Resulta muy extraño que en sus retóricas y brillantes intervenciones de los últimos días , Nicolás , a pesar de su amplísima cultura democrática, no haya abierto la boca para "visibilizar" a los millones de vendepatria , pitiyankis y traidores , que tuvieron el cinismo, el descaro, o más bien el dislate, de salir a las calles el 23 de enero a pedir la renuncia del gobierno más eficiente y próspero que haya conocido la historia política de Venezuela.
Nicolás, a pesar de reconocer públicamente y en cadena la presencia de miles de sus adeptos que ese mismo día marchaban felizmente cuerdos y lúcidos por algunas avenidas de Caracas, no hizo lo mismo con esa masa delirante, de enajenados mentales, disociados de la realidad, que como expulsados de la caverna de Platón, en un trance crónico se dedicaron a renegar de este, su país ideal. Esa especie de Utopía en la que Nicolás, aconsejado por su distinguido tío, Tomás Moro, convirtió a Venezuela en apenas seis años.
Quizás sea la única y primera vez en los anales de la humanidad, que millones de seres humanos pacífica y alegremente invaden las calles de un país entero , para, irónicamente, renunciar a su propia felicidad y bienestar social . Algo jamás visto. Un problema muy difícil de entender.
Quizás se quejaría en soliloquio el tan leído y culto Nicolás, diciendo que esa realidad tan absurda ocurrida el 23 de enero en Venezuela , pudiera resumirse en una sola metáfora, la de El Loco de Khalil Gibran. O quizás, de manera más sencilla, con esa frase trillada de Eduardo Galeano, que tanto le gusta usar a la intelectualidad maburrista : "El mundo al revés".
Además de ser el país más rico, más próspero, y en pocos días el más bello del continente , ahora, y como si fuera poco, con las multitudinaria locura del 23 de enero, pasa a ser el más absurdo y más tragicómico de la bolita del mundo. Como entender que en la idílica, utópica y revolucionaria Venezuela, la inmensa mayoría de la población cansada y hastiada de tanta felicidad, tanto desarrollo y tanto bienestar decida de manera masoquista renuncia al único y exclusivo paraíso libertario y bolivariano del Siglo XXI. Las cabezas más brillantes y sensatas del gabinete , incluso la de Nicolás, están en ebullición al no poder comprender tan inquietante fenómeno político y sicológico. ¡ Ayúdanos Freud!