Más de una vez, sobre todo en los ya habituales estados depresivos que me genera esta revolución "atorá", me embarga un sentimiento de pena y conmiseración por Maduro. Y eso sucede por esa carga cultural que una porta de solidarizarse por quien cree actúa de buena fe aunque éste haga lo contrario de lo que debe hacerse y hasta deje de hacer porque no da pie con bola. Por ejemplo, a finales de la semana antepasada, anunció que cumplidos los noventa días de prueba de su "Programa Estratégico de Crecimiento y Bienestar Económico", creo así se llama, que según sus publicistas y apoyadores acríticos, ha funcionado estupendamente, lo que uno no entiende, porque mi estómago, para evaluarlo con él para no hablar demasiado, no está conforme, para decir lo menos, procedería a sacar "su hacha" y "pin, pun" daría los hachazos precisos, pues ya sabía dónde y cómo para redondear su faena de vencer a especuladores, agiotistas, hiperinflación, hasta las nefastas prácticas del dólar paralelo y proteger el ingreso popular. Paralelamente, factores oficiales dejaron correr la información según la cual, el Petro había pasado de 3600 bolívares soberanos a más de 4 mil trescientos. Estando el salario mínimo anclado a la moneda encriptada venezolana, eso sugirió que habría un alza salarial en consecuencia. Menos mal que se contuvo por ahora, porque si no ya los precios se habrián comido esa alza y más allá.
Pero estando así las cosas, también se supo que la producción petrolera venezolana siguió bajando y pese las conversaciones y hasta acuerdos, según el gobierno, con China para revertir esa tendencia todavía no le hemos visto el queso a la tostada. Hay asuntos, relacionados con la naturaleza del Estado venezolano y las discrepancias entre los poderes constitucionales, lo que pasa por la AN en desacato, que hacen que los chinos se muevan con estricta cautela. Pero también, en las dos últimas semanas, por primera vez en lo que va de año, el precio del hidrocarburo ha sufrido bajas sensibles, lo que está obligando a la OPEP a proceder en breve a tomar las medidas habituales para detener esa tendencia. Es posible, que este cuadro, haya advertido al presidente ser cauteloso y esperar que el escenario sea menos confuso. Aunque en verdad, si algo distingue al presidente, o para ser más justo, a quienes gobiernan, es ese estado como de no saber qué hacer y eso de anunciar que se anunciará para luego dejar todo aquello en el olvido. Esa conducta es habitual y ya no sorprende. Quizás por eso, salvo quien esto escribe, son muy pocos quizás, como una señora humilde que pasó ayer por mi lado, quienes recuerden o presten interés a la oferta del presidente de hace más de una semana, de salir con su hacha a hacer "pin, pum". ¿Y qué dijo la señora? Pues, "ojala no aumenten, porque eso es peor".
Pero ese estado de conmiseración nuestro hacia el presidente y alguno de los suyos, se justifica porque pese a lo que mucha gente diga y hasta crea, les considero llenos de buena fe y sinceros en eso de creerse los llamados a llevarnos al sitio donde deberíamos estar. A lo mejor es verdad, uno debe darle a la gente un mínimo de credibilidad a menos tenga todas las pruebas en contrario, ellos crean lo hacen de lo mejor y no tanto como quisieran porque el adversario obstaculiza. Y las dudas en uno crecen, cuando ve y hasta lee a gente buena, inteligente y culta que al parecer no gozan de privilegios, cuyos nombres quien esto lee puede ahorita tener en la memoria, que siente y cree lo mismo que la gente que gobierna. Cuando escucho a gente que me merece respeto y audiencia decir que "debemos profundizar el proceso y hasta ahondar el socialismo", eso decía el domingo Álvaro Aranguibel en "Los Roberto", entro en estado de preocupación y hasta pánico. ¡Coño!, me digo a mi mismo, ¿será que estoy ciego, sordo y hasta insensible que no soy capaz de captar los cambios y las conquistas de los trabajadores y la gente toda? ¿Será que allá fuera sucede algo grande, hermoso y a mí me han excluido o lo que es peor, mi mezquindad, incompetencia para aprehender la realidad es tan deplorable que me he quedado al margen de ese mundo y vida? ¿Me he salido del mundo y no me he dado cuenta?
Eso venía pensando. Y fue tanta la preocupación que opté por darme aunque fuese un breve tiempo para meditar y ponerme a escuchar atentamente desde mi mundo todo lo que se dice allá en aquél, para hacer los ajustes debidos. Pero pasaron los días y sucede lo que a mí y toda la gente que me rodea sucede. El salario, pese el "éxito" del Programa de Recuperación…..etc.," para nada alcanza. Si uno se enferma debe pegarse de Dios para que la naturaleza humana reaccione contra el mal porque comprar medicinas occidentales es un lujo y hasta ponerse a pensar en ellas es como algo pequeño burgués y mezquino, según el discurso oficial.
A lo dicho en el texto anterior habría que agregar todo lo que el venezolano puede por su experiencia y los ofertas que escucha.
Pero estando así, melancólico y hasta en ese estado que llamé de conmiseración por el presidente quien no halla como entrarle a asunto tan complejo que la vida le puso entre las manos, por lo que siempre recuerdo aquello que solían recomendar los viejos cumaneses de "no te metas para que no aparezcas", escuché al presidente anoche en el acto de cierre de la FITVEN, en el cual expresó que "el turismo es el medio o recurso para que Venezuela se convierta en una potencia". Sentí como que el tipo me estaba cayendo a coba o diciendo algo por decir, sin importar lo que antes ha dicho y su responsabilidad en lo que dice, siendo nada más y nada menos que el presidente. Lo que no niega lo que el turismo podría ayudarnos dada esas también nuestras potencialidades, pera no estando ahora en un país al cual muy pocos ahora quieren venir y donde los nacionales, contrariamente a lo que dijo el presidente, ya ni siquiera al barrio vecino podemos ir por la decadencia del parque automotor, por sólo nombrar una cosa.
No hay cosa, asunto, pequeña o grande empresa, que al presidente lleve a concluir que esa es nuestra salida. "Dejamos", en el discurso vano, el petróleo atrás y nos pegamos de los nuevos recursos mineros. Será el oro, coltán y tantas cosas raras y codiciadas que se acumulan en la tierra que nos sacarán "las patas del barro" y nos harán una potencia. Depende en que acto, convenio o espacio hablemos. Y lanzamos esa consigna al aire, la de volvernos una potencia que, con recuperar un poco el nivel de vida de antes ya sería bastante, mientras el deterioro avanza y el país se llena de moho y cachivaches. Hasta la agricultura urbana ha sido ofrecida como salida para volvernos una potencia en un país de grandes extensiones de tierras cultivables todo el año y agua, pero sin gente dispuesta y predispuesta y menos planes para eso. Eso sí, el discurso engolado, ampuloso y publicitario habla de ello, como si eso estuviese en los planes del gobierno y las clases que tienen capitales y tecnología.
Maduro salta la talanquera a cada instante. Según él tiene yo no sé cuántos motores encendidos, viene hablando desde años de cómo runrunean y listos están para el gran despliegue. Ellos están armados según el potencial nacional. Pareciera ser un arranque, avance en forma armónica y cubriendo un amplio espacio donde entra todo; eso sí, clandestino. Es un plan motorizado para matar al rentismo que lleva años en movimiento aunque uno no lo crea, pero el gobierno lo asegura. Pero mientras tanto, nos pegamos de China como una chinche para que nos preste unos reales que sirvan para aumentar la producción petrolera, vaina que los chinos mucho no creen, del oro para venderlo para lo que nadie sabe, salvo quienes lo usan y terminamos por declarar al mundo que será el turismo la palanca fundamental para nuestro despegue. Y ese saltar de Maduro, que más conmiseración en mí provoca, también me lleva a pensar que no sabe en dónde está parado.