que el fascismo y el nazismo
los hermana de manera gemela el ser un régimen que intenta perpetuar el
capitalismo por los métodos más bestiales y monstruosos que conozca la
historia humana. El fascismo, válido también para el nazismo cuya
esencial deferencia estriba en que por éste se entendía el partido nacionalsocialista alemán, puede definirse, sin temor a equivocación alguna, como lo dijo Trotsky: es la personificación de todas las fuerzas destructivas del capitalismo. Sólo hay que agregarle: contra la humanidad casi entera.
El fascismo, válido igualmente para el nazismo,
se sustenta en la concepción anticientífica que la sangre es el sello
de la identidad nacional-étnica y declara que las características
innatas determinan biológicamente el comportamiento humano. Considera
la valoración del ser humano no por su característica personal, sino
integralmente por su pertenencia en una “nación colectiva de raza”. Sin concepción de sangre pura
no existe fascismo posible.
Seamos un poco simples para entendernos mejor. El fascismo
es una dictadura que se basa en el terror, en el genocidio a sus
opositores, en la negación de todas las libertades democráticas a sus
adversarios, en la eliminación de todos los movimientos sociales que le
hagan contrapeso, impulsa al extremo de la irracionalidad el odio de
los sectores medios contra los obreros y campesinos para mejor gobernar
en provecho casi exclusivo de la alta oligarquía financiera. Su
ideología va desde el racismo hasta el anticomunismo y el chovinismo
belicoso y cruel. El nazismo es, quiérase o no, un fascismo
que se identifica como nacional-socialismo, que superó al fascismo
italiano en odio antisemita y en mayor espíritu expansionista, debido a
las condiciones y capacidades de mayor desarrollo imperialista de
Alemania en relación con Italia. No le busquemos una quinta pata al
gato. El fascismo o llámese nazismo o llámese falangismo
es la destilación químicamente pura de las atrocidades de la cultura
capitalista imperialista. Eso es la cultura del genocidio, de la guerra
de exterminio, del reparto violento del mundo, de la rapiña económica
por medio del terrorismo de Estado en su máxima expresión: negación total de todos los derechos humanos a la aplastante mayoría de la población.
El fascismo –llámese nazismo o llámese falangismo- no tiene piedad alguna, porque –lo dicen sus ideólogos- ¡El sentimentalismo está demás!
Sépase también que llevan el concepto de imperialismo nacional unido a
la sangre, y con ésta se justifica. No se plantean la eliminación de la
desigualdad entre los hombres, sino más bien la convierten en una ley y
la protegen con barreras infranqueables. Tienen a los que no somos de
la raza pura como un escalón intermedio entre el hombre y la bestia, es decir, que nos acercamos más al mono que al hombre. No se nos puede llamar hombre en todo el sentido de la palabra.
Para el fascismo –sea en expresión de nazismo o de falangismo- “La
guerra es la forma más simple de consolidar la vida. No se puede abolir
la guerra, como tampoco se puede suprimir el fenómeno de la natalidad”. Ya Nietzsche había dicho: “¡Escribid
con sangre! Sangre es espíritu… Vivid la vida de la guerra; no es la
noble causa la que consagra la guerra, sino la noble guerra misma la
que consagra toda su causa
Lo
anterior expuesto es científicamente (esencialmente desde el punto de
vista de la política o de la ideología) irrefutable. Eso debe tomarse
en cuenta a la hora de analizar o describir un sistema político o un
mandatario de Estado como fascista o nazista. Escuché decir a un adversario acérrimo del Presidente Hugo Chávez que éste está pasando de ser fascista a ser nazista,
porque el último mata y el primero no. A veces no provoca responder a
esas cosas, pero existe una buena parte del pueblo que en determinado
momento puede terminar creyendo una mentira como verdad. Precisamente
el fascismo es experto en eso. Si Chávez fuera lo uno o lo otro, en el
supuesto negado que fascismo fuese una cosa totalmente distinta a
nazismo, el medio de comunicación donde eso se dijo, no existiría desde
hace tiempo por ser opuesto –y bien opuesto- al gobierno. Y el
periodista que lo dijo –de existir un medio de comunicación que se lo
permita en el país- ya estarían sus huesos en una fosa desconocida o
cremados sin que nadie se hubiera ocupado de recoger sus cenizas. Y del
periodista que lo entrevistó ni siquiera hubiese habido compasión con
sus anteojos. Y de las dos hermosas muchachas que le acompañan ni
siquiera se hallaría un pedacito de cabello suelto para identificarlas.
Y el propietario del medio de comunicación, por ser el rico,
posiblemente se hubiera fugado mucho antes del programa para salvar su
pellejo.
Para que no exista confusión de ninguna especie podemos decir que si alguna diferencia existe entre fascismo italiano y nazismo alemán,
es que el primero puso el acento de su fuerza de exterminio en la
tortura como fuente de aterrorizar a la sociedad, y el segundo recurrió
al exterminio de la especie humana –fundamentalmente en hornos
crematorios- con una intensidad mucho más masiva, pero ambos fueron una
expresión del despotismo social enfermizo de nacionalismo, egoísta
por demás, super violento que llega al extremo de creer ciegamente en
la pureza de la sangre aria y las demás razas terminan siendo una
basura de la cultura capitalista.
Decir que Chávez es fascista y está pasando a ser nazista no
es más que una vulgaridad de la metástasis de una mente perversa que
desprecia –por hilo de sangre contaminada o acumulación de riqueza por
explotación de trabajo ajeno- a la verdad verdadera. Precisamente una
mentira como esa sí contiene ideología fascista-nazista.